Las personas vivimos más tiempo y todos los países del mundo están envejeciendo. Pero no nos equivoquemos, no sólo vivimos más tiempo, sino que vivimos mejor, más felices. Es cierto que son muchos los problemas vinculados a la vejez: limitaciones físicas, económicas, pérdida del prestigio social, fallecimiento de seres queridos… Pareciese que la jubilación no siempre es “jubilosa” pero cuanto más sabemos sobre la vejez, se hace más patente que no se trata solo de un tiempo de pérdidas. Ser una persona mayor implica algunas mejoras: más sabiduría, más experiencia y mayor felicidad.

Es verdad. Las personas mayores son más felices que las personas más jóvenes. Todos los estudios científicos llegan a esta misma conclusión. Se conoce como la paradoja de la felicidad. Sería demasiado simplista decir que todos los mayores son felices. Podría decirse que los mayores utilizan mejor sus recursos y no se desesperan incluso en situaciones tremendamente complicadas. De alguna manera las personas mayores tienen fortalezas que contrarrestan las limitaciones de las que hemos hablado anteriormente. La pandemia del COVID ha demostrado esto una vez más. Las personas mayores, pese a que han sido el grupo poblacional más afectado por la pandemia en cuanto a la cifra de fallecimientos, también han demostrado en todos los estudios que se han llevado a cabo que se encuentran mejor a nivel emocional, es decir, más alegres y esperanzados, que el colectivo de personas jóvenes.

En un estudio longitudinal llevado a cabo por la Universidad San Pablo CEU de Madrid midiendo la depresión de las personas mayores de 60 años de toda España durante el confinamiento de marzo, el verano y el otoño del 2020 se observó que la desesperanza y la tristeza no se incrementaban, pero sí que lo hacía el propósito vital. Quiere decir que los mayores, pese al prolongado e intenso impacto del COVID, sentían que sus vidas tienen sentido tanto en el pasado, como ahora y en el futuro. Asimismo, mostraban creencias que daban sentido a sus vidas y además tenían sueños y objetivos que trataban de perseguir.

Una vez más, los mayores han sido ejemplo de resiliencia y adaptación a las situaciones difíciles y por eso son más felices. Aceptan mejor las situaciones de la vida sean estas agradables o desagradables, sin desesperarse, ni verse abatidos. De hecho, si pedimos a las personas mayores que se fijen en dos imágenes, una triste y otra feliz, pondrán más atención en la feliz y la recordarán mejor. No es que se pongan una “venda en los ojos” para no ver lo negativo, sino que la vida de alguna manera les ha enseñado a fijar su atención en lo positivo. También los mayores son selectivos con sus amistades. No quieren tener un millón de amigos en Facebook o cualquier otra red social. Quieren pasar tiempo y disfrutarlo con ese grupo reducido de personas con las que se encuentran a gusto y felices. Muchas veces estas personas son sus hijos y nietos. En definitiva, la felicidad sí que tiene que ver con la edad y paradójicamente, como el buen vino, esta mejora con el paso del tiempo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.