El presidente de República Dominicana, Luis Abinader, ha vuelto a demostrar que ante el único modo de luchar contra la adversidad es la fortaleza y, por supuesto, el conocimiento de la máxima de que el Estado está al servicio del pueblo, y no al revés.

República Dominicana ha sufrido este fin de semana un disturbio tropical que ha provocado fuertes inundaciones, destrucción de infraestructuras y, lo que es peor, la desaparición y muerte de más de una veintena de personas. No es la primera vez que Abinader se tiene que enfrentar a las consecuencias de desastres naturales, como fue la tormenta y los incendios. Del mismo modo que sucedió entonces, ahora el presidente dominicano ha movilizado todos los recursos del Estado para solucionar la gravísima situación personal y material. Todo es para el pueblo porque el pueblo es la patria y ante esta máxima no hay ningún tipo de discusión ni interpretación alternativa. Todo para el pueblo, porque la patria es el pueblo.

El mismo sábado, Abinader dictó dos decretos. El primero suspendía el trabajo para toda la población para evitar más muertes porque nadie se puede imaginar lo que hubiera sucedido si la gente hubiese estado obligada a acudir a sus centros de trabajo en medio de la tempestad. Hoy mismo, el presidente dominicano se encuentra reunido desde primera hora de mañana coordinando la respuesta a las consecuencias del sábado y preparando los recursos necesarios para poder afrontar con eficacia teniendo en cuenta las previsiones meteorológicas que indican que puede haber una nueva vaguada en la tarde de hoy (hora dominicana) y en el día de mañana.

En segundo término, declaró de emergencia las compras y contrataciones de bienes y servicios para utilizarse en las labores de ayuda humanitaria, rescate, construcción y reconstrucción de los daños ocasionados por la tempestad a nivel nacional. Aquí es donde Abinader colocó las necesidades del pueblo por encima de otras prioridades. Nada es más urgente que la ciudadanía.

Ahí está el cambio en República Dominicana, el respeto de la humanidad por encima de todo lo demás, el cumplimiento escrupuloso de la legislación y de la Constitución que obliga al poder ejecutivo a la preservación y protección de la población nacional ante cualquier tipo de amenaza, incluyendo las provenientes de fenómenos naturales, porque la primera prioridad que debe tener un gobernante es la protección efectiva de todos los derechos de las personas. Nada es más importante que eso.

Una de las principales virtudes de la Administración Abinader es que las palabras se transforman en hechos. Desde el primer momento en que las inclemencias meteorológicas permitieron actuar, el gobierno salió a la calle para conocer de primera mano las necesidades reales de los afectados. Hoy será el propio Abinader quien recorra diferentes zonas, tal y como hizo tras el huracán Fiona y los incendios forestales.

Estos fenómenos meteorológicos extremos son una consecuencia más del cambio climático. Frente a los negacionistas del mismo, Luis Abinader colocó este asunto como una de sus prioridades de su gestión y, nuevamente, se demuestra la visión que va más allá del cortoplacismo oportunista, una visión dirigida, siempre, a generar el mayor bienestar posible para el pueblo y, con el pueblo, es donde encontrarán al presidente Luis Abinader.

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