En esta época de campaña electoral permanente solo existen grandes titulares y declaraciones, mientras que la reflexión ha quedado totalmente desplazada. Parece que solo importe la espectacularidad y no la idea.

Según la RAE, la política es la “actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”. La política es un trabajo, y de los más importantes, ya que de ella depende que la gente viva mejor. Es una profesión altruista. Pero cada vez más, la política se aleja de la realidad. Los profesionales de la política, los políticos, ya no tienen los pies en la tierra.

Para poder dedicarse a la política, debería pedirse un carnet de ética. ¿Cómo puede ser que algunos se pasen más de 30 años en un cargo? Deberían existir unos límites. Debería haber unos relieves generacionales garantizados. A día de hoy, los cargos en muchas administraciones parecen mercados. Una vez ya no has salido elegido, te garantizan el sueldo en otro lado. Y así muchos, se van colocando, acomodándose y, al final, no representan a nadie, aunque todos les paguemos el sueldo.

Es de respetar el caso de Pau Ricomà, exalcalde de Tarragona, que después de que los resultados electorales no fueran los esperados, ha dimitido. Esta decisión le honra.

Pero una pregunta: ¿Para qué sirve realmente la política? ¿Para la estabilidad económica y emocional personal de algunos o para trabajar para conseguir una sociedad más justa, solidaria e igualitaria? La calidad de los representantes depende de su grado de conciencia: deben tener claro a quién representan y para quién trabajan.

Falta mucha reflexión. Muchos deberían pensar más a menudo porque siguen allí, a que se están dedicando realmente. Estamos con una resaca electoral importante… Y hay cosas que no dejan de asombrarme. Por ejemplo, son varios los Ayuntamientos que en el primer pleno municipal se han subido el sueldo. ¿Es que no queda ninguna moral o ética?

La política es un trabajo y, como tal, debe estar remunerado, ya que, si no fuese así, solo los adinerados podrían dedicarse a ello. Pero los sueldos deberían estar alineados con la media salarial de la sociedad y con las mismas condiciones laborales que el resto de trabajadores, sin sueldos vitalicios desorbitados que ya estaban prohibidos…

Pero muchos trabajan en política sin cobrar. Porque no sólo se hace política desde el Congreso de los Diputados, el Senado, los Gobiernos autonómicos o los Ayuntamientos. La política no es solo de algunos, aunque a menudo nos lo parezca.

La tercera acepción de “política” de la RAE, la define como la “actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto o de cualquier otro modo”. Hacer política es participar en la asociación de vecinos de tu barrio, organizando actos, charlas o reivindicando; hacer política es participar en una entidad social o ser voluntario; hacer política es manifestarse de muchas formas.

En definitiva, hacer política es implicarse y no necesariamente en un partido. Hacer política es ser participativo. Las administraciones deberían fomentarlo, aunque no lo hacen porque no les interesa una sociedad crítica. Por esto son culpables de la pasividad social.

Todos deberíamos hacer algo por los demás de manera altruista. Porque para construir una sociedad que piense en colectivo, no deben mandar algunos, debemos actuar e implicarnos todos.

Y recordad, ¡que nadie os robe vuestra sonrisa!

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