¿Cómo surge su vinculación con la Red Universitaria de la Felicidad?

Surge casi por casualidad, pero una casualidad casi buscada. Aunque yo trabajo en la Universidad de Sevilla, tengo mucha relación con la Universidad de Cádiz (UCA), universidad en la que estuve trabajando varios años y donde guardo muy buenas relaciones personales y profesionales. En un momento determinado, hace no muchos años, y como consecuencia de un trabajo común con un par de compañeros de la UCA, conozco esta Red Universitaria de la Felicidad y me enamoro casi por completo de su filosofía. Y… desde entonces. Fue conocer la red e involucrarme en ella.

¿Cree que la felicidad debe ser un principio filosófico y práctico en la Universidad y, por ende, en la sociedad?

Absolutamente. La felicidad debe ser un principio en nuestra vida. Considero que hay que investigar mientras se es feliz, porque se le pone mucho más empeño y más ímpetu a la investigación en cuestión; pero también creo que, en mi rol de docente, enseñar a un estudiantado con una actitud de felicidad siempre hace más fácil al relación docente-estudiante, consiguiendo, con ello, que la comunicación sea más fluida, que haya mayor empatía y, por tanto, más entendimiento.

Un aula feliz, es un aula que aprende. Una investigación que se hace con interés y bienestar es una investigación que no pesa y que, con ello, se hace con más seguridad, más solvencia, más tranquilidad. Una sociedad feliz, es una sociedad proactiva y dispuesta a buscar soluciones, y no problemas.

¿Qué ámbitos abarca la Red Universitaria de la Felicidad?

Me atrevería a decir que todos. La Red Universitaria de la Felicidad no deja de ser un sistema donde los elementos que lo componen son diferentes profesores e investigadores de universidades españolas y extranjeras que abogamos y apostamos por la creación y generación de bienestar en nuestros respectivos trabajos, trasladando esta cuestión a otros ámbitos diferentes, como la gestión de empresas, el turismo, la gastronomía o la nutrición, por poner algunos ejemplos. Somos personal docente e investigador que, desde nuestras respectivas áreas de conocimiento (economía, medicina, comunicación, historia, lingüística, etc.) intentamos trasladar este principio a los mecanismos de trabajo y vida diarios. Al final, nuestra intención siempre es la misma: generar bienestar en la sociedad (que, a fin de cuentas, no deja de ser un objetivo egoísta, pues, cuanta más satisfacción social, más paz individual).

¿Se nota esta Red Universitaria de la Felicidad en el trabajo de docencia e investigación en el seno universitario?

Muchísimo. Y cada vez más. Ya hay muchos estudios que avalan la tranquilidad personal como mecanismo de obtención de mayores niveles de productividad. Y también hay muchos casos de empresas multinacionales que están invirtiendo en bienestar en sus trabajadores (y consumidores), en sus diferentes públicos internos o externos, para conseguir mayores beneficios económicos y sociales. Esto, aplicado a la universidad, es absolutamente comprobable: cuanto más felices somos en nuestro espacio universitario, mayores cosas conseguimos, con el alumnado y en las investigaciones.

¿El estudiantado aprecia esta filosofía?

Te iba a decir que quiero pensar que sí. Pero la realidad es que no quiero pensarlo, lo sé. Cuando hay conexión con un grupo de estudiantes, las clases son amenas, entretenidas, llenas de contenido y útiles, además de eficaces (y eficientes). Pero tanto para ellas y ellos, como para mí como docente. Y esto, cuando lo hablo con compañeras y compañeros de profesión, constato que es una realidad.

¿Se genera con estos principios una transferencia del conocimiento a la sociedad?

Sí. Y creamos escuela. Si desde la universidad se apuesta por un modelo de sociedad feliz… No olvidemos que el verdadero motor de impulso social que trae consigo las consecuencias de impulso empresarial y económico es la universidad. Si desde la universidad propugnamos tal filosofía, ello cala en el estudiantado, que lo traslada a su vida, bien personal, bien profesional.

¿Qué piensa que puede aportar a la sociedad la Red Universitaria de la Felicidad en estos momentos de turbulencia económica y social?

Paz. Positividad. Empatía. Comprensión. Entendimiento. Confianza. Seguridad. Serenidad. Y me atrevería a decir que también desahogo.

Cuando uno es feliz, la felicidad se extiende, se contagia. Con esta Red Universitaria de la Felicidad pretendemos aportar placer en nuestro día a día y que ello aumente nuestra calidad de vida en todos los aspectos.

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