Disparate nacional: El cine de Mariano Ozores parte de un inconveniente importantísimo nada más arrancar: no se molesta demasiado en comprender (que no conocer ni explorar, algo que como veremos hace muy bien) a su objeto de estudio.

Javier Ikaz maneja una cantidad ingente de datos y sobre todo una noción global de cómo ha evolucionado el cine de Mariano Ozores desde que debutó en 1959 con Las dos y media y… veneno y dejó de rodar en 1994 con la polémica serie El sexólogo. Pero la pregunta que hasta el menos cinéfilo de sus lectores se formulará no termina de verse contestada: ¿por qué el cine de Ozores obtuvo éxitos de taquilla del calibre de Manolo la Nuit, Los bingueros o Cristóbal Colón, de oficio descubridor, pero nunca se ganó el respaldo de la crítica o de la propia industria?

Ikaz es honesto desde el mismo prólogo: su tarea no es la de explicar con herramientas de análisis cinematográfico convencional el cine ozoriano, por lo que el lector no cerrará el libro con la impresión de haber entendido uno de los fenómenos más importantes de nuestra cultura popular.

Ese desentendimiento de Ikaz puede llegar a ser irritante en ocasiones, que incurre en la inevitable contradicción de “son películas técnicamente flojas pero son muy divertidas, pero moralmente son aberrantes pero son el retrato de otra época, pero fueron éxitos de taquilla pero Ozores estaba condenado al ostracismo”. Da la impresión, y eso no otorga demasiada credibilidad a Ikaz, de que él mismo no sabe por qué le gusta Ozores o lo considera un objeto digno de estudio.

Si un lector vive en la improbable inopia que le ha impedido ver jamás una película de Ozores, no sabrá muy bien por qué Ikaz insiste en que su cine es divertido: ¿es una cuestión de guion, visual, de interpretaciones en uno u otro registro? Para ser un libro sobre cine de humor, es asombroso cómo Ikaz prescinde de explicar cuáles son los resortes humorísticos del cine de Ozores. Son “divertidas”, y ya.
 
Sin embargo, y eso también es innegable dada la profusión de datos que proporciona el libro, lo cierto es que el lector acaba consiguiendo las herramientas para hacer el análisis por él mismo. Es algo esperable viniendo de Ikaz, que con el descomunal éxito del fenómeno Yo fui a EGB explotó nuestras pulsiones nostálgicas pero no se molestó en reflexionar sobre ellas… aunque gracias a su labor de documentación hemos aprendido a hacerlo.

Desde ese punto de vista, Disparate nacional es un libro imprescindible, y la labor de Applehead Team, digna de aplauso: nunca se había publicado una guía tan exhaustiva del cine de Ozores (¿cuándo se había hablado en un libro, salvo en las memorias del propio director, de películas como Los obsexos, El soplagaitas o Mayordomo para todo?) y la mera existencia del libro ya es un logro editorial. Que tras la lectura del libro esa filmografía siga siendo, en tantos sentidos, un enigma que aún está necesitado de un análisis afilado, es un problema menor: Disparate nacional derriba unos cuantos muros y prejuicios, y con eso ya hemos dado un paso de gigante.

ficha

Disparate nacional: El cine de Mariano Ozores
Javier Ikaz
Applehead Team
2015

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