Por su experiencia y calidad constructiva, los astilleros privados españoles son capaces de afrontar proyectos que requieren el desarrollo de nuevos diseños y la integración de sistemas complejos y sofisticados. Los buques oceanográficos son un tipo de construcción que requieren de ambas cualidades.

Estos buques están preparados para realizar trabajos de investigación en mares y océanos, llevando a cabo batimetrías del relieve del fondo marino –mediciones necesarias para obtener la topografía del terreno–, así como recopilando información de la temperatura, la salinidad o el oxígeno –que permiten modelizar los parámetros para la predicción meteorológica en el medio marino–. También son utilizados para recoger gran variedad de especies para el estudio de la pesca y la acuicultura, así como para tomar muestras del fondo y del subsuelo marino que sirven para la realización de estudios geológicos.

En el año 2013, uno de los armadores más respetados en el sector de la investigación oceanográfica, el británico “National Environment Research Council (NERC)”, adquirió uno de los buques oceanográficos más avanzados tecnológicamente hasta el momento, el RRS Discovery, que fue construido por el astillero español Construcciones Navales Paulino Freire. Este buque continúa con el nombre de la serie de los tres buques anteriores, propiedad del mismo armador, construidos en memoria de las dos expediciones comandadas por el explorador de la armada británica Robert Falcon Scott, realizadas a la Antártida entre 1901 y 1904.

El casco del RRS Discovery es de clase “Hielo 1D”, lo que le permite la navegación en mares y océanos sin restricciones. El RRS Discovery, con casi 100 metros de eslora y 18 de manga, está diseñado sin bulbo de proa, para evitar con ello que los flujos de burbujas que éste generaría interfirieran en los equipos acústicos de medición. El buque está dotado además de posicionamiento dinámico “DP(AM)”, automatizado y con control manual remoto. Gracias al tratamiento de la señal del GPS, a los propulsores azimutales eléctricos (POD) –que pueden rotar libremente alrededor de su eje vertical– y a la hélice de proa –que, además de azimutal, es también retráctil, pudiendo ascender y descender–, el buque es capaz de mantener su posición con un error mínimo incluso en condiciones meteorológicas adversas.

Los sistemas y maquinaria instalados a bordo permiten a este buque transportar y operar un vehículo submarino de control remoto (ROV – Remote Operated Vehicle). El ROV sirve para tomar muestras y realizar mediciones a grandes profundidades cuando no es posible hacerlo desde el buque o con una nave tripulada. El vehículo es controlado a distancia desde el buque, conectado mediante un cable, pudiendo descender hasta profundidades de 6,5 km.

El buque ha sido diseñado para conseguir reducir en la medida de lo posible su mantenimiento y alargar la vida útil por encima de los 25 años. Los dos propulsores de accionamiento eléctrico contenidos en una “vaina” (POD), a los que se ha hecho referencia, son alimentados mediante el sistema de propulsión diésel-eléctrico de cuatro generadores eléctricos de 1.550 kW.

Por su parte, el giro de 360° de los propulsores –giro azimutal–, reemplaza al tradicional sistema de “motor-eje-hélice-timón”. Con esta posibilidad de giro total, los propulsores proporcionan empuje en cualquier dirección realizando en la práctica las funciones de propulsor y timón simultáneamente, por lo que hacen innecesaria la instalación de un timón.

Esquema del sistema de una planta de propulsión mediante propulsores azimutales POD. Fuente: página web de ABB (http://www.abb.com/)

Las principales ventajas del uso de propulsores POD son el aumento del rendimiento mecánico del conjunto propulsivo, la mejora de maniobrabilidad, la importante reducción del peso y del volumen ocupado a bordo, así como la optimización del rendimiento propulsivo, debido a que el flujo que llega a la hélice es más limpio y directo, reduciendo de esta manera el consumo y, con ello, la emisión de CO2.

Por otro lado, cabe destacar que tres de las siete cubiertas que tiene el RRS Discovery se han destinado a la habilitación y proporcionan alojamiento para 24 tripulantes y 28 científicos, con los locales necesarios para el descanso y el ocio de la tripulación. También dispone de 11 laboratorios y espacios adecuados para llevar a cabo los trabajos del equipo de científicos de a bordo, gracias a los equipos con los que se dotó para el tratamiento de la información recopilada durante las prospecciones sísmicas y la toma de muestras.

El buen resultado de esta construcción ha hecho que un nuevo armador, en este caso la Marina de Guerra de Perú, haya encargado un buque oceanográfico gemelo al mismo astillero español, Construcciones Navales Paulino Freire, que actualmente se está construyendo y que está previsto que sea entregado este mismo año. Asimismo, la capacidad y el buen hacer de los astilleros españoles en este campo está provocando que más astilleros privados estén construyendo actualmente en sus gradas otros buques oceanográficos para distintos armadores internacionales.

En la imagen, el buque oceanográfico RRS Discovery

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