¿Cómo están influyendo, en estos momentos, los partidos populistas y de extrema derecha en la felicidad de las democracias? 

La felicidad es algo complejo que depende de muchos factores: económicos, sociales, políticos… a la vez, que es algo subjetivo y va a depender del estado de ánimo de los individuos. Aún así, la felicidad, la podríamos considerar como algo a conseguir desde un punto de vista social. Para Aristóteles, la felicidad sería el fin que busca todo ser humano, lo que se traduce en el plano político en la búsqueda de consensos y justicia social. En cambio, los populismos (independientemente de la ideología que tengan) buscan la polarización de la sociedad, a través de la simplificación ideológica, agrupando y fidelizando a los seguidores y tratando al resto como enemigos. Es una actitud más estratégica que ideológica que implica orientar la acción política a favor de los partidarios y en contra de los adversarios, es decir, no se busca que la sociedad tenga la impresión de avanzar hacia el bien común, sino de que los partidarios crean que se está ganando una batalla en una especie de guerra.

En el trabajo que hemos realizado se obtiene que la democracia favorece la felicidad, pero con esas fórmulas de hacer política, se fomenta la crispación y no se hacen análisis objetivos, sino que se apela más a los sentimientos primarios de las personas; esto menoscaba el propósito de la democracia, que es que el pueblo busque el bien común y la justicia social, por lo que el grado de felicidad, debe verse afectado.

Dos ejemplos recientes y muy inquietantes son el asalto al Congreso por parte de los seguidores de Trump, en EE.UU. o en Brasil, por los seguidores de Bolsonaro. En ambos casos, no se quisieron reconocer los resultados electorales adversos y, al final, la sociedad acaba enfrentada. Pienso que esa forma de hacer política no favorece la felicidad de las personas, poque en vez de resolver los problemas, crea problemas que antes no existían.

En estos momentos de incertidumbre política y económica, ¿No es una utopía la felicidad democrática?

Yo creo que la democracia perfecta sería una utopía, pero la democracia tal y como la conocemos en los países de nuestro entorno, es una realidad y no es perfecta. Eso no impide que haya que perseguirla y tratar de acercarse a ella. La democracia es la que va a garantizar a la sociedad un estado de derecho con todas sus libertades, donde la participación de la ciudadanía es la piedra angular del sistema. Amartya Sen, dice que si los individuos practican la democracia van a aprender unos de otros, mediante la discusión y la confrontación de distintos puntos de vista, y esto les va a ayudar a formar sus valores y prioridades.

En calidad de investigadora de la economía de la felicidad, ¿piensa que los actuales sistemas democráticos de los países avanzados son fuente de felicidad ciudadana?

Pues sí, pero con matices. Creo que, en la actualidad, hay un sector de la sociedad que no se siente parte del proceso democrático, por ejemplo, jóvenes que no han conocido otro tipo de sistema político y no entienden que haya necesidad de defender los principios democráticos, de una manera activa; o adultos, desengañados por la imperfección del sistema y la ineptitud de los gobernantes para mejorarlo.

Bajo su punto de vista, ¿qué acciones sería interesante que emprendieran los gobiernos democráticos para cultivar la felicidad social de sus ciudadanos?

Para mí, esta pregunta está muy relacionada con el avance en el estado del bienestar. Deberían proveer los medios para alcanzar la justicia social, así como satisfacer las necesidades básicas de sus ciudadanos: empleo, vivienda, educación, sanidad. También deberían fortalecer las instituciones, así como su independencia, garantizando los derechos y libertades básicas a los individuos y desarrollar los filtros necesarios para que comportamientos poco éticos, por parte de los políticos, no tuvieran lugar.  Deberían procurar, que los ciudadanos se involucraran en la vida pública de una manera más activa, para ello, podrían mejorar la educación ya que unos ciudadanos más formados, podrían estar más capacitados para ello.

Como miembro de la Red Internacional Universitaria de la Felicidad, ¿qué papel puede jugar esta institución para impulsar el binomio felicidad-democracia?    

De momento pienso que el papel es muy modesto, y el objetivo que me plantea es demasiado ambicioso, pero tal vez, se podría contribuir avanzando en la investigación, tratando de profundizar en los casos particulares de los países. También se podría crear un foro de discusión, donde se reflexionara sobre el papel de la democracia en la felicidad social. De estas reflexiones y de los resultados obtenidos en los estudios, se podrían obtener argumentos para alentar a la ciudadanía a profundizar y participar activamente en la democracia, para alcanzar niveles de felicidad mayores.

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