Luis Abinader llegó a la Presidencia de la República Dominicana bajo la bandera del «cambio», y uno de los pilares sobre los que se asentó su proyecto para su primera legislatura era la priorización de medidas de lucha contra el cambio climático. Durante los gobiernos de Leonel Fernández y de Danilo Medina, como en la gran mayoría de los países del mundo, se dejaron de lado aspectos clave como, por ejemplo, la concepción del diseño de las infraestructuras para que éstas fueran resistentes a los grandes desastres meteorológicos.
Los fenómenos extremos que se están viviendo en casi todos los rincones del planeta por culpa del cambio climático están demostrando que las consecuencias del calentamiento global ha sido un tema que, por otros intereses, ha sido dejado de lado y ahora se pagan las facturas.
Este otoño se ha visto cómo en España se han caído puentes o han desaparecido autovías por culpa de las inundaciones provocadas por una DANA. En Italia ha sucedido en dos ocasiones en menos de cuatro meses, primero en la región de Emilia-Romaña y en septiembre en la Toscana. Ningún país está a salvo de estos fenómenos meteorológicos radicales, inesperados y fuera de temporada porque el cambio climático es una realidad por mucho que haya negacionistas que pretendan seguir mirando a otro lado.
Además de las medidas de descarbonización que se están implementando en muchos rincones del mundo, la adaptación de las infraestructuras es un punto que se ha dejado de lado y el presidente dominicano lo ha expresado de la manera más cruda, sin eludir ningún tipo de responsabilidad, tras el derrumbe del túnel de la avenida 27 de Febrero.
Abinader, en una comparecencia ante los medios de comunicación, fue contundente al afirmar que esa tragedia, que provocó nueve muertes, no se produjo por una falta de mantenimiento, sino por un error de diseño y construcción. Para evitar que esto se vuelva a producir, el presidente dominicano anunció la creación de una comisión para la supervisión de las infraestructuras dominicanas ante el cambio climático y cuyo propósito será evaluar con la mayor transparencia, en un periodo de 6 meses, todas las infraestructuras y sus riesgos.
La falta de ética a la hora de adjudicar obras públicas, como ocurrió con las concesiones a Odebrecht, sin el rigor y el compromiso que exige una gestión transparente conlleva que, tarde o temprano, estos desmanes originen desgracias y que a la ciudadanía siempre le toque sufrir las consecuencias.
Desde que llegó al poder en agosto de 2020, Luis Abinader ha priorizado la lucha contra el cambio climático dentro de su agenda de gobierno. Los hechos, las medidas, los tratados internacionales firmados, están ahí. Sin embargo, se ha perdido mucho tiempo y ahora se pagan las consecuencias.
«El país tiene que estar consciente de que este cambio climático es una realidad con fenómenos imprevistos, intensos y fuera de temporada», dijo ayer Abinader, quien añadió que «el cambio climático le estaba saliendo muy caro a República Dominicana».
Ahora sólo queda seguir profundizando esas políticas y los anuncios realizados por Abinader, muestran que el compromiso con su pueblo es incondicional, asumiendo errores, pero planteando soluciones, como están obligados a hacer los gobernantes.