Según António Guterres, la brecha de emisiones se parece más a un cañonazo, un cañonazo plagado de promesas rotas, vidas rotas y récords rotos. Foto: UNICEF/Pouget

Las temperaturas mundiales se disparan y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) alcanzan niveles sin precedentes mientras ninguno de los países del G20 está reduciendo las emisiones a un ritmo coherente. Por ello, más que nunca, es necesaria una acción climática drástica para alejar al mundo de un cambio climático galopante y alinearlo con los objetivos del Acuerdo de París.

El Informe sobre el desfase en las emisiones en 2023, publicado el lunes por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), transmite un mensaje claro: a menos que los países intensifiquen la acción por el clima y cumplan más de lo prometido en sus compromisos para 2030, el mundo se encamina hacia un aumento de la temperatura de entre 2,5 °C y 2,9 °C por encima de los niveles preindustriales.

Un disco rayado

Al presentar el informe desde Nairobi, la directora ejecutiva del PNUMA ha afirmado que no hay persona ni economía que no se vea afectada por el cambio climático, y ha subrayado la urgente necesidad de «dejar de batir récords no deseados en emisiones de gases de efecto invernadero, máximos de temperatura global y fenómenos meteorológicos extremos».

En su lugar, ha dicho Inger Andersen, «debemos levantar la aguja del viejo disco de inoperancia, y empezar a establecer otros récords en reducción de emisiones, en transiciones verdes y justas y en financiación climática».

Para volver a la senda de los 2° centígrados de aumento de la temperatura por encima de los niveles preindustriales, las emisiones deben reducirse al menos un 28% en comparación con los escenarios actuales. Para situarse dentro del límite de 1,5°C será necesario un recorte del 42%.

Si nada cambia, en 2030 las emisiones serán 22 gigatoneladas superiores a lo que permitiría el límite de 1,5 °C, aproximadamente el total de las emisiones anuales actuales de Estados Unidos, China y la Unión Europea (UE) juntas.

Uniendo continentes

El mensaje de Andersen, procedente de África, ha recibido un apoyo inequívoco al otro lado del mundo, en Nueva York, donde el Secretario General ha hecho un poderoso llamamiento a los líderes mundiales.

«La brecha de emisiones se parece más a un cañonazo, un cañonazo plagado de promesas rotas, vidas rotas y récords rotos», ha dicho António Guterres, subrayando que el cambio debe empezar por arriba.

«Todo esto es un fracaso de liderazgouna traición a los vulnerables y una enorme oportunidad perdida», ha añadido.

Reiterando que las energías renovables nunca han sido más baratas ni más accesibles que ahora, ha instado a los líderes a «arrancar la raíz envenenada de la crisis climática: los combustibles fósiles».

También ha pedido a los países que se comprometan a eliminar progresivamente los combustibles fósiles con un calendario claro alineado con el límite de 1,5º, así como a los que aún no lo han hecho, que anuncien sus contribuciones al Fondo Verde para el Clima y al nuevo fondo de Pérdidas y Daños para «arrancar con fuerza».

Balance en la COP28

El llamamiento se produce cuando faltan apenas diez días para que comience la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) en Dubai, en la que se realizará el primer balance mundial de la aplicación del Acuerdo de París, que servirá de base para la próxima ronda de Contribuciones Nacionales Determinadas que los países deberán presentar en 2025, con objetivos para 2035.

La ambición global en la próxima ronda de Contribuciones debe llevar las emisiones de gases de efecto invernadero en 2035 a niveles consistentes con trayectorias de mantenimiento de la temperatura global entre 2° y 1,5°.

En el escenario más optimista, en el que se cumplen todos los planes nacionales y los compromisos para las cero emisiones netas, podría lograrse limitar el aumento de la temperatura a 2º.

Sin embargo, las promesas de cero emisiones netas no se consideran creíbles en la actualidad: ninguno de los países del G20 está reduciendo las emisiones a un ritmo coherente con sus objetivos de cero emisiones netas. Incluso en el escenario más optimista, la probabilidad de limitar el calentamiento a 1,5 °C es sólo del 14%.

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