NightSwapping, la plataforma de alojamiento que basa su modelo de negocio en el trueque, hace una comparación con el gigante Airbnb y su adaptación a las diferentes legislaciones vigentes en España.

El concepto “alquiler ilegal” está manchando la economía colaborativa. Pero dicen que cuando una puerta se cierra, se abre una ventana. Y al son del ruido sobre la regularidad de los pisos turísticos en las principales ciudades de España, surgen alternativas a este, ya popular, tipo de turismo.

El escenario es perfectamente reconocible. Unos amigos vienen unos días de visita y se alojan en casa. Al despedirse, lo hacen con un “tenéis que devolvernos la visita”. Así es la idea de NightSwapping, una joven empresa nacida en el 2013 que, pese a su corta trayectoria en el sector, afirma haber basado su proyecto en la receta adecuada para sacarle todo el jugo a la economía colaborativa. El trueque.

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Así es. La moneda de cambio en NightSwapping no es otra que las propias noches. Es decir, un particular que hospeda un número de noches, acumula el mismo tiempo de estancia para poder hospedarse en cualquier momento con otro miembro de la plataforma. La idea es muy simple, si no hay intercambio económico, no hay ley que se pueda incumplir.

Y aunque sea de trayectoria corta, NightSwapping no tiene complejos y se atreve a compararse con el gigante del alquiler turístico Airbnb. Presente en más de 35.000 ciudades de 192 países de todo el mundo. Pero cuya necesidad de adaptación a las diferentes legislaciones vigentes en España y la controversia que ha generado en ciudades como Barcelona o Valencia, hace que otras fórmulas como la del trueque empiecen a resultar atractivas.

Desde NightSwapping intentan señalarlo bien. Si un propietario quiere alquilar su vivienda en Airbnb, antes de ponerse manos a la obra, debe “comprobar la legislación de su ciudad y decretos de regulación de los alojamientos turísticos” en cada comunidad autónoma. Sin mencionar que si quiere ser el inquilino el interesado en subarrendar, debe obtener el permiso del propietario.

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Algo que la nueva plataforma se lleva a su terreno simplificando la idea: de alojamiento turístico a hospedar personas como si de familiares y amigos se tratase. Sin tasas ni declaración de ingresos (en este caso inexistentes) como sí ocurre en el caso de plataformas como Airbnb.

Pero no todo se basa en el trueque. El usurario de NightSwapping debe abonar un precio fijo de 9,90 euros, que además incluye un seguro, tal y como publica Hosteltur, y ya solo queda empezar a canjear las ‘noches de viaje’.
Simplificar, ahí está la clave. «con Airbnb la presencia de dinero entre los particulares hace que existan más dificultades» y el propietario «se tenga que gastar más dinero si quiere que todo sea legal. En NightSwapping no hay ninguna limitación administrativa, fiscal ni legal, ya que no hay intercambio de dinero entre los miembros». Algo que suena a un “hecha la ley, hecha la trampa” pero que no lo es. O todavía no.

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