Luis Abinader, durante su intervención en la Universidad de Columbia

En el mundo actual nada ocurre por casualidad, absolutamente nada, porque siempre hay quien se encarga de que así sea, sobre todo cuando la política y la economía están de por medio. Cuando un mandatario soberano y legitimado por su pueblo a través de los procesos democráticos pone muros a los movimientos corruptos, la falta de transparencia, entonces se activan mecanismos ocultos para, en primer lugar, destrozar su credibilidad y, en segundo término, manipular al pueblo para que lo saque del poder.

Eso es lo que está sucediendo con República Dominicana, en general, y con el presidente Luis Abinader, en particular. La reacción de determinados sectores frente a la actual crisis fronteriza con Haití no es casual y, tal y como se puede comprobar por determinados hechos y declaraciones, todo parece que fuese orquestado.

La cuestión haitiana es un tema muy delicado para el pueblo dominicano y generar preocupación o alteraciones es muy fácil si se utilizan los resortes adecuados, los mismos procedimientos que se usaron para manipular procesos electorales en los países más poderosos del mundo. Eso es lo que se está haciendo con la complicidad de determinados dirigentes dominicanos y de los poderes que los apoyan.

No hay más que escuchar las declaraciones de Leonel Fernández, quien, desde Estados Unidos, realizó una serie de declaraciones muy bien pensadas (el líder de la oposición dominicana es «muy inteligente»…, vamos, un listo) que podrían estar orientadas a provocar lo mismo que estaba criticando.

En concreto, el expresidente dominicano que tuvo que gestionar las consecuencias del terremoto y la reconstrucción de Haití (de eso hablaremos más adelante) criticó las medidas adoptadas por Luis Abinader en la frontera de República Dominicana con Haití en los siguientes términos: «Hacer una exhibición de tropas es como un llamado a la guerra y nosotros no estamos en guerra, ni queremos la guerra […] Hay que ver si lo que estamos haciendo no resulta desproporcionado a lo que se quiere obtener, y en todo caso hay mecanismos diplomáticos para abordarlos antes de hacer uso de la fuerza bruta» para, a continuación, afirmar que «lo que queremos es que la República Dominica pueda salvaguardar su integridad territorial, que nada nos afecte. Tenemos la razón, pero tenemos que buscar la forma más inteligente de que la razón sea entendida y sea aplicada».

No se puede ser más populista. Donald Trump, quien está procesado por intentar amañar el recuento electoral de 2020 y está siendo investigado por alentar un intento de golpe de Estado, si leyera estas declaraciones, estaría muy orgulloso de las mismas.

Leonel sabe que los procedimientos diplomáticos para resolver la crisis con Haití están activados con conversaciones, incluso, a nivel presidencial y que en dichas gestiones diplomáticas el propio presidente Ariel Henry reconoció que el gobierno haitiano no controlaba esa zona ni la construcción del canal. Sin embargo, no le interesa que se sepa que él lo sabe.

El expresidente dominicano sabe que el cierre de la frontera y el refuerzo de tropas se ha hecho para garantizar la seguridad del pueblo dominicano, no para ir en contra de la población haitiana. No hay ningún interés de intervención militar. Sin embargo, Leonel lo deja caer de manera absolutamente irresponsable. Eso empieza a moverse a través de determinadas estructuras de big data, redes sociales y mensajería instantánea y puede generar un polvorín popular dentro de República Dominicana.

Leonel habla mucho, pero no responde

Respecto a la situación de Haití, Leonel Fernández debe dar más respuestas que, después de más de 13 años no ha dado todavía. El terremoto se produjo durante su última legislatura mandato y una de las respuestas adoptadas fue la construcción masiva de viviendas que benefició a, precisamente, uno de sus aliados más leales: el senador Félix Bautista.

Leonel, antes de criticar lo que hace el gobierno de Luis Abinader, debe responder ante los medios de comunicación y los representantes del pueblo de lo que Bautista hizo durante la reconstrucción y ofrecer datos de a dónde terminó todo el dinero destinado para reconstruir Haití. Recordemos algunas cosas.

