El cangrejo Sebastián da palmas con las pinzas porque han abierto un bar al lado de su casa. No, no se trata de un nuevo sueño de la factoría Disney. Vina Maris es todo un referente de las bodegas submarinas y la visita a sus vinos envejecidos en las profundidades del mar Mediterráneo es la actividad enoturística más solicitada del momento.

“El concepto de crianza submarina es relativamente nuevo, aunque en los últimos años las pruebas realizadas han confirmado que este método de envejecimiento aporta al vino unas características singulares muy valoradas por enólogos y sumilleres”, explica Israel Padrino, Gerente Vina Maris. Tanto es así, que se ha empezado a acuñar el término aquaoir para definir las características propias de una zona de crianza bajo el mar.

Un nuevo concepto cuya práctica, sin embargo, viene de lejos y bebe de experiencias fortuitas. Los vinos encontrados en barcos hundidos demuestran que el mar ofrece unas condiciones excepcionales para la evolución del líquido en botella. El caso más reciente tuvo lugar en 2010, en un pecio hallado en el archipiélago de Äland, en el que se encontraron 47 botellas de Veuve Cliquot de 1840. La calidad del champagne sorprendió de tal manera a los expertos de la maison, que la propia bodega ha introducido en el Báltico una selección de sus mejores vinos para crear una colección especial submarina.

Vina Maris es la única bodega submarina del Mediterráneo que cuenta con los permisos necesarios del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente para envejecer vinos bajo el mar. Y también es la única visitable del mundo. Ubicada en la costa de Calpe (Alicante), esta singular bodega produce actualemente dos vinos de crianza submarina con marca propia y D.O. Alicante: Vina Maris Monastrell y Vina Maris Chardonnay. Pero no ha sido un trabajo fácil. Para establecer el protocolo de este proceso han sido necesarios más de tres años y centenares de pruebas y catas. “Una vez colocadas cuidadosamente en las jaulas de acero marino, no contaminante y resistente a la sal, las botellas (que llevan un lacre sintético especial que evita que el corcho se hunda por efecto de la presión) se sumergen a 30 metros de profundidad durante un periodo mínimo de 3 meses”, aclara Padrino. Operación que se lleva a cabo con barcos-grúa y buzos profesionales 4 veces al año, aunque se realizan inmersiones semanales para controlar el estado de las botellas. El resultado, pasado el tiempo reglamentario y según los estudios de las universidades de Almería y la Católica de Valencia para iniciar, son vinos más evolucionados, más redondos y con matices irrepetibles desde el punto de vista sensorial.

Al tratarse de bodegas visitables, la experiencia del enoturimo adquiere otro nivel en Vina Maris. Los clientes más valientes tienen la posibilidad de realizar inmersiones con instructores y buzos especializados para conocer las instalaciones submarinas, aunque los más prudentes pueden apuntarse a las salidas en barco con catas y degustaciones a bordo.

Vina Maris no nada sola en este océano. En la actualidad, son varias las bodegas en el mundo que han apostado por este innovador sistema de crianza, como la californiana Mira Winery, que envejece su cabernet sauvignon en la bahía de Charleston; la chilena Viña Casanueva, que produce un pinot noir submarino, o la italiana Bisson, que sumerge espumosos cerca de Portofino.

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