La mayor parte de lobos se concentra en las comunidades autónomas de Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria, consolidando su presencia en territorios como Madrid, La Rioja y Castilla-La Mancha, y detectándose con frecuencia en Aragón, Extremadura y Cataluña

La población de lobo ibérico en España ha experimentado un crecimiento del 26 % desde el último censo nacional realizado entre los años 2012 y 2014 y actualmente se puede hablar de la presencia unas 400 manadas compartidas entre comunidades autónomas y unas 380 exclusivas, lo que supone una media de unos 2.800 ejemplares en nuestro país. Así lo pone de relieve un informe realizado por la Fundación Artemisan, integrada por un amplio número de organizaciones del ámbito cinegético, incluyendo Federaciones de Cazadores, propietarios privados, empresas y particulares.

La mayor parte de lobos se concentra en las comunidades autónomas de Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria, consolidando su presencia en territorios como Madrid, La Rioja y Castilla-La Mancha, y detectándose con frecuencia en Aragón, Extremadura y Cataluña, aunque no se han confirmado grupos reproductores en estas últimas.

Pérdida de ganado extensivo

Este aumento de la presencia de la especie, explica la organización, «contrasta con la pérdida de cerca de medio millón de cabezas de ganado extensivo en las cuatro principales regiones loberas en el mismo tiempo, lo que representa el 18,9 % del total, registrándose daños a la cabaña ganadera en todas las comunidades con presencia de lobos, lo que conlleva emplear importantes cantidades económicas en la compensación de daños y medidas preventivas».

Según los datos obtenidos de las distintas comunidades autónomas, «se producen más de 8.000 ataques a ganado extensivo, unos 22 ataques diarios, con 10.000 cabezas depredadas, 27 al día, lo que supone un gasto anual de 3,5 millones de euros en compensación de daños y más de 4 millones de euros en medidas preventivas».

A todo ello, dicen, se suma la existencia de zonas en España, «como el caso de los Ancares en Galicia y Castilla y León, donde la presencia de lobo, unida a la expansión de enfermedades como la Cephenemia stimulator, está contribuyendo a la rarificación y desaparición de especies como el corzo, o el caso de Gredos, donde su presencia ha influido en las poblaciones de macho montés y su estructura poblacional».

Informe sobre el lobo enviado a la Comisión Europea

Todo ello se recoge en el «Informe sobre la Situación del Lobo ibérico (Canis lupus signatus) en España: poblaciones y efectos en la ganadería» que la Fundación Artemisan ha elaborado y enviado a la Comisión Europea «de cara a la posible modificación del estatus de protección del lobo en Europa».

Cabe recordar que la Comisión Europea invitó a las comunidades locales, científicos y a todas las partes interesadas a que presentasen, antes del 22 de septiembre, los datos actualizados sobre la población de lobos y sus efectos para, a partir de ellos, decidir sobre la propuesta de modificar la protección del cánido y actualizar el marco jurídico para, en caso necesario, introducir una mayor flexibilidad a la luz de la evolución de la especie.

Para la elaboración de este informe, la Fundación Artemisan ha realizado una revisión completa de la situación, «ofreciendo datos de distribución, tamaño poblacional y tendencia en los últimos años, junto con datos sobre los efectos de las poblaciones de lobo en la cabaña ganadera, con información aportada por las distintas comunidades autónomas, competentes en materia de gestión de fauna silvestre y ganadería».

«Decisiones basadas en criterios científicos»

Con este documento, la entidad pretende hacer llegar a la Comisión «información veraz sobre la situación de la especie en España, que permita tomar decisiones adecuadas, basadas en criterios científicos y no los que han venido rigiendo su gestión en los últimos años, especialmente desde su introducción en el LESPRE, una decisión política que se tomó con el voto en contra de las comunidades con presencia de lobos».

Según la organización, «España ha sido a lo largo de los años el ejemplo a seguir en la gestión y recuperación del lobo y, de hecho, el mayor incremento poblacional de la especie se produjo antes de su inclusión en el catálogo, cuando la especie aún se gestionaba cinegéticamente, lo que demuestra no sólo que su caza no era un factor que afectara de forma negativa, sino que contribuía a su buen estado de salud».

«Exceso de proteccionismo»

Sostiene, asimismo, que «ha apostado y apostará siempre por la necesaria convivencia con el lobo, una especie a conservar, clave por su función de super-depredador, pero a través de una gestión acorde con las poblaciones existentes, que asegure la compatibilidad con la ganadería extensiva en España, sector clave para el mantenimiento de la biodiversidad, la socioeconomía rural y para la prevención de incendios forestales».

Por ello, anima a la Comisión Europea a tener en cuenta «los datos reales del lobo en nuestro país» y a replantearse «su exceso grado de proteccionismo», que está generando graves problemas de convivencia y que amenaza al mundo rural, e incluso a la propia supervivencia de la especie.

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