Nadie tiene un ADN puro de un lugar de España. O casi nadie. Pese a eso, los personajes basados en los tópicos regionalistas parecen consolidarse. La tipificación por estatus en el cine y las series españolas casi siempre son manieristas y simplistas: El pijo, la choni, el cultureta..

Dividir a los personajes por tribus (a fin de cuentas, una actitud ante la vida) podría dar un retrato más realista de la sociedad en la que vivimos. Lo que de verdad otorga una estética bien definida es el posicionamiento ideológico. ¿Quién distingue a un diputado de las CUP de los borrokos vascos? Y el progre de toda la vida se puede localizar en una aldea de Huesca y en mitad de la Gran Vía madrileña.

Pero la pasada semana prometí, para guionistas en ciernes o curiosos, retratar perfiles por regiones que el cine y las series no han sabido recoger. Más interesantes y desconocidos. Quizá una de las complejidades para elevarlos a la categoría de arquetípicos es que no todos lo españolitos identificamos los acentos y modismos. Pero todo es cuestión de ponerlo sobre la escena.

EL INTRIGANTE ISLEÑO

El perfil humorístico de esta especie queda recogido en la obra Queridos mallorquines de Carlos García Delgado. La desconfianza y una retranca que deja a los gallegos en paños menores define a los isleños baleares. El habla cantarina, está llena de giros y es altamente contagiosa. También las expresiones dramáticas que nos acercan a otras islas mediterráneas como las griegas. Ante un mallorquín, no es que no sepas si va o viene… es que mientras dudas, te ha levantado la camisa. El concepto de calma es todo un arte: Pone de los nervios al que no entiende el código. Y es que todos se están comunicando con la mirada y uno se siente como si estuviera en El Show de Truman. El cómico «El Casta» hace de espejo en sus espectáculos y los insulares se tronchan, pero creo que en toda España ganaríamos un referente muy singular si sacásemos partido de este perfil humano.

ALBACETE STYLE

Joaquín Reyes y su troupe son el máximo exponente del humor manchego. Surrealismo country que Almodóvar había dejado entrever con algunos personajes y especialmente en la película Volver. La actitud es para un protagónico triunfal y se basa en la impertinencia rural del que está acostumbrado a pisar fuerte la tierra. Conserva expresiones casi arcaicas pero muy certeras como diagnóstico de la realidad. José Mota lo culmina con su vieja del visillo, su histórico cansino y otros personajes que demuestran que La Mancha es una esencia básica del español medio, un ingrediente que está en el ADN de todos y que debe venir de los íberos, algo fundacional. Muy interesante antropológicamente hablando. Y funciona.

EL HEDONISTA VALENCIANO

O el valenciano fiestero. Que el personaje de Edu Soto, «el nen de Castefa», tuviera como origen una localidad catalana es puro accidente. Es absolutamente transversal. En muchos programas al estilo de «Callejeros» vemos esta especie. Pero más allá del poligonero pastillero, los levantinos tienen una actitud vital que les hace «venirse arriba» con cualquier cosa. Hablamos de los hombres: siempre a punto de salir propulsados al infinito por su propia energía, en movimiento, con una actitud lúdico festiva envidiable y muy hedonista. Marcada por un culto al cuerpo y un exhibicionismo recogido por el espíritu de «Gandía Shore». Décadas atrás, los hombres valencianos tenían fama de vivir un «carpe diem» permanente, de ser socarrones, lujuriosos y amantes de los placeres. Ahora el perfil se ha transformado en un «porque yo lo valgo» que les hace celebrar que están vivos a diario.

EL ALTIVO SANTANDERINO

Se han convertido en los dandys de España. Suelen referirse al Mediterráneo como «ese mar para horteras». Sus sentencias son políticamente incorrectas pero dichas con una suavidad en el habla que tardas en notar que el filo de la hoja ha entrado en la carne. Reivindican la solera del Cantábrico power que les aleja del uso de chanclas y donde el verano está para relacionarse, para ver y ser visto pero lejos de la clave marbellí de  exhibir riqueza. En Santander se presume de influencias y de veteranía en el terreno. Es el  reducto de Los de toda la vida y justifican que la historia del mundo pasó por ahí. Tienen un cuidado exquisito en como visten y mucho recelo en lo que se cuenta de ellos fuera de allí, en Madrid. El pedigrí importa como en pocos sitios, sin querer confesar que la mayoría viene del norte de Castilla y que buscaban su salida al mar. 

Los personajes de ficción nos sirven para encarnar una abstracción. Y España tiene un auténtico patrimonio de perfiles curiosos. Esperemos que la película documental Spain in a day de Isabel Coixet, que tiene en su poder 22.600 vídeos, sea fiel a ello. O quizá nos demuestre que con el paso del tiempo, somos una mezcla de todos en mayor o menor proporción. El programa «Gran Hermano» nos demuestra que ya hay más de una generación prácticamente homogénea. O que todos somos capaz de contagiarnos…de lo que vemos.

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