Ya se ha dicho en innumerables ocasiones pero no se puede dejar de repetir: Leonel Fernández es el líder supremo del populismo en República Dominicana, de ese fenómeno que está asolando las democracias occidentales gracias a decir y prometer lo que la gente quiere escuchar. Luego otra cosa es cómo, una vez que alcanzan el poder, esos líderes incumplen de manera sistemática todo lo que prometieron.

Eso es lo que va a suceder a República Dominicana si Leonel Fernández volviera a la Presidencia del país caribeño. Ejemplos hay muchos, no hay más que ver cómo Donald Trump se presentó como el rebelde que luchaba contra los poderes del establishment y, una vez que alcanzó la Casa Blanca, legisló en favor exclusivo de los poderosos. O cómo, en Reino Unido, el líder del Brexit, Nigel Farage, no tuvo ningún problema en reconocer que habían mentido a los ciudadanos y que ninguna de las promesas hechas se iba a cumplir. El ejemplo más reciente, Javier Milei en Argentina y su imposibilidad para aprobar leyes.

Con Leonel pasa lo mismo. Sin embargo, se produce un proceso aún más peligroso. A pocos días de la celebración de las elecciones municipales, el líder de Fuerza del Pueblo ha pasado del populismo al peligroso escenario de la teoría de la conspiración cercana a las invenciones del movimiento QAnon.

Dentro del conspiracionismo mundial se suelen bautizar sus teorías con nombres rimbombantes que asemejan al vocabulario militar o de los servicios de inteligencia. Leonel Fernández se ha abonado a uno de los mantras de estos movimientos que es el del fraude en las elecciones. En todos los procesos electorales en los que la extrema derecha populista no gana, siempre aparecen acusaciones de ello.

No hay más que recordar a Donald Trump en 2020, cuando hay pruebas de que el intento de fraude se intentó desde la propia Casa Blanca o por representantes electorales del Partido Republicano. O cómo los partidarios de Jair Bolsonaro se manifestaron afirmando que no se habían contado papeletas para favorecer a Lula da Silva. Lo mismo que ha sucedido en Francia con Marine Le Pen o en España con la masa de la extrema derecha cercana a Vox. Por cierto, no se puede olvidar la semejanza entre los colores del partido ultra español con los de Fuerza del Pueblo. Pero eso, sólo podría ser una casualidad…, evidentemente.

Ahora es Leonel Fernández quien está agitando ese avispero. En su columna de opinión en Listín Diario el líder de Fuerza del Pueblo afirmó que «en las elecciones del 2020, el PLD y aliados obtuvieron 65 de 158 alcaldías. Víctimas de la ‘Operación Sanguijuela’ del oficialismo, le sustrajeron más de 30 de sus representantes municipales, contando ahora con 31 alcaldes. En el caso de los directores municipales, el PLD y aliados obtuvieron la mayoría, al triunfar en 119 de 235 cargos. Por las mismas deplorables maniobras, disminuyeron en más de 40 plazas, para disponer de 74 directores municipales».

Además, no duda en acusar al gobierno de apelar «a todos los métodos clientelares e ilegales para tratar de imponerse en las urnas».

Nada de lo que dice Leonel se diferencia mucho de lo que se afirma en los tratados de QAnon, la nueva Biblia del populista de extrema derecha o del antiglobalismo mundial. Hay que recordar que entre los seguidores de QAnon se defiende que el Titanic no se hundió, sino que fue otro barco, y que no fue un accidente, sino una operación de la banca estadounidense para crear la Reserva Federal.

Otro de los argumentos que fortalecen el sustrato cuasi teológico de Leonel es el dar por hecho cosas que todavía no han pasado. Actúa como los vendedores puerta a puerta que tienen como herramienta de marketing el dar por hecho que su producto siempre está vendido.

En fin, si este es el nivel… que Dios nos coja confesados.

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