Los vientos de más de 150 kilómetros por hora y las fuertes lluvias provocados por el huracán Fiona han provocado importantes daños materiales en varias provincias de República Dominicana, tanto a nivel de infraestructuras como de las viviendas de las familias.
Desde el mismo momento en que el huracán tocó tierra sabía que su lugar estaba con la gente, no a 25.000 kilómetros de distancia. Por eso suspendió su viaje a Nueva York, para asistir a la Asamblea de Naciones Unidas, porque tenía que estar con su pueblo, tenía que ver con sus propios ojos lo que Fiona había provocado. No le servían las imágenes, los vídeos o los informes de los diferentes gabinetes. Su obligación era acudir donde tiene que estar un jefe de Estado, al lado de la gente. Así lo hizo.
Abinader se desplazó ayer a las provincias de La Altagracia, Hato Mayo y El Seibo, en el este de República Dominicana, para estar con el pueblo y escuchar al pueblo directamente y, sobre todo, para confirmar en primera persona la devastación de Fiona. De este modo, se puede ajustar la acción del gobierno dominicano a las necesidades reales de la ciudadanía.
Por esa razón, dio instrucciones precisas a los funcionarios para activar de inmediato y a la mayor celeridad las ayudas para las familias. Abinader anunció que ya se están comprando elementos clave como las existencias de zinc que hay en República Dominicana, colchones y electrodomésticos para que los hogares afectados reanuden la normalidad lo antes posible.
«Estamos ayudando en todos los aspectos. Estamos ayudando el Gabinete Social, llegaron raciones alimenticias, llegaron comidas calientes de los Comedores Económicos, les vamos a ayudar con materiales de construcción y con el ministro de la Vivienda que también está aquí para seguir ayudando», afirmó Abinader.
En La Altagracia, Abinader insistió en que «lo que vamos a hacer son dos cosas: primero la urgencia, vamos a ir con el gabinete social para traer comida, que ya empezó anoche y seguirá desde hoy. En unos días vamos a traer colchones y colchonetas y también aquí está el Ministerio de la Vivienda que viene desde las otras calles haciendo un inventario de todas las viviendas afectadas. Vamos a traer zinc, madera para ayudar a nuestros vecinos».
En una situación de emergencia como la que se vive en República Dominicana, Luis Abinader podía haber caído en la tentación del populismo o el anuncio fácil. La ciudadanía tiene miedo, tanto por el presente como por su futuro, y no hay mejor elemento de manipulación de una comunidad que el miedo. Para el presidente dominicano hubiese sido muy fácil prometer ayudas millonarias pero generalistas. «Os vamos a arreglar todo de manera inmediata, no hay problema, aquí está vuestro presidente», podría haber dicho. El miedo habría provocado una reacción positiva.
Sin embargo, Abinader fue transparente y sincero exponiendo a la ciudadanía no sólo lo que se estaba haciendo sino las dificultades con las que se podrían encontrar. «Vamos a actuar con toda la rapidez que podamos, pero hay siempre procesos de compra; a veces no hay todos los materiales en el país y les vamos a ir ayudando en este tiempo, pero les pedimos unos días para poder llegar a cada uno de los dominicanos», dijo el presidente.
Respecto a la recuperación de la energía eléctrica, un tema que preocupa mucho, Abinader volvió a ser sincero y transparente y expuso la situación tal y como está, sin cortapisas y, principalmente, sin mensajes populistas. Respecto a Hato Mayor, La Romana y El Seibo, afirmó que ya había entre un 10 y un 20% de electricidad y que espera que en los próximos días se recupere la normalidad.
«Esto es así porque la línea de transmisión que viene desde la Romana, tanto la D69 KV como la 138 KV, está afectada y no será hasta las 2 de la tarde [de ayer] que la Empresa de Transmisión de Energía la va a poder recuperar después de tener varios postes y torres que fueron afectados por el huracán», afirmó haciendo un ejercicio impecable de transparencia para que el pueblo sepa exactamente lo que se está haciendo para solucionar una necesidad real de la ciudadanía.
Evidentemente, queda mucho trabajo por hacer, un trabajo que desde el gobierno de Abinader se plantea para todos los afectados, no sólo para los que le votaron y, sobre todo, poniendo a trabajar a todos los recursos públicos, no sólo a los dirigentes y militantes de su partido político, como hizo Leonel Fernández en su llamamiento a 25.000 kilómetros de distancia.
La verdadera fuerza del pueblo es la que reside en un presidente que se llena las botas de barro. La verdadera fuerza del pueblo no está en un nombre o en unas siglas, está en los hechos y en que la ciudadanía sepa que hay un presidente que se llena las botas de barro y que se acerca a todos para escuchar en primera persona lo que el pueblo tenga que decir, no desde la ciudad de Nueva York.