El presidente Luis Abinader durante la IX Conferencia Iberoamericana de ministros por el Medio Ambiente.

“La Biodiversidad en la República Dominicana” es un documento, fechado en octubre de 2020, que se enmarca en los mandatos del Artículo 136 de la Ley Marco No. 64/00, sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, y los Artículos 21 y 22 de la Ley Sectorial No. 333/15 sobre Biodiversidad.

Se trata de un instrumento creado bajo el mandato del recordado ministro Orlando Jorge Mera, que aborda políticas para la planificación de acciones de conservación y uso sostenible de la biodiversidad, a la vez que sirve como herramienta para la toma de decisiones en la implementación de proyectos de desarrollo, la investigación y conservación. Un texto que, en un acto de democracia participativa, se puso a disposición de la ciudadanía invitando a fortalecer las iniciativas para la conservación de los elementos de la biodiversidad -ecosistemas, genes y especies-, como parte fundamental del patrimonio natural del país.

Decía Séneca que «el trabajo y la lucha llaman siempre a los mejores», y de alguna manera República Dominicana y su presidente Luis Abinader son la prueba palpable de la tarea bien hecha, también en política de medio ambiente. Porque tres años después de la elaboración de este documento y el desarrollo de muchas de las acciones que contiene, República Dominicana llegará a la Cumbre de la Biodiversidad de Montreal, el próximo mes de diciembre, con los deberes hechos. Son los misterios de las hemerotecas: guardan lo que los cobardes quieren tapar y ponen el foco en los logros del trabajo.

De modo que, ya dos meses después de la toma de posesión del presidente Abinader, momento en que ve la luz este documento clave, estaba meridianamente claro el protagonismo que iba a adquirir en el plan de gobernanza la biodiversidad. Y es en estas cuestiones, por ejemplo, donde aflora el nuevo estilo de gobernar del mandatario dominicano. Sabe que, además de los retos domésticos, existen otros que trascienden República Dominicana, que engloban a todo el planeta y que requieren solidaridad para buscar soluciones, por ejemplo, ante la emergencia climática.

«La diversidad biológica sostiene el funcionamiento de los ecosistemas y sus interacciones, proveyendo los servicios ambientales para el sostenimiento de los procesos vitales, tanto ecológicos como para la vida humana. Una gestión sostenible de la biodiversidad es vital para el bienestar humano y el desarrollo económico de la nación, así como para la consecución de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y, de manera específica, contribuir a la erradicación de la pobreza, como lo establece la Constitución dominicana y la Estrategia Nacional del Desarrollo», prosigue el documento.

Y es que República Dominicana no está exenta de esa realidad de carácter global. Si tenemos en cuenta un detalle, su cobertura boscosa antes de la colonización era sumamente alta y, como consecuencia de un proceso acelerado de desarrollo para suplir necesidades vitales humanas, se ha reducido significativamente, impactando sobre los múltiples componentes de la biodiversidad de relevancia para los ecosistemas.

La preocupación sobre la pérdida de diversidad biológica se ha extendido a nivel global; por ello, la comunidad internacional ha promovido el Convenio de Diversidad Biológica (CDB), del que forman parte hoy día 196 países, incluyendo República Dominicana. Éste persigue la conservación de la diversidad biológica, el uso sostenible de cada uno de sus componentes, y la distribución justa y equitativa de los beneficios que se derivan de la utilización de los recursos genéticos.

Aunque República Dominicana no ha logrado eliminar todas las causas subyacentes que contribuyen a la pérdida de biodiversidad, viene alcanzando importantes avances para reducir la presión sobre los ecosistemas y recuperar aquellos que han sido degradados, fortaleciendo el marco legal institucional. De este modo, cobra gran relevancia el programa de restauración ecológica de ecosistemas, los programas de monitoreo de ecosistemas y especies amenazadas y las evaluaciones de la biodiversidad en áreas silvestres protegidas y no protegidas. Como no podía menos, un eje básico es la Estrategia Nacional para la Conservación de la Biodiversidad con la que el Gobierno de Luis Abinader vuelve a estar a la altura ante las exigencias del Convenio de Diversidad Biológica (CDB).

Y eso significa posicionarse también del lado de la vida, de los seres vivientes más vulnerables, pues se calcula que a causa del cambio climático y la reducción de hábitats, se extinguen unas 30.000 especies al año en el planeta y se estima que para fines de este siglo el cambio climático será la causa principal de la pérdida de biodiversidad.

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