El líder de Ciudadanos intensifica sus críticas a PP y PSOE por haberse entendido en el pasado con «los que quieren romper España». Recupera las consignas con las que triunfó en Cataluña y reivindica su compromiso con la Constitución tras ‘patinar’ en el inicio de la campaña electoral.

Vuelta a las esencias. Ante los ‘patinazos’ del inicio de su campaña, Albert Rivera ha decidido retornar al terreno donde más cómodo se siente. Evitar errores es a menudo el principal objetivo en periodo electoral, cuando se protagonizan actos a diario y se conceden decenas de entrevistas, y bien parece haberlo entendido ya el presidente de Ciudadanos. Las jornadas previas a las autonómicas y municipales le han pillado en pleno momentum, bajo el foco por su tendencia alcista en las encuestas, con los riesgos que ello comporta. Y lo ha acusado.

Aparte de permitirle marcar la agenda día tras día, esa sobreexposición ha llevado a Rivera a cometer deslices, ha dejado al descubierto a candidatos poco solventes de su formación y ha puesto en el candelero aspectos polémicos de su programa. Ahora, el líder de Ciudadanos lucha por neutralizar esas disfunciones, recuperando su discurso más tradicional, el que le permitió hacerse un hueco en la Cataluña polarizada por el debate identitario. En los últimos días, Rivera ha redoblado sus críticas a los nacionalistas que “quieren romper España” y a PP y PSOE por haberse entendido con ellos en el pasado.

Pide desde Girona que «los catalanes se reenganchen al proyecto común español»

Así lo hizo ayer en Girona. El escenario, una de las plazas donde más hegemónico es el soberanismo catalán, era el ideal para enarbolar su bandera de la unidad constitucional. El líder de Ciudadanos defendió la “España fuerte en su diversidad” en la que su formación quiere ser determinante, pidió que “los catalanes se reenganchen al proyecto común español” y culpó al nacionalismo de ser “responsable” de la misma “mala gestión” de PP y PSOE en el resto de España. “Han sido los socios” del bipartidismo, clamó. Un paso más en su retomada estrategia de poner el foco en el debate secesionista y asociar a PP y PSOE con el nacionalismo para superar los errores del principio de la campaña.

Los días de vino y rosas en que Rivera marcaba la pauta proponiendo paralizar la inversión en AVE, legalizar la prostitución o reformar de arriba a abajo el sistema fiscal acabaron el lunes 11 de mayo, cuando dijo en un desayuno informativo en Madrid -ante decenas de periodistas, empresarios y miembros de asociaciones civiles- que “la regeneración democrática y política pasa por gente nacida en democracia”. Aunque luego matizó que la clave no era la edad, y numerosos dirigentes de su partido le secundaron, el titular estaba dado y el resto de formaciones salieron en tromba a criticar la ‘frivolidad’ de Rivera.

A ese patinazo se sumó el día siguiente la noticia de que Ciudadanos impediría que un piso acogiera a más de dos personas por habitación. Aunque la medida está pensada para luchar contra los pisos patera, sus rivales no desaprovecharon la ocasión de sacarle rédito. Al igual que ocurrió con el reconocimiento por parte del líder de la formación naranja de que había recibido donaciones de empresas en los últimos años, pese a que abogan por prohibirlas. Las críticas contra él se sucedieron también tras declarar que está dispuesto a negociar con todos tras las elecciones. “En política no sirve el ‘lo mismo da o da lo mismo’, uno tiene que tener ideas claves de gobierno y con ese amplio espectro hace pensar que pocas ideas tiene el que lo propone”, aseguró al respecto la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.

La mejor defensa, un buen ataque

Ante esta situación, Rivera decidió pasar al ataque rescatando los argumentos que mejor le funcionan. Una vuelta a las esencias a la que une críticas cada vez más duras al Partido Popular y que encaja con el “proyecto de país” que él y sus candidatos defienden desde el principio. Así, el martes ironizó en L’Hospitalet de Llobregat sobre la “suerte” de que “todo el mundo comente nuestros programas electorales”, hecho que contrasta con el “silencio” al que le sometieron durante años para “que no surgiera un nuevo partido” distinto a CiU, PSC y PP. Rivera criticó a “los del España nos roba”, que quieren hacer del 24-M la primera vuelta de un referéndum secesionista y “a este paso va a ser la última vuelta”, y asoció a Ada Colau -“la que decía que votaba ‘sí’ y ‘sí’ a la independencia”- con ese mismo movimiento.

«Los constitucionalistas que venimos de Cataluña tenemos una paciencia tremenda», se reivindica

Sus esencias reivindicó también al día siguiente, en Oviedo, en plena tormenta por su propuesta contra los pisos patera. “Están todo el día hablando de nosotros, yo estoy encantado (…) Los constitucionalistas que venimos de Cataluña tenemos una paciencia tremenda”, proclamó entre aplausos. Un tono que había empleado desde el inicio, al arrancar diciendo que “nos importa muchísimo más una España unida que defienda los valores constitucionales que pensar en sillas y cargos”. Por eso mismo aseguró ayer en Girona que C’s es “el partido que más se parece a la España del siglo XXI”, por haber nacido en Cataluña y defender sin ambages la unidad del país.

Ese unionismo y su batalla personal contra los nacionalistas son el leitmotiv que marca cada discurso de Rivera en esta campaña donde sus rivales acechan para rentabilizar cualquier desliz. “Los que están todo el día mirando nuestro programa”, como refirió el presidente de Ciudadanos el jueves desde Alcalá de Henares. También allí metió el dedo en la llaga de los pactos entre el bipartidismo y el nacionalismo catalán. “Critican nuestra visión de España”, dijo, “los que dieron la llave de Cataluña a Pujol”, los que se entendieron con “los que quieren romper España”.

La estrategia se repitió en los actos centrales de la campaña, celebrados el sábado en Barcelona y el domingo en Madrid. “Con Ciudadanos no habrá bandos, habrá convivencia, no habrá ‘España nos roba’”, señaló desde la ciudad condal, donde por primera vez no logró llenar el aforo. Acto seguido, atacó a PP y PSOE por la consabida causa: “Cuando no han tenido mayorías, siempre han decidido apoyarse en partidos que quieren romper España”.

Rivera recuerda día tras día los pactos de PP y PSOE con la CiU de Pujol

Rivera sabe que la coherencia es la base de la credibilidad y por eso se esfuerza en recuperar ahora las consignas y banderas clásicas con las que nació Ciudadanos: defensa del orden constitucional y férrea oposición al nacionalismo. Y ambas las intercala en sus mítines entre las obligadas explicaciones del programa electoral y los ácidos ataques al adversario.

La táctica llegó a su cénit el domingo, en el madrileño Teatro Compac de Gran Vía ante 700 personas. Rivera comenzó su intervención reivindicando a su formación, que nació para defender “en mi tierra la igualdad de todos los españoles, las libertades”. Luego, se multiplicaron las pullas al PP y las referencias a la españolidad de Cataluña, que defendió proclamando que “el último pueblecito de Girona es tan español como la Castellana” -sentencia que repitió ayer en la ciudad aludida y que ha proferido en multitud de ocasiones en los últimos años-, “Manresa es tan español como la Gran Vía, y lo va a ser más con Ciudadanos”. Frente a su compromiso, dijo, aparecen los políticos tradicionales, que hace no tanto nombraban a Pujol “español del año”. El Rivera de siempre para hacer olvidar los ‘patinazos’ de una campaña crucial para su devenir político.

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