Generalmente los días internacionales pretenden sensibilizar a la colectividad sobre temas de interés diverso, como la salud, los derechos humanos o el desarrollo sostenible, entre otros, esto se logra a través de una intervención de diversos medios sobre temas aún sin resolver que ameritan medidas concretas de manera particular con la intervención de los Gobiernos.
En este contexto, mediante resolución 66/281 de 2012, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), decretó que el 20 de marzo se celebrase el “Día Internacional de la Felicidad” para reconocer “la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno”, con ello se pretende visibilizar la relevancia de la alegría y del bienestar en un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado; la felicidad refleja el importante papel que cumple este estado de ánimo en el desarrollo social de las personas y la repercusión favorable en su entorno.
Es así como han pasado más de diez años desde que se publicó el primer Informe mundial de la felicidad, en donde fueron analizados 156 países y clasificados bajo la concepción que las economías exitosas deben ser juzgadas por la felicidad de las personas.
El Indicador de Felicidad, para su cálculo, toma en cuenta una serie de variables como el Producto Interno Bruto per cápita, la esperanza de vida saludable, apoyo social, libertad para tomar decisiones en la vida, generosidad y percepción de la corrupción. En base de lo cual se calcula un ranking que ha sido publicado lo últimos diez años; cuyos resultados, sin bien han sido fruto de algunos cuestionamientos por no incluir variables adicionales en su composición, o por lo subjetivo que podría ser esta métrica, no le restan valor a los resultados, sobre todo para compararlos a través del tiempo.
Entre los resultados del último informe publicado recientemente, en el World Happiness Report 2023, en donde se destaca que los países más felices del mundo “se mantienen notablemente resilientes a pesar de haber vivido varias crisis de forma superpuestas”; Finlandia ocupa el primer lugar por sexto año consecutivo; le siguen Dinamarca, Islandia, Israel, y Países Bajos; en los cinco primeros lugares; en el caso de España, descendió algunas posiciones, ahora se ubica en el puesto 32, cuando el año pasado ocupo el 29; en Latinoamérica, Costa Rica es el país mejor ubicado en el puesto 23.
Sin embargo, en la actualidad podemos señalar que la felicidad se encuentra seriamente amenazada; se están perdiendo algunos valores que los consideramos fundamentales como la amabilidad, la cooperación, el cuidado del ambiente; en la sociedad actual predomina el individualismo con bajos niveles de confianza y compasión, especialmente en tiempos de crisis a causa de conflictos bélicos, pandemias como el coronavirus, hambrunas o fenómenos naturales, esto a la par de la escasa presencia de acciones efectivas en lo social por parte de los gobiernos, aporta a que el panorama no sea alentador a futuro si no se dan cambios estructurales en la políticas públicas.
Finalmente, conforme lo señala en economista Jeffrey Sachs, “el objetivo final de la política y la ética debería ser el bienestar humano; el movimiento de la felicidad muestra que el bienestar no es una idea ‘suave’ y ‘vaga’, sino que se enfoca en áreas de la vida de importancia crítica: condiciones materiales, riqueza mental y física, virtudes personales y buena ciudadanía. Necesitamos convertir esta sabiduría en resultados prácticos para lograr más paz, prosperidad, confianza, civismo y, sí, felicidad”; es tiempo del cambio y ese cambio los hacemos todos. Para ello, los autores de este artículo consideran que es importante disponer de un Día Internacional de la felicidad como un faro que ilumina una sociedad donde brille el humanismo, la solidaridad, la justicia social, el bien común, etc. De este modo, quizá se cultive una ciudadanía donde todos seamos iguales a través de la felicidad de nosotros mismos y de los demás,
