Castillo de los Fantasmas. Edimburgo

Aunque al parecer está documentada la presencia de los romanos en estas tierras a principios de nuestra época, la fecha de la que se tienen las primeras noticias como ciudad de Edimburgo datan del año 1124, en que el rey David I de Escocia otorga unos terrenos a una iglesia para instalarse en la ciudad. Tres siglos más tarde, en 1437, Edimburgo se convierte en la capital de Escocia y comienza su desarrollo social, político, cultural y económico hasta el día de hoy.

Situada a orillas del fiordo formado por el río Forth, Edimburgo es la segunda ciudad más poblada de Escocia tras Glasgow, con una población que supera al medio millón de habitantes, y a lo largo de su historia ha sido el principal centro cultural y académico de esta pequeña nación, sobre todo debido al prestigio y notable actividad de la prestigiosa Universidad de Edimburgo. También es muy conocida en el mundo por su Festival de Edimburgo, con numerosas actuaciones y en que,  «durante tres semanas, la capital escocesa se transforma con más de 3.000 espectáculos de música, teatro, danza y comedia, y el ambiente se tiñe de frenesí y locura. Las calles son un caos de actuaciones, visitantes, mercadillos…», aseguraba la página de presentación de este evento en la Web Más Edimburgo.

Habiendo sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, la ciudad cuenta con dos partes claramente diferenciadas, el casco histórico antiguo de origen medieval y la ciudad nueva, donde se desarrolla principalmente la actividad económica. Edimburgo, además, es uno de los lugares más visitados del Reino Unido tras Londres con algo más de trece millones de turistas al año. Es una ciudad coqueta, acogedora, plácida y pequeña que puede ser recorrida y disfrutada en apenas unos días sin necesidad de alquilar un coche y, casi me atrevería a decir, sin apenas utilizar transporte público. A continuación, te detallamos los lugares, instituciones, edificios históricos, iglesias y museos que hemos considerado de interés durante nuestra visita, pero siendo conscientes de que todo viajero acaba descubriendo siempre otros rincones, buenos pubs de estilo británico y puntos de interés que le darán un nuevo sentido a su visita.

1. Castillo de Edimburgo. Es uno de los lugares centrales en toda visita a la capital de Escocia y es una fortaleza militar que data del siglo XII construida sobre una roca volcánica. Se puede visitar -consultar horarios siempre- y en su interior se encuentra el Museo Nacional de la Guerra, muy en el estilo de otros parecidos que se pueden visitar en el Reino Unido.

2. Museo Nacional de la Guerra. Es una gran colección de objetos militares, artefactos, escudos, enseñas y curiosidades relacionadas con este mundo que arranca desde el siglo XVII y llega hasta nuestros días repasando cuatrocientos años de historia del Reino Unido pero también de Escocia. 

3. Monumento a Nelson. Es otro lugar que no te debes perder en tu visita a la ciudad, sobre todo por las vistas que te ofrece desde la colina donde se ubica, Calton Hill, son quizá las mejores de Edimburgo. Esta torre, en forma de telescopio, se construyó en 1815 en homenaje al almirante Nelson y a la victoria en la batalla de Trafalgar, pudiéndose visitar en su interior un museo dedicado a esta figura histórica imprescindible en la historia británica. 

4. Observatorio. El Real Observatorio de Edimburgo, que es como realmente se llama, comenzó su andadura como proyecto en 1811 pero finalmente, tras numerosos avatares y problemas en sus obras, comenzó a funcionar en 1834. Se encuentra situado en una pequeña colina llamada Calton, muy cerca del ya reseñado monumento dedicado al almirante Nelson, y un buen balcón para ver en toda su dimensión a Edimburgo.

5. Catedral de Edimburgo. Es conocida como la Iglesia de San Gil también y data del año 1466, aunque sus orígenes podrían ser anteriores debido a que en 1385 el edificio original fue destruido por un incendio. Su mayor peculiaridad es su bella cúpula que tiene forma de corona real, destacando de la misma también su inconfundible y muy peculiar estilo gótico. 

6. Parlamento de Escocia. Se encuentra en pleno centro de Edimburgo y es la antigua casa que albergó el parlamento de Escocia hasta 1707, aunque sus orígenes datan del siglo XIII. El edificio da nombre a la plaza del mismo nombre en cuyo centro, bien visible, se encuentra una escultura ecuestre de Carlos II, un figura histórica que goza de una gran reconocimiento en Escocia. 

