Una madre, con su hijo de dos años en brazos en Costa de Marfil, descubrió que era seropositiva durante el embarazo. Foto: UNICEF/Frank Dejong

En el mundo todavía hay 1,7 millones de niños seropositivos, y son especialmente vulnerables, como afirma Stuart Kean, autor del estudio conjunto de ONUSIDA y el Plan de Emergencia de Estados Unidos para el Alivio del SIDA, que resume las prácticas prometedoras de las comunidades religiosas africanas para acabar con el VIH en la infancia y la adolescencia.

«Si nacen con el VIH, el 50% de ellos morirá antes de los dos años«, añade. «Si no mueren, pero no se les encuentra y se les administra tratamiento, el 80% de ellos fallecerá antes de los cinco años, por lo que es mucho más urgente encontrar a estos niños ocultos».

El documento incluye 41 prácticas prometedoras que aportan pruebas del papel que han desempeñado las comunidades religiosas. Esto incluye avances significativos en la identificación de niños seropositivos sin diagnosticar; la mejora en cuanto a la continuidad del tratamiento; el apoyo a los adolescentes para que accedan servicios psicosociales, atención y tratamiento, y la creación de grupos de apoyo entre colegas y amigos para respaldar a los niños y adolescentes que viven con el VIH.

«Este informe muestra el papel crucial de las organizaciones religiosas a la hora de ayudar a los niños que viven con el VIH a acceder a tratamientos vitales, de defender sus necesidades y de luchar contra el estigma», explica Jacek Tyszko, asesor principal de ONUSIDA. «También demuestra los enfoques que han sido más eficaces, de modo que puedan ampliarse. Es un informe que ayudará a salvar vidas».

El caso de Zambia

Gibstar Makangila es ellíder de Círculo de Esperanza, una organización no gubernamental basada en Zambia. «Si quieres encontrar mujeres, ve a sus sitios de congregación religiosa», señala.

Desde que se puso en marcha un nuevo modelo de alcance comunitario en la capital de Zambia, Lusaka, en 2018, los líderes religiosos han ayudado a 60.000 personas en todo el país que no estaban recibiendo terapia antirretroviral.

Makangila argumenta que «como comunidad religiosa somos el puente entre la comunidad y los servicios de salud. Es el grupo más influyente de África subsahariana».

Líderes comunitarios y religiosos, sensibilizando a los miembros de la comunidad sobre los servicios que se brindan en los puestos de salud de Círculo de Esperanza. Foto: Círculo de Esperanza

Cuando las redes sociales difundieron información errónea y desinformación sobre la vacuna COVID-19, Círculo de Esperanza consultó a los líderes religiosos. Después de convencer a sus fieles de las ventajas de la vacuna, las tasas de vacunación en Zambia se dispararon del 34% al 75%, en un plazo de seis meses.

Ahora estos imanes, pastores y sacerdotes desempeñan un papel clave para garantizar que nadie se quede atrás en la lucha mundial contra el VIH/SIDA, según ONUSIDA.

Abstinencia y preservativos

En contra de mitos religiosos antipreservativo o antihomosexuales, los líderes religiosos están impulsando la lucha contra el estigma y la discriminación de quienes viven con el VIH y abogan por la abstinencia o al menos por la prevención, recomendando el uso del preservativo, afirma Makangila.

También involucran fácilmente a los feligreses en proyectos para adolescentes y en centros de salud comunitarios, instalados a manera de discretas casetas en los mercados. En la actualidad, 130 centros de salud en todo el país ofrecen, con el apoyo del Ministerio de Salud y el PEPFAR, servicios gratuitos, desde preservativos hasta tratamiento in situ. Los programas específicos también llegan a los adolescentes.

«He visto miles de veces este resultado en personas que estarían muertas de no ser por el tratamiento», dice Makangila, y agrega que «lo mejor está aún por llegar», con la planeación de centros de salud en Costa de Marfil, Kenia, Nigeria, Sudán del Sur y Zimbabue. 

Carrera para acabar con el VIH

Sin embargo, «la respuesta mundial para acabar con el VIH en los niños sigue siendo insuficiente», confiesan Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, y John Nkengasong, Coordinador Global contra el SIDA y representante especial para la Diplomacia de la Salud Mundial, en su último informe. 

Afirman que, si bien el trabajo de las comunidades religiosas para afrontar el reto del VIH en los niños ha sido muy eficaz, «en esa labor práctica, las comunidades y organizaciones religiosas han recordado al mundo una lección profunda: para acoger realmente a los más vulnerables y excluidos, el cuidado, la compasión y el amor son esenciales».

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