El andalucismo exacerbado del Partido Popular de Juan Manuel Moreno Bonilla tiene a su disposición las hemerotecas para despejar cualquier duda sobre la vorágine nacionalista mostrada en los últimos tiempos por el presidente andaluz. Este 4 de diciembre, el ejecutivo monocolor de Moreno Bonilla ha tomado la palabra al histórico dirigente del extinto Partido Andalucista Alejandro Rojas-Marcos y lo ha institucionalizado como Día de la Bandera de Andalucía, en conmemoración de aquel día de 1977 en que más de dos millones de andaluces llenaron las principales calles y plazas de ciudades y pueblos de la comunidad para exigir una autonomía plena para esta tierra, la misma autonomía plena en que nunca creyó ni apoyó aquella Alianza Popular de Manuel Fraga, que abrumadoramente salió adelante en referéndum con el “sí” del 89% de los votantes. Pero envolverse en la blanca y verde de verdad es mucho más que ponerse la mano en el pecho y escuchar emocionado el himno de Andalucía en un acto institucional.

Ejemplos hay muchos y muy variados para demostrar un andalucismo de verdad más allá de la pose y la oficialidad. Una palabra sirve de ejemplo para desmontar las a priori buenas intenciones del equipo de gobierno de Moreno Bonilla: Nerva. El vertedero de residuos tóxicos y peligrosos que comenzó a funcionar en el pequeño municipio minero onubense en junio de 1998, con el impulso de los sucesivos gobiernos socialistas andaluces, puede servir perfectamente de paradigma de cómo el andalucismo de boquilla no sirve a efectos prácticos para la sociedad andaluza.

División vecinal

Las intenciones de regenerar socioeconómicamente esta deprimida zona geográfica de Andalucía, con la minería –principal fuente de riqueza de la comarca hasta entonces– en claro retroceso, no sólo no se logró con una prometida lluvia de millones y de empleos para el municipio y sus vecinos, sino que generó división vecinal y los empleos de facto quedaron reducidos a la treintena de empleados que actualmente tiene la empresa que gestiona el polémico centro de tratamientos de residuos peligrosos, protagonista en casi 25 años de existencia de incontables incidentes medioambientales. Además, jamás se cumplió la promesa inicial de sus responsables de servir para gestionar exclusivamente los residuos tóxicos y peligrosos de las provincias occidentales de Andalucía en una política medioambiental de proximidad de la que ahora precisamente todos hacen bandera inexcusable.

Las intenciones de regenerar esta deprimida zona de Andalucía no sólo no se logró con una prometida lluvia de millones para el municipio y sus vecinos, sino que generó división vecinal y los empleos de facto quedaron reducidos a una treintena de empleados

Desde sus comienzos, la basura tóxica comenzó a llegar a Nerva procedente de todas las zonas geográficas del país. Pero no quedó ahí el cinismo de las administraciones competentes: camiones procedentes de otros países de la Unión Europea han continuado llegando en tropel durante más de dos décadas a este vertedero de Nerva con el consentimiento de todas las administraciones, y principalmente de la Junta de Andalucía, responsable de la admisión y gestión de los residuos peligrosos. Nunca sus vecinos han notado el más mínimo beneficio, ni económico, ni laboral, ni social, a esta compensación por acoger a apenas 700 metros de sus casas ingentes cantidades de residuos altamente peligrosos. De hecho, el Gobierno de Moreno Bonilla ha admitido recientemente que camiones procedentes de Italia siguen enviando sus residuos para sepultarlos en Nerva. ¡Qué lejos queda aquella promesa germinal de gestionar solo la basura procedente de otros puntos cercanos de la comunidad andaluza!

El colmo de los despropósitos fue la detección de hasta 120.000 toneladas de residuos tóxicos procedentes de un país ajeno a la Unión Europea, Montenegro, a más de 3.200 kilómetros de distancia del pequeño pueblo minero. En este caso, la competencia era del Gobierno central, encargado de velar por el traslado de residuos peligrosos transfronterizo de países terceros fuera de la UE. Sólo las irregularidades detectadas posibilitó que se frenara definitivamente el envío.

Casi un cuarto de siglo después de su puesta en funcionamiento, y pese a las reiteradas denuncias vecinales y ecologistas de la colmatación de estas instalaciones desde hace años ya, el vertedero de Nerva sólo se cerrará “de manera ordenada”, según la promesa del presidente andaluz, que este mismo fin de semana ha visitado la comarca minera y no ha tenido el más mínimo gesto de cercanía con sus vecinos por esta afrenta medioambiental. Ese “cierre ordenado” prometido no sería antes de 2036, según las propias estimaciones del ejecutivo andaluz.

Este es sólo un ejemplo del supuesto andalucismo que pregona el gobierno de Moreno Bonilla un 4 de diciembre de 2022, 45 años después de aquella histórica jornada en la que murió el joven sindicalista malagueño Manuel José García Caparrós por el disparo de un policía.

Fuente: Diario16

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