En una sociedad en la que los servicios y productos turísticos se multiplican y diversifican a una velocidad vertiginosa, la elección por un destino se nos hace compleja y la apoyamos cada vez más en las opiniones de usuarios o en aquellas certificaciones que nos aseguran que un alojamiento, monumento o destino cuentan con una cierta garantía de calidad. Basados en el uso eficiente de los recursos, en la seguridad de las instalaciones o en el respeto al medioambiente, por ejemplo, las acreditaciones o sellos de calidad avalan unos estándares mínimos de confianza para el usuario o cliente.
Pero ¿dónde reside el verdadero éxito de una experiencia turística? Uno de los indicadores del éxito de un destino es el de la fidelización de sus visitantes, lo que se consigue fundamentalmente con la evocación de una buena experiencia que se desea repetir. El ser humano provoca aquellas sensaciones que le resultaron satisfactorias y anhela aquellas que disfrutan otras personas.
Como aval de bienestar en un destino turístico nace el certificado de excelencia empresarial: “Sello de calidad: Rutas Culturales Felices”. Este distintivo surge en el seno de la comunidad científica del Instituto Universitario de Investigación y Desarrollo Social Sostenible (INDESS), siendo la Universidad de Cádiz titular de la certificación (aportada por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación, OTRI), con el objetivo principal de diferenciar a aquellos modelos turísticos ejemplares de gestión de la felicidad de ideas, productos o servicios.
De manera objetiva, con la acreditación de Rutas Culturales Felices que se concede a administraciones o empresas de índole cultural e histórica, se miden aspectos relacionados con el bienestar subjetivo que hacen una experiencia turística más atractiva. El sello supone una ventaja competitiva para las rutas seleccionadas y empuja la promoción de propuestas de emprendimiento innovadoras y creativas que pongan en valor el patrimonio de un lugar y el desarrollo económico sostenible de la zona. En consecuencia, se prevé una revitalización del sector turístico a través de la búsqueda holística de la felicidad, así como un fortalecimiento de la identidad corporativa, que deriva en una percepción positiva de la imagen de la organización.
Una auditoría anual garantiza la validez de la marca registrada como Ruta Cultural Feliz, lo que asegura el trabajo continuo de las entidades por optimizar su rendimiento a través del enriquecimiento de la satisfacción de su capital humano. Este seguimiento, conlleva una mejora continua de la calidad de la ruta certificada, tanto en sus recursos tangibles como en aquellos relacionados con la profesionalización de su personal, situando a las administraciones y empresas a la vanguardia del sector cultural y turístico.
La iniciativa deriva en una mayor conciencia y compromiso social por la preservación del patrimonio, tanto en sus promotores, como en los usuarios que participan de forma activa en las Rutas Culturales Felices. La educación emocional y artística, bajo el paraguas de la felicidad, son piezas clave en los programas de actividades que se promueven y valoran en las referidas rutas, lo que también contribuye a la difusión del conocimiento y buena reputación de estos lugares.
En definitiva, el Sello de calidad: Rutas Culturales Felices aboga por convertirse en uno de los distintivos más motivadores para las entidades que opten por él al ejercer su actividad más allá de meros y encorsetados criterios económicos. Su obtención es seña de distinción de las organizaciones que eligen expandir su ámbito de influencia, no solo a efectos cuantitativos, sino en lo que a productos y servicios de calidad se refiere, focalizando su gestión en el apreciado capital intangible de la felicidad.
