Cuando me propusieron escribir en Sabemos supe que querían algo diferente, una visión que fuese más allá de la mera descripción de nuestro momento cultural.

Por: Pilar Jurado

Era consciente, porque así me lo hicieron “saber”, de que mi intensa actividad y la diversidad de la misma me daban una panorámica, cuanto menos, nada común. Pensé que una vez más la vida me estaba lanzando el guante y si hay algo a lo que no me puedo resistir es a decir que “sí” a la vida. Eso me ha permitido afrontar muchos e importantes retos de los que no sólo no me arrepiento, sino a los que doy las gracias porque me han ayudado a salir con una cierta naturalidad de la zona de confort.

Como no creo en las casualidades, porque mi vida está llena de momentos increíbles de los que difícilmente se puede responsabilizar al azar, no es casualidad que presente esta nueva actividad relacionada con las letras en días tan especiales para la literatura en nuestro país. Días próximos a la celebración del IV Centenario de la segunda parte del Quijote, que me ha llevado a participar activamente de ella como pregonera de las XXIV Jornadas Cervantinas de El Toboso y en la puesta en escena de una nueva ópera, Pensares de Rocinante con música de José Buenagu y libreto de Justo Merino, en el papel de Dulcinea, personaje al que el destino me ha querido unir en muchas ocasiones a lo largo de mi carrera profesional.

Y no se me ocurre mejor manera de presentarme que a través de esta dama de dulce nombre, que sólo goza de nobleza cuando se acompaña de su gentilicio, fruto de la idealización más sublime del gran protagonista de la obra de Cervantes.

Dulcinea es la ilusión, es la idealización que los demás hacen del personaje y en ese sentido Dulcinea es la Diva que hay en mí. Dulcinea es la que se sube a los escenarios y el público aplaude, la que aparece en las portadas de las revistas y en la televisión, la que sonríe a las cámaras en los photocalls de los actos públicos, la que recibe Antenas de Oro, premios y distinciones… Pero si bien es cierto que la ilusión es el motor de la vida, no es menos cierto que los sueños necesitan de “fazedores” infatigables que los hagan realidad.

Quijotes, Dulcineas y demás realidades

Y detrás de toda Dulcinea existe una Aldonza Lorenzo, una trabajadora perseverante que cede sus horas de sueño a los pentagramas digitales de su ordenador, que carga con maletas por los aeropuertos de todo el mundo, que estudia, investiga, atiende a sus producciones e intenta sobrevivir al día a día luchando como una leona por sus proyectos. Pero también hay un Don Quijote idealista que pelea cada segundo por transformar un mundo que no le agrada en el Universo en el que le gustaría vivir, intentando erradicar el trabajo infantil, que desaparezca la violencia de género, que se respeten los derechos humanos, que se proteja a los niños y se les permita elegir su futuro, que se reconozca a los que entregan su vida a generar cultura, que se recupere la música de nuestros antepasados y se fomente la creación de nuevas obras que dejen nuestro legado cultural para los que vienen.

Y para luchar por tan nobles empresas tengo una lanza poderosa: la MÚSICA.

Ella es mi fiel compañera, mi razón de ser y mi fuerza, ya que como de todos es sabido y como diría Sancho a la Duquesa: “Señora, donde hay música no puede haber cosa mala”. La música es esa pócima maravillosa que actúa directamente sobre el alma y lo cura todo cual “Bálsamo de Fierabrás”.

Tratándose de presentaciones, tampoco es casual que mi presentación como colaboradora de este media digital llegue en los días en los que se están realizando los avances de la programaciones de toda la actividad cultural de la próxima temporada. Esto me permite comentar la última presentación a la que he asistido, la de la Orquesta y Coro Nacionales de España. La designación de Félix Alcaraz como Director Artístico y Técnico de esta institución es una de las mejores decisiones que se han tomado desde el INAEM en los últimos años. Nadie como él es capaz de transformar y adaptar esta institución a las necesidades de un público que ha de rejuvenecerse de forma imperativa si queremos dar un verdadero espacio, con aspiraciones de futuro, a la música culta en el siglo XXI. La presentación de la nueva temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España se ha convertido en el espectáculo más impresionante y de mayor calidad que se ha visto sobre un auditorio de música clásica en España. Lo sorprendente de sus propuestas, la categoría de sus invitados, la coherencia en su línea argumental y el nivel de los músicos y cantantes que la integran, hacen que nos sintamos muy orgullosos de esta formación que está obligada a ser la mejor de nuestro país.

Este baile de los “Malditos” en la que han basado su nueva temporada, nos permitirá descubrir las oscuras pasiones de los compositores que han caminado por la delgada línea del bien y del mal, del olvido, de la locura y hasta del desencanto, pero son a veces esas cuestiones inconfesables las que hacen nacer lo intrépido, lo emocionante e incluso lo necesario, como necesaria es esta locura maravillosa que está transformando, a pasos agigantados, a la Orquesta y Coro Nacionales de España en el centro gravitatorio de la música sinfónica europea.

Antes de despedirme por hoy querría, a través de estas líneas que compartiremos semanalmente y a modo de declaración de intenciones, poder abrir una ventana a aquéllos que se sienten un tanto ajenos al mundo en el que yo vivo, ser un soplo de aire nuevo para los que ven la Cultura con excesiva rigidez y llevar de la mano a quienes están abiertos a ver lo que otros no le han mostrado. No pretendo dar lecciones porque la experiencia me ha enseñado que siempre se aprende más cuando hay verdad y pasión en quien lo cuenta. Creo profundamente en la capacidad creadora del ser humano y cómo a través de la creación se sublima lo peor de nuestra existencia, por eso el Arte es tan sanador.

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