7. Palacio de Holyroodhosue. Hemos encontrado esta reseña que reproduce muy sucintamente su historia: “Situado en uno de los extremos de la Royal Mile, el Palacio de Holyrrodhouse más conocido como Palacio de Holyrood, continúa siendo hoy en díala residencia oficial de la reina de Inglaterra en Escocia. Fue a partir de la Edad Media cuando los reyes cambiaron el frío Castillo de Edimburgo por la confortable abadía de Holyrood. En 1503 Jacobo IV ordenó la construcción de la primera residencia y, años después, Jaime V hizo construir la torre en la que viviría la Reina María Estuardo entre los años 1561 y 1567. Fue un siglo más tarde cuando Carlos II lo transformó en uno de los palacios más admirados de Escocia”. (Página citada y reseñada: https://www.edimburgo.com/palacio-holyroodhouse).

8. Plaza de San Andrés. Es una de las plazas más bellas y conocidas de la ciudad y está coronada en el centro por la estatua de 46 metros de Nenry Dundas, vizconde de Melville. Es una zona de bancos, hoteles y oficinas no muy concurrida por la noche y con poco ambiente, por no decir nulo, cuando cae la tarde. Tiene un aire muy inglés y sus obras se comenzaron en 1772, habiendo concluido en el siglo XIX, como una buena parte de los edificios más importantes de la ciudad. 

9. Galería Nacional de Escocia. Es un edificio de indudable estilo neoclásico que abrió sus puertas en 1859 y fue diseñado por el arquitecto William Henry Playfair. Es la gran colección de pintura de Escocia, atravesando diversos períodos, y en su interior también podrás contemplar obras de Claude Monet, Sandro Boticelli y El Greco junto a otros artistas menos conocidos tanto nacionales como foráneos.

10. La Milla Real. Es la calle más importante de Edimburgo y conduce, en un extremo, al Castillo de la ciudad y, en el otro, al parlamento escocés y al Palacio de Holyrood, siendo una de las grandes arterias de la ciudad al estilo de lo que pudiera ser la Gran Vía de Madrid u Oxford Street en Londres. Atraviesa numerosos monumentos, calles y edificios de interés, como la Catedral de San Gil y el cercano Banco de Escocia, pero también en la misma surgen interesantes callejones y nos encontramos con una nómina de bares, restaurantes y pubs muy concurridos y alegres en la misma.

11. Museo Nacional de Escocia. Es un gran museo donde cuenta, obviamente, la historia de esta nación y fue el resultado de la fusión de dos instituciones: Museum of Scotland y el Royal Museum. El Museo de Escocia data de 1998 y es un edificio moderno y el Royal, un edificio sencillo pero robusto, de 1861, habiéndose creado una combinación armoniosa y muy funcional entre ambos. Como curiosidad, en su interior nos encontramos con una guillotina denominada The Maiden, que decapitó en el siglo XVII a más de 150 personas, según cuentan las crónicas históricas.

12. Teatro del Festival de Edimburgo. Es un edificio moderno, terminado de construir en 1994, aunque anteriormente hubo un teatro en el mismo lugar, y que tiene una capacidad para 1.915 espectadores, siendo una de las principales sedes para las actuaciones teatrales del Festival de Edimburgo durante la celebración del mismo. 

13. Teatro Playhouse de Edimburgo. Este teatro abrió sus puertas en 1929, la época del desarrollo de la incipiente industria cinematográfica, como un gran cine con una capacidad para la época podemos decir que desmesurada, ya que cuenta con 3.059 butacas. Después el recinto se convirtió en un teatro y es uno de los más grandes del Reino Unido si exceptuamos los recintos deportivos de este país.

14. Catedral de Santa María. A diferencia de nuestras catedrales, estos recintos religiosos en el mundo anglosajón son muchos más sobrios, modestos y adustos, casi sin ornamentación e incluso pobremente decorados interiormente. Iglesia de culto católico, la Capilla de Santa María se inauguró en 1814 y fue diseñada originalmente por James Gillespie Graham, aunque el templo fue adornado y restaurado con posterioridad a esa fecha. 

