Leonel Fernández está recorriendo la misma senda de todos los movimientos populistas de extrema derecha del mundo: antipolítica, negacionismo, conspiracionismo electoral, demagogia, desinformación son algunos de los elementos que llenan el discurso con el que pretende engatusar al pueblo dominicano de cara a las elecciones presidenciales de mayo. Todo ello sin propuestas, evidentemente, que sirvan de contrapeso a lo que tanto critica.

Es un hecho que Leonel Fernández está creando una realidad paralela y pretende que la ciudadanía de la República Dominicana entre en ella. Tal y como ha ocurrido en otros países de Latinoamérica, ese escenario populista, ese paraíso prometido, se convierte en infierno cuando choca con la realidad. Si no, que le pregunten a los hermanos argentinos que ya se están arrepintiendo de haber creído el discurso de Javier Milei. Por no hablar de otros presidentes latinoamericanos a los que la extrema derecha mundial ha convertido en mitos en vida.

Leonel ha utilizado un espacio de un importante medio de comunicación dominicano para hacer un ejercicio de trumpismo radical en el mismo sentido que otras fuerzas populistas europeas y norteamericanas: la negación del propio sistema democrático o la exacerbación de que el sistema de libertades y derechos no es limpio.

En concreto, se ha sumado a las acusaciones (aunque afirma que no las avalan) de un supuesto boicot electoral orquestado por el partido del gobierno para apropiarse del resultado electoral en los comicios municipales que se celebran este fin de semana. Es decir, exactamente lo mismo que afirmó Donald Trump tras perder las elecciones de 2020, Marine Le Pen en 2022 o la extrema derecha española en 2023. Resulta curioso que Leonel pida una investigación sobre esas acusaciones después de lo que sucedió en 2012. Como dice el refranero español, «cree el ladrón que todos son de su condición».

«Nosotros lo que hicimos fue pedirle a la Junta Electoral Central que investigue, es sencillamente lo que hemos hecho, no la hemos avalado [la acusación], pero que investiguen, por si acaso», afirmó Leonel, en un ejemplo palmario de cómo tirar la piedra y esconder la mano.

Haití

El líder del populismo de la República Dominicana pretendió, además, desdeñar la labor que está haciendo Luis Abinader respecto a la crisis de Haití, una crisis que afecta directamente al bienestar de la ciudadanía dominicana.

Reconoció está preocupado por el hecho de que el actual presidente pueda obtener réditos electorales por sus éxitos internacionales. Por esta razón, Leonel intentó minusvalorar todo lo que la diplomacia dominicana ha conseguido respecto a Haití.

En concreto, Fernández señala que tanto él como su partido están preocupados por el hecho de que Luis Abinader deje de actuar como «un estadista y se comporte como un candidato a la reelección» para captar votos en su favor. ¿Se puede ser más demagogo?

Por otro lado, volvió a acudir a los tópicos que se están utilizando en Europa y Estados Unidos al unificar los términos «inmigración» con «amenaza» o, lo que es peor, dejar caer, aunque no lo diga, que se vive «una invasión».

«La realidad es que podemos contener la migración ilegal empezando por no dar tantas visas al aire, hay que poner un freno ahí porque estamos en momentos de dificultades y aunque se ha detenido el proceso, ellos siguen entrando», afirmó Leonel.

Además, para quitar valor a los logros internacionales de Luis Abinader, el líder del populismo dominicano no dudó en restar importancia a las implicaciones internacionales de la crisis de Haití. «La crisis de Haití coincide con un mal momento porque el mundo se encuentra en un escenario convulso e incierto en que las prioridades son otras», dijo el presidente de Fuerza del Pueblo.

Y, como no puede controlar su egocentrismo, hizo referencia a una medida del pasado, en concreto la misión internacional de 2004, una misión que fracasó y que terminó con gravísimas violaciones de los derechos humanos.

A medida que se acercan las fechas de las elecciones presidenciales del mes de mayo, Leonel Fernández va forzando tanto la situación que ya se equipara a los líderes de los movimientos supremacistas y populistas de la extrema derecha mundial. Por lo menos, aún no ha cogido una motosierra.

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