Leonel Fernández está desesperado y acorralado. El que fuera presidente de República Dominicana durante 12 años tal vez pensó en octubre de 2019 que la legislatura actual iba a ser el trampolín que le impulsara al Palacio Nacional en las elecciones de 2024.

Sin embargo, el nuevo estilo de gobernar de Luis Abinader, con una absoluta priorización de las demandas del pueblo frente a otros intereses, los resultados de una gestión reconocida internacionalmente y la traslación de los buenos datos económicos hacia un mayor bienestar de la ciudadanía han dejado a Leonel muy lejos de sus propósitos iniciales.

En política nada se puede dar por sentado y, al parecer, las expectativas de Fernández Reyna fueron demasiado altas. Se ha demostrado que los tiempos han cambiado y que los modelos de gobierno de esta segunda década del siglo XXI nada tienen que ver con los años en los que gobernó.

Los sondeos de intención de voto, realizados por las más prestigiosas empresas demoscópicas del mundo, revelan que Leonel está muy lejos de cumplir con su único objetivo. Por eso ha profundizado y agudizado su estrategia basada en el populismo de corte trumpista más radical. Ya fracasó con el tema de Haití, sobre todo después de los éxitos diplomáticos conseguidos por el gobierno de Luis Abinader en Naciones Unidas. Ahora va camino de lo mismo con el contrato de Aerodom. Sobre todo porque, como buen trumpista, Leonel está manipulando la información y teniendo lagunas de memoria selectiva sobre la concesión que él mismo aprobó en el año 1999.

Leonel pretende hacer creer al pueblo dominicano que el contrato de Aerodom que ha derivado de la renegociación del que él aprobó es ilegal. Para ello está utilizando distintas estrategias en la que saca datos de contexto y los manipula. El propio contrato de 1999 desmiente la versión de Leonel Fernández.

El líder de Fuerza del Pueblo señala el proceso de elección del adjudicatario de la gestión de los aeropuertos dominicanos y se pone como ejemplo de transparencia porque él hizo una licitación pública. Posteriormente, lo contrapone a la renegociación realizada por el gobierno de Abinader.

«A diferencia del proceso original de adjudicación del contrato de concesión aeroportuaria que, como acabamos de ver, se hizo mediante licitación pública internacional, sin que hubiese una ley de compras y contrataciones que obligase a hacerlo, la actual renovación del contrato, sin embargo, se hizo de grado a grado […] El contrato original, como se ha dicho, fue sometido a una licitación pública internacional. Lo más lógico, por consiguiente, es que un gobierno que se vanagloria de considerarse a sí mismo como estandarte de la transparencia, al proceder a una renegociación de dicho contrato, hiciese lo mismo. Pero no ha sido así. El gobierno ha procurado esquivar la realización de una licitación pública. Sin embargo, para no ser acusado de violar la ley, crea una nueva, cuyo propósito exclusivo es el de modificar el contrato de concesión aeroportuaria de AERODOM, sin convocar a una licitación pública internacional», afirmaba Leonel en un artículo de opinión.

Sin embargo, el propio contenido del contrato de 1999 desmonta toda esta versión. En el punto 3.1.2 se indica claramente lo siguiente: «Renovación. El Termino del Contrato podrá renovarse por acuerdo mutuo de las Partes. Dicha renovación deberá solicitarse con no menos de un año de anticipación a la fecha de vencimiento de la Concesión (u otro plazo fijado de mutuo acuerdo entre las Partes) mediante comunicación por escrito de la Parte interesada a la otra Parte, comunicación que deberá estipular el plazo adicional porque se pretenda la renovación, así como los demás elementos contractuales relevantes».

Es decir, que, según lo indicado en el contrato de concesión aprobado por Leonel Fernández, no hay una vigencia finita, sino que el Estado dominicano tiene la potestad para renegociar antes de un año de su finalización. El líder de Fuerza del Pueblo utiliza la estrategia de que «cualquier tiempo pasado fue mejor» para intentar hacer ver al pueblo que él lo hizo bien (sin explicar, evidentemente, que su contrato no generaba beneficios a la ciudadanía) y que Abinader no cuando, según se comprueba en el contrato, la renegociación con Aerodom se enmarca dentro del cumplimiento estricto del contrato de concesión.

Un proverbio hebreo dice que «con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver». Eso es lo que le pasa a Leonel Fernández que sus mentiras y su populismo falto de ética se está cerrando la posibilidad de aportar en beneficio del pueblo dominicano para ser un estorbo al crecimiento de su patria.

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