Las personas afectadas por las guerras entre bandas en Puerto Príncipe, la capital de Haití, han descrito cómo sus vidas han cambiado violentamente, y una de ellas afirma que siente que ha perdido su identidad y que ya no vale para nada.
Él y otros hablaron con Eline Joseph, que trabaja para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Puerto Príncipe con un equipo que proporciona apoyo psicosocial a las personas que han huido de sus hogares a causa de la violencia y la inseguridad.
«Tengo que decir que cada vez me resulta más difícil hacer mi trabajo, ya que no puedo moverme libremente y atender a las personas desplazadas, especialmente a las que se encuentran en zonas rojas, que son demasiado peligrosas para visitarlas», explica.
La inseguridad en Haití no tiene precedentes: violencia extrema, ataques de bandas armadas, secuestros. Nadie está a salvo. Todo el mundo corre el riesgo de convertirse en víctima. La situación puede cambiar de un minuto a otro, por lo que deben permanecer alerta en todo momento.
Pérdida de identidad
«Hace poco conocí a una comunidad de agricultores que, debido a la actividad de las bandas, se vieron obligados a abandonar sus fértiles tierras en las colinas de las afueras de Petionville -barrio del sureste de Puerto Príncipe-, donde cultivaban hortalizas. Uno de los líderes me contó cómo habían perdido su modo de vida, cómo ya no podían respirar el aire fresco de la montaña ni vivir de los frutos de su trabajo. Ahora viven en un lugar para desplazados con gente que no conocen, con escaso acceso al agua y a un saneamiento adecuado y con la misma comida todos los días».
Relata Eline Joseph que aquel líder le dijo «que ya no es la persona que era, que ha perdido su identidad, que según él era lo único que poseía en el mundo. Dice que ya no vale nada».
Prosigue comentando que ha oído historias desesperadas de hombres que se han visto obligados a presenciar la violación de sus esposas e hijas, algunas de las cuales estaban infectadas por el VIH. «Estos hombres no pudieron hacer nada para proteger a sus familias, y muchos se sienten responsables de lo ocurrido. Un hombre me dijo que se sentía inútil y que tenía pensamientos suicidas. He escuchado a niños que esperan a que sus padres vuelvan a casa, temiendo que los hayan matado a tiros»
Apoyo psicológico
Desde la OIM proporcionan los primeros auxilios psicológicos a las personas, incluyendo sesiones individuales y de grupo. También se cercioran de que estén en un lugar seguro.
«Ofrecemos sesiones de relajación y actividades recreativas para ayudar a las personas a relajarse. Nuestro enfoque se centra en las personas. Tenemos en cuenta su experiencia e introducimos elementos de la cultura haitiana, como proverbios y bailes. También he organizado sesiones de asesoramiento para personas mayores».
Recuerda que, cierto día, «una mujer se me acercó después de una sesión para darme las gracias, diciendo que era la primera vez que tenía la oportunidad de expresar con palabras el dolor y el sufrimiento que estaba experimentando».