En junio de 2018, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos sancionó al senador Félix Bautista por utilizar «su posición para involucrarse en la corrupción aprovechando los esfuerzos humanitarios relacionados con la reconstrucción de Haití. Ha cometido importantes actos de corrupción tanto en la República Dominicana como en Haití; ha sido acusado públicamente de lavado de dinero y malversación de fondos. Bautista está involucrado en sobornos en relación con su posición como senador y se alega que cometió actos de corrupción en Haití, donde utilizó sus conexiones para obtener contratos de obras públicas para ayudar a reconstruir Haití luego de varios desastres naturales, incluido un caso donde A la compañía se le pagaron más de 10 millones de dólares por un trabajo que no se había completado», afirmó el propio Departamento del Tesoro a través de un comunicado.

Hoy en día, Félix Bautista sigue ocupando un puesto en el Senado de República Dominicana y es uno de los líderes políticos más fieles a Leonel Fernández quien, sobre esto, no habla.

La relación entre los actuales líderes de Fuerza del Pueblo durante los gobiernos de Fernández fue muy fructífera, puesto que las empresas de Bautista entraron en el círculo de contratistas del Estado, precisamente, bajo la época de Leonel y, según constaba en la documentación aportada en una causa de corrupción contra Fernández. Sólo en 2011, tras el terremoto de Haití, hay transacciones por valor de 45 millones de pesos dominicanos que llegaron a Funglode, la fundación de Leonel.

Leonel en Estados Unidos

Como es sabido, el presidente Luis Abinader se encuentra en Estados Unidos para asistir y participar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Tal y como hizo el año pasado, Leonel también se encuentra en el país norteamericano para contraprogramar al presidente dominicano con actos públicos y posibles reuniones fuera de agenda.

Un verdadero patriota, un digno líder político de la República Dominicana, hubiese aprovechado la ocasión para comparecer junto a Luis Abinader y mostrar su apoyo a las medidas que está adoptando el gobierno en la crisis de Haití. Sin embargo, ha hecho todo lo contrario para intentar captar votos de la diáspora que vive en Estados Unidos.

Una máxima de la política y del patriotismo real, no del impostado, es que, en momentos de crisis, todos deben arrimar el hombro y ponerse bajo el mandato de quien ostenta el poder. Si lo que está haciendo pudiera ser erróneo, entonces, un líder como Leonel Fernández tiene la capacidad para concertar un encuentro con el presidente y exponerle sus razonamientos y propuestas para resolver la crisis desde la unidad. Abinader le recibiría de inmediato y escucharía lo que tuviera que decir porque es un hombre inteligente que sabe que ser avanza mucho más escuchando que hablando.

En cambio, Leonel Fernández está aprovechando su estancia en Estados Unidos para atacar al gobierno de su país en un momento en que el presidente está en Nueva York junto a los mandatarios de todo el mundo. ¿Pretende Leonel que sus declaraciones sirvan de elemento de desprestigio internacional a República Dominicana? Eso, en esencia, sería un supuesto acto de alta traición inexplicable en quien, durante 12 años, presidió la nación. Cada cual sabe el alcance y la intención de sus palabras.

Relaciones con empresarios haitianos y lobbies internacionales

Por otro lado, Leonel Fernández, para disipar cualquier duda que pudiera surgir, tiene la obligación política y ciudadana de admitir o desmentir cualquier tipo de relación con todos y cada uno de los empresarios haitianos, vivan donde vivan, que, presuntamente, están relacionados con la construcción del canal en el río Masacre que es el origen de esta crisis.

Lo mismo tendría que hacer con los empresarios dominicanos que tienen intereses en Haití y que podrían obtener beneficios económicos de esta crisis, como ya ocurrió con el terremoto.

Sería desastroso para la democracia dominicana que se pudiera conocer la existencia de presuntas conexiones entre unos y otros.

