Teófilo de Luis, diputado del Grupo Popular

Desde hace tiempo, con gran interés mediático, la Unión Europea primero y los Estados Unidos después iniciaron conversaciones con la República de Cuba para lograr sendos acuerdos de contenido político, social y económico. En ambos casos, y desde el campo democrático Unión Europea-Estados Unidos, se ha dicho que para avanzar en el desarrollo de esas conversaciones era necesario avanzar en el ámbito del respeto de los Derechos Humanos en la isla.

Estas negociaciones, que significan una novedad en las relaciones internacionales con Cuba, traen causa de una situación límite de la economía cubana que ocasiona una crisis social de importante magnitud para el pueblo cubano, por lo que si la dictadura logra resolver estos problemas a cambio de nada puede lograr la consolidación de un sistema político que oprime a todo un pueblo y viola de forma sistemática los más elementales derechos de las personas.

Hasta ahora Cuba no ha dado un paso que demuestre interés por el mejor futuro de su pueblo, pero sí ha logrado una foto con Obama y culpar del desencuentro entre ambas naciones a los predecesores del presidente americano, también está cerca de conseguir la apertura de embajadas, mayores facilidades de viajes, envío de remesas desde Estados Unidos y tras el encuentro en la Cumbre de Panamá se pide su salida de la lista de países que apoyan el terrorismo. Todos estos acontecimientos pueden ser presentados por Castro como un éxito pero con una escasa incidencia en la reactivación de su economía que es en mi opinión su objetivo principal.

En el contexto de las negociaciones las percepciones no deben desdibujar el objetivo principal que para quienes estamos en el campo de la democracia es lograr que el pueblo de Cuba goce de un mayor espacio para diseñar su futuro.

Sin embargo, es necesario desde ambos equipos negociadores mostrar a Cuba las limitaciones que tienen en el campo de las conversaciones.

El equipo europeo tiene mandato para negociar pero con la Posición Común vigente y las cláusulas democráticas presentes. Por su parte, el equipo americano tiene al Capitolio observando el proceso bajo el control republicano y por el momento no tiene intención de modificar la legislación que restringe el tráfico comercial entre Estados Unidos y Cuba.

Por tanto parece oportuno dar a conocer la realidad a los negociadores cubanos y que sepan que ha llegado el momento en el que ellos deben actuar.

Si su objetivo fundamental es reactivar su economía y así lograr resolver la crisis social que sufre el país ofreciendo mejores oportunidades de futuro, parece lógico que fueran los trabajadores de Cuba quienes se aseguraren el beneficio de cualquier mejoría. En democracia en esta labor de defensa de los trabajadores se reconoce un papel importante a las fuerzas sindicales y, puesto que la Constitución cubana vigente no ofrece dificultad u objeción para ello, parece que la libertad sindical podría ser una buena muestra de voluntad de los dictadores para lograr un éxito en las negociaciones en marcha, todo ello en beneficio del pueblo cubano.

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