Las últimas encuestas dan alas a las socialistas y no sólo por el hecho de encontrarse en una situación de empate técnico con los populares (la diferencia a favor de estos últimos es de 1,3 por ciento en estimación de voto, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas). Los dirigentes del PSOE respiran aliviados por haber frenado la cascada de votantes que se les marcha a Podemos.

Conseguida la hegemonía de la izquierda y visto que el partido de Pablo Iglesias no les hace tanta sombra, los socialistas han decidido cambiar de estrategia: el adversario ya no es tanto Podemos, sino el Partido Popular. Por eso, el PSOE eleva en este tramo de campaña su tono de crítica al PP. Ayer, el líder del partido, Pedro Sánchez, acusó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de gobernar para “los de la amnistía fiscal”.

En enero, los datos demoscópicos para el PSOE eran preocupantes. Nada menos que el 26,1 por ciento de los antiguos electores socialistas mostraba su intención de votar a Podemos, según el barómetro del CIS correspondiente a enero. Cuatro meses después, el partido mayoritario de la oposición ve cómo ese porcentaje ha caído casi diez puntos; del 26,1 se ha pasado al 15,5.

Hay otro dato que siembra el optimismo en las filas socialistas. En enero, el 30,2 por ciento de los votantes del PSOE sostenía, con toda seguridad, que nunca votaría a Podemos. Ahora, ese porcentaje se eleva al 39,6 por ciento.

De igual manera que el PSOE ha logrado frenar el trasvase de voto a Podemos, aumenta el peligro de que sus electores se vayan a Ciudadanos. Las cifras –demasiado pequeñas todavía- no preocupan, de momento, a los socialistas. Hace cuatro meses, sólo el 0,9 por ciento de los votantes socialistas se decantaba por trasladar su sufragio al partido de Albert Rivera. Ahora, el trasvase de votos es el 4,5 por ciento.

Por otra parte, en enero el 49,3 por ciento del electorado socialista decía que nunca, con toda seguridad, votaría a Podemos. Cuatro meses después, ese porcentaje ha caído hasta el 45,1.

Así las cosas, el enemigo a batir por parte de los socialistas ya no son tanto los partidos nuevos –Podemos y Ciudadanos-, sino el PP. Así lo demostró ayer el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante la celebración de un acto electoral en Vitoria. En el mitin, Sánchez se olvidó de atacar a los dirigentes de Podemos y Ciudadanos y cargó contra el PP. El argumento para atacar a los populares es viejo. Según el líder de la oposición, el presidente del Gobierno se limita a gobernar para “los de la amnistía fiscal”.

Dos jornadas de Pedro Sánchez en Andalucía

Por otra parte, habrá que estar atentos a las dos jornadas que Pedro Sánchez emprende a partir de hoy en Andalucía. Ésta es la primera ocasión en la que el líder socialista acude a en campaña a esa comunidad autónoma, pero no estará en ningún acto acompañado por la presidenta en funciones de la Junta, Susana Díaz.

El PSOE andaluz resta importancia a esta circunstancia, tras recordar que Díaz está centrada en preparar la sesión de investidura prevista para mañana, en la que será la tercera votación para tratar de lograr la mayoría suficiente. El secretario de Organización de los socialistas andaluces, Juan Cornejo, argumentó ayer que el hecho de que los líderes tengan sus propias agendas permite que estén en más sitios y que haya una mayor presencia en todo el territorio.

El partido en Andalucía sigue molesto con las filtraciones de la Ejecutiva federal del PSOE en algunos medios para crear un clima de opinión tendente a que si los socialistas obtienen buenos resultados en las elecciones del día 24, no habrá dirigente que pueda hacer frente a Pedro Sánchez en las primarias para elegir candidato a la Moncloa, que deben tener lugar el 26 de julio. Los socialistas andaluces insisten en que Ferraz no puede, en ningún caso, dar por enterrado el proceso de primarias.

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