Por otro lado, tras los sucesos acaecidos en los últimos meses, Leonel debe hacer público si se ha reunido con el exsenador norteamericano Connie Mack IV, el mismo que en julio de este año afirmó en una carta dirigida a la encargada de negocios de la Embajada de Estados Unidos en República Dominicana que «el gobierno del presidente Luis Abinader, bajo el pretexto de los esfuerzos anticorrupción, ha convertido al Ministerio Público en un arma para castigar a los opositores políticos y recompensar a los aliados […] la mayoría de los líderes de su partido de oposición ahora estén presos o bajo amenaza de prisión».

Estas afirmaciones tienen un claro beneficiario político: Leonel Fernández porque pretende colocar al presidente Luis Abinader al mismo nivel que determinados líderes centroamericanos que han basado su éxito político en la brutalidad y en el desprecio de los derechos humanos.

República Dominicana es un país donde se aplica una justicia justa sin mirar componendas de ningún lado con rigor, dedicación, transparencia y lealtad a la Constitución y a su pueblo. El hecho de que el excongresista Mack cobrara 550.000 dólares, sin conocerse aún su precedencia, muestra que en la República Dominicana quedan comportamientos espurios, tanto por parte de quienes están privados de libertad como de los que no lo están y son iguales o han ejercido el mismo estilo de gobernar de los ahora están investigados por corrupción.

Activistas sin activismo

Dentro de esta campaña internacional de desprestigio hacia República Dominicana y Luis Abinader se ha producido un hecho que desde los entornos de la oposición se está queriendo explotar: la intervención de una supuesta alumna de la Universidad de Columbia que acusó del presidente dominicano de no respetar los derechos humanos del pueblo haitiano.

Al igual que William O’Neill, experto independiente de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos, la estudiante anónima utilizó una retahíla de tópicos para atacar a Luis Abinader que rápidamente fueron rebatidos con datos por el presidente dominicano. Entonces, sin esperar a terminar el debate, se dio la vuelta y se marchó dejando a Abinader con la palabra en la boca.

Más allá de las faltas de respeto y de la ruptura del protocolo, resulta significativo que llevara toda su intervención escrita en un papel. ¿Quién la mandó? ¿Alguna ONG controlada por dios sabe quién? ¿Lobistas interesados en que vuelvan a gobernar en RD los que rompieron la transparencia y crearon un régimen corrupto durante dos décadas?

Por otro lado, ¿a quién representaba esta estudiante? ¿Quién la envió allí? Porque no se le conoce actividad de activismo en contra de la represión policial contra los afroamericanos, contra la discriminación a la raza negra, contra la segregación aún existente, contra la libertad de portar armas que provoca cientos de miles de muertos cada año o contra el cambio climático. Nada, sólo acudir a un acto e intentar desprestigiar a un presidente legítimamente elegido por su pueblo y que, por cierto, está trabajando desde que llegó en buscar una solución para Haití con sus constantes llamamientos a la comunidad internacional y, sobre todo, ofreciendo servicios sociales para los haitianos que solicitan ayuda en República Dominicana.

Tal vez, para esta joven, el activismo pase por hacerse una foto poniendo uno de sus pechos desnudos encima de una ensalada de lechuga, tal y como se ha difundido a través de las redes sociales.

Campaña de desprestigio

La gestión que Luis Abinader está realizando desde hace tres años ha sido valorada, ponderada y puesta de ejemplo por los principales líderes mundiales. Ayer mismo, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, se sumó a los llamamientos que el mandatario dominicano lleva realizando desde agosto de 2020 para que la comunidad internacional actúe en Haití.

No es casual que esta campaña de desprestigio iniciada hace unos meses se haga a un año de las elecciones presidenciales de 2024. Sin embargo, los hechos demuestran lo contrario de los bulos o las medias verdades. República Dominicana está en las mejores manos para este momento, como muestran los datos económicos. Esta es la única razón sobre la que se sustentan estos ataques injustificados, que Luis Abinader es un hombre de palabra, un patriota que antepone los intereses de su pueblo a los suyos propios, que gobierna para todos, no sólo para unos cuantos privilegiados. El presidente dominicano hace patria con su ejemplo y, por esa razón, República Dominicana ocupa un lugar en el ámbito internacional histórico. Esto son hechos y los hechos no se pueden rebatir ni edulcorar, aunque haya quien lo intente.  

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