Fue con esta pregunta con la que UNESCO París (Sede) preparó un Webinar Internacional sobre el proyecto Escuelas Felices, para el día 20 de marzo (Día Mundial de la Felicidad). En el programa hubo representantes de la OCDE, la Unión Europea, la Princesa de Kuwait y equipos de 6 países: Portugal, Vietnam, Yemen, Japón, Laos y Tailandia. El objetivo es que estos países compartan su experiencia con sus programas Happy Schools. De esta manera, la UNESCO pretende convencer a otros países para que también creen sus propios programas.

Como sabemos, el proyecto nació en la Comisión Nacional de la UNESCO de Tailandia (Bangkok). Durante un tiempo no se le prestó mucha atención y su impacto fue casi desconocido, limitado a una cierta visión regional. En el otro lado del planeta, los investigadores miraron los resultados de PISA y quedaron satisfechos, ya que había muchos estudiantes con éxito académico y un “promedio de 20 puntos”. Pero al mismo tiempo, había algo que nadie podía explicar: por qué los jóvenes tenían cada vez más problemas de salud mental y también aumentaba el número de suicidios de jóvenes. La definición de éxito fue puesta en duda. Fue a partir de entonces que se empezó a ver que faltaba felicidad en la educación y en las escuelas.

Posteriormente, tres países (Japón, Tailandia y Laos) crearon un proyecto piloto, en el que participaron unas quince escuelas. La conclusión fue que los estudiantes felices tenían mejores resultados, menos indisciplina y menos problemas de salud mental.

Apareció un signo de esperanza. Y parece que esta tendencia no solo estaba ocurriendo en las escuelas. También en el mundo de las empresas y de la administración pública en general se empezaban a sentir movimientos internos que pedían más atención a las personas, a su bienestar y a su felicidad.

De hecho, en el año 2013, el Informe Mundial de la Felicidad de la ONU ya había tomado a Aristóteles y su filosofía para recordar a los gobiernos de todos los países miembros que el gran propósito de la vida humana es la felicidad. Por tanto, si el gobierno, la sociedad y la escuela son parte de la vida humana, entonces también tienen el deber ético de contribuir a la felicidad de las personas. Quizás por eso algunos países han visto, y bien, que el derecho a la felicidad deba ser un derecho constitucional.

En relación con este Informe, me gustaría pronosticar el lugar de Portugal para este año en el Ranking de países felices. El año pasado ocupó el puesto cincuenta y cuatro. Creo que este año seguirá la tendencia de mejora…

Más recientemente, la sede de la UNESCO en París decidió hacer del proyecto Escuelas Felices un movimiento global. En este sentido, publicó un nuevo informe sobre el tema, presentando una versión 2.0 del modelo. A las tres dimensiones iniciales (personas, proceso y espacio) se añadió una cuarta, sobre principios éticos, relacionada con la identidad de la escuela. Y en la dimensión personas, se introdujo un deber para cada tipo de agente educativo. Por ejemplo, en el caso de los gobiernos de educación, podemos leer: “Incluir la felicidad de la comunidad escolar como factor de seguimiento del éxito del sistema”.

Si solo miramos a Portugal, vemos un aumento significativo en las actividades sobre felicidad y bienestar en los últimos cinco años. Destaco el ebook nº4 del proyecto de investigación “Perspectivas de Felicidad. Contribuciones a Portugal en el Informe Mundial de la Felicidad (ONU)”, que está íntegramente dedicado al tema de las Escuelas Felices. Usted puede descargarlo desde el sitio web del proyecto. La editora RH también publicó el libro “Educación para la Felicidad y el Bienestar”. En este libro comparto mi definición de felicidad: “Un estado de conciencia que evalúa como positivo el resultado de mis proyectos a lo largo de mi vida”. Por eso creo que la escuela tiene una misión muy importante en la educación (orientación) de jóvenes y adultos: darles herramientas que les sean útiles para la construcción exitosa de su proyecto de vida.

En el programa Escuelas Felices (asociación DGAE/Ministerio de Educación e Instituto Universitário Atlântica) ayudamos a los profesores a realizar un diagnóstico de su escuela a través de un cuestionario que diseñamos, con base en el modelo de la UNESCO y luego, con base en el análisis de estos datos, ayudamos a construir un plan de intervención. Uno de los aspectos esenciales es cambiar el Proyecto Educativo del Grupo, insertando al menos un objetivo relacionado con la felicidad y el bienestar. Posteriormente, en una formación de nivel 2, ayudaremos a los profesores a aplicar el kit Escuelas Felices, que tiene veinticinco lecciones ya preparadas.

Termino este artículo con una pregunta: ¿felicidad y bienestar significan lo mismo, o tienen contenido diferente? Espero volver a vernos pronto.

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