15. Jardines de Princes Street o de la Calle Princesa, en su traducción en español. Son los jardines más grandes de la ciudad y un auténtico pulmón verde de la capital escocesa con una extensión de más de 150.000 metros cuadrados. Fueron fundados en el año 1820 y se extendieron y diseñaron sobre un lago, el Nor Loch, tras ser drenado el mismo por las autoridades de la época. Estos jardines se extienden a través de la calle homónima. 

16. Jardín Botánico.  Fue fundado en 1670 y se extiende a lo largo de 28 hectáreas, siendo uno de los más grandes del país. Se encuentra relativamente cerca del centro de la ciudad, más concretamente de la parte nueva y, aparte de ser una institución científica, es también una atracción turística muy concurrida y visitada.

17. Iglesia de los Santos Pablo y Jorge. Como tantas otras obras, edificios y construcciones de Edimburgo, esta iglesia data de comienzos del siglo XIX y fue diseñado por Archibald Elliot, entre 1816 y 1818, aunque en el año 1890 se realizaron nuevos trabajos. Como dato curioso, reseñar que la misma fue fruto de la fusión de la iglesia original de San Pablo con la de San Jorge, en una fecha tan reciente como 1932. Al igual que otras de la ciudad, está edificada sobre una piedra de color muy oscuro y en un estilo victoriano muy sobrio, casi hasta sencillo.

18. Iglesia de San Juan. De igual modo que tantas otras iglesias de la ciudad, data de comienzos del siglo XIX y fue dedicada a San Juan en el Jueves Santo de 1818, habiendo sido diseñada por el arquitecto Wiliam Burn, quien había comenzado las obras de la misma en 1816 y que contaba, como dato curioso, con apenas veinticinco años.

19. Cementerio de Greyfriars. Es uno de los lugares que todas las guías, páginas especializadas en viajes y operadores turísticos señalan como un imprescindible de la ciudad. “El cementerio de Greyfriars, en la Old Town, tiene todos los ingredientes para atrapar a los visitantes: la leyenda del perrito Bobby, que aseguran que veló la tumba de su amo durante años; un supuesto poltergeist llamado Mackenzie; rincones relacionados con Harry Potter… Es uno de los lugares que tienes que ver en Edimburgo sí o sí, y no solo por las historias que esconde, sino también por su belleza”, aseguran las páginas web ya citadas de Más Edimburgo sobre este lugar.

20. Saint Andrews House. Es el edificio donde se encuentra el gobierno escocés y sus obras comenzaron en 1935, siendo concluidas en 1939 e inaugurado por rey Jorge VI y la reina Isabel en 1940, ya en plena Segunda Guerra Mundial y sufriendo el país los ataques aéreos alemanes. Tiene aspecto de búnker militar o de fortaleza, quizá como fruto de una época plagada de miedos e incertidumbres ante la posibilidad de una inminente guerra con Alemania, tal como sucedió nada más abrir sus puertas este imponente edificio.

21. Calle de la Princesa. Es quizá la calle más comercial de la capital escocesa y también me atrevería a decir de las más largas, abarcando el mejor comercio de la ciudad, una sucesión de edificios victorianos muy curiosos y recios y constituyendo la ‘frontera’ entre el casco histórico y el nuevo Edimburgo, entre la parte clásica de la ciudad y la más moderna e innovadora.

22. Monumento a Scott. Es un monumento de estilo gótico y corte victoriano, construido entre 1832 y 1844 como una suerte de gran torre muy ornamentada  en el centro de la ciudad en honor al autor escocés Walter Scott. Se encuentra al lado de los jardines de la Princesa y muy cerca también de la estación central de trenes; como irás viendo, casi todo resulta cercano, accesible y bien comunicado en esta tranquila ciudad. 

23. Cementerio de Old Calton. Es un cementerio que abrió sus puertas a comienzos del siglo XVIII y posee algunas lapidas y mausoleos muy bellos y antiguos. En su interior, nos podremos encontrar con la tumba del filósofo escocés David Hume y otras tumbas muy antiguas de otros conocidos personajes de Escocia. Desde finales del siglo XIX no se efectúan enterramientos en este cementerio y ello le da un aire romántico y bucólico. Este pequeño y coqueto camposanto fue un «descubrimiento» tras un largo paseo hacia el nuevo parlamento escocés, diseñado por el arquitecto español Enric Miralles, y en cuyos alrededores hay unas buenas vistas de la ciudad muy recomendables.

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