La Comisión Europea, el BCE y sobre todo el FMI, es decir, la troika, se niegan al impuesto extraordinario a las empresas que ganen más de 500.000 euros que proponía el Gobierno de Syriza. Además, exigen el fin del complemento a las pensiones mínimas en 2017, en lugar de 2020, y adelantar la fecha para la jubilación a los 67 años. Por si resulta poco complicado que Tsipras pueda volver a Atenas con estos mimbres, la troika propone eliminar las exenciones de IVA, incluida la que disfrutan las islas griegas, una línea roja para uno de los socios de la coalición Syriza.

La cuerda ha vuelto a tensarse al máximo. Tras el alivio de comienzos de semana, cuando pareció que sonaba bien la propuesta del Gobierno griego, esta tarde la reunión del Eurogrupo ha empezado con las posturas entre Grecia y los acreedores de nuevo muy distanciadas. Solo que el tiempo corre y el default (suspensión de pagos de Grecia) empieza a ser de nuevo un riesgo creíble. La contrapropuesta de los acreedores de Grecia (Comisión Europea, BCE y FMI) a la oferta del gobierno de Syriza tiene dos líneas claras: negarse a la práctica totalidad de la subida de impuestos a las empresas y apretar en la parte que más duele en Grecia, que son las jubilaciones y sobre todo las pensiones más bajas. Al menos eso es lo que recogen diferentes medios de comunicación que habrían tenido acceso a la propuesta de la antes y después conocida como troika, para disgusto del organismo que preside Christine Lagarde, al que no le gusta nada que se airee su baza negociadora. Debe ser por aquello de poder salir de vez en cuando a decir que le preocupa la desigualdad. 

Según el blog de Peter Spiegel en el Financial Times, lo que pide la troika, como habría denunciado el primer ministro griego, Alexis Tsipras, esta mañana, es una modificación casi completa de la propuesta helena, aunque el objetivo final sea el mismo: lograr un superávit primario (diferencia entre ingresos y gastos públicos antes de pagar impuestos) del 1% este año, del 2% en 2016 y del 3% en 2017. 

Sin embargo, la pócima mágica tiene recetas muy diferentes. El FMI quiere que Tsipras vaya más allá en una de sus líneas rojas más difíciles de traspasar si quiere respaldo cuando vuelva a casa: las pensiones más bajas. El FMI pide que el complemento a mínimos que se les aplica deje de aplicarse a finales de 2017, cuando el Gobierno de Syriza había propuesto empezar a reducirlo en 2018 y solo eliminarlo en 2020.

La contrapropuesta sigue con las jubilaciones. Donde el Gobierno de Syriza proponía elevar la edad de jubilación a los 67 años de forma progresiva de aquí a 2025, el FMI propone adelantar la fecha a 2022 (Atenas pretendía inicialmente alargarlo hasta 2036). El plan de los acreedores incluiría la posibilidad de la jubilación anticipada a los 62 años, pero solo para aquellas personas que hayan permanecido cotizando al menos 40 años, lo que, dado el nivel de paro del país, se antoja bastante complicado. 

A las empresas, ni tocarlas

Mientras ahonda en el recorte del gasto, a los acreedores de Atenas no les gustan nada las intenciones de lograr el equilibrio en las cuentas públicas por la vía de aumentar impuestos a las empresas. En concreto, el FMI no quiere ni oír hablar del impuesto extraordinario del 12% que quería cobrar este año a las empresas con más de 500.000 euros de beneficio. En la propuesta del lunes, el Gobierno griego calculaba un ingreso de 1.300 millones de euros procedente de esta única medida. 

Tampoco admite el FMI que se incremente el Impuesto de Sociedades del 26% al 29%, exigiendo que se deje como mucho en el 28%. El argumento es que gravar más a las empresas ahondaría la recesión en la que ha vuelto a caer Grecia. 

No les parece sin embargo a los acreedores que puede pasar lo mismo si siguen asfixiando el consumo. Por eso se mantienen en sus trece de seguir tocando el IVA, eliminando deducciones y rebajas incluidas las que disfrutan las islas griegas. Esto último pone a Tsipras directamente frente a frente con uno de sus socios de coalición, el partido Grecia Independiente, minando un poco más las escasas posibilidades de que el Parlamento griego pudiese aprobar una propuesta como la presente. 

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