Estamos en el momento propio para hablar del tratamiento navideño en las series de televisión, al fin y al cabo estamos en plenas fiestas. De modo que vamos a echar un ojo a esos capítulos temáticos, especiales infantiles y otras creaciones propias de las fechas.

Es difícil ser original hablando en estas fechas de las propias fechas. Y lo es porque a fuerza de pasar años se han ido repitiendo lugares comunes y especiales con unos temas similares, una y otra vez. Cuanto mayor es la duración de la serie más difícil es escaquearse de realizar uno de estos episodios que suelen seguir unos esquemas limitados: Ambientación sólo, ambientación más reunión de personajes con drama familiar anexo (que puede ser resuelto gracias al Espíritu Festivo o dejado para posteriores capítulos) o un homenaje o parodia a algún clásico navideño, sea de Dickens (como demuestra el estreno en la BBC de Dickensian), sea Capra, sea alguna otra tradición. La verdad es que podemos establecer toda una serie de categorías y cumplimietos habituales en la televisión de esta época del año.

Dentro de los episodios especiales

Además de las categorías antes mencionadas, otra tradición de estos especiales es que pueden resultar todo lo deprimentes que quieran. Bien porque se trate de un culebrón inglés, en cuyo caso probablemente se trate del capítulo más deprimente del año en lo que casi parece una competición entre ellas a ver quién la hace más gorda. Este año la ganadora sería Hollyoaks que ha matado a uno de sus personajes más queridos de manera inesperada porque así es como juegan los ingleses.

Por supuesto no es la única forma de hacer miserables a los personajes en estas fechas, también pueden meterles en algún tipo de nevada que les impida irse o tenerles trabajando de improviso. Aunque, por supuesto, este puede ser simplemente una excusa para que Descubran el Auténtico Sentido de las Navidades, que para eso están. Si se combina con algún tipo de versión a A Christmas Carol suele ser una oportunidad para que un personaje mejore su comportamiento. Algo que no suele ir más allá de este mismo capítulo. Por supuesto otro de los clásicos es que tengan que Salvar la Navidad, generalmente de un Grinch que quiera acabar con las celebraciones pero también por un caso de Bad Santa que puede llevar a algún personaje a convertirse en un Santa Suplente o hacerles creer que quizá sí que existe pese a todo. En cualquier caso, también cabe la posibilidad de que se aproveche para intentar ofrecer un tono más ligero a una serie normalmente dramática.

Otra posibilidad es que simplemente coincida, al fin y al cabo hay muchas series que tienen su parón navideño justo en estas fechas, o el final de temporada si son series con otras ordenaciones de capítulos como las inglesas y japonesas. De ahí que a veces la Navidad no sea más que algo de fondo antes que el auténtico motor de la historia. Sobre todo cuando la historia se pone en movimiento por las fiestas, muchas veces supone un ejemplo de cómo personajes que jamás lo habían demostrado tienen un interés en estas fiestas poco esperable, sobre todo cuando pertenecen a otras religiones o ideologías pero se pliegan a la mayoría -algo especialmente claro con los cómicos y actores judíos, de Eddie Cantor a Lea Michele, que participan en celebraciones pertenecientes a otra fe- aunque sea intentando eliminar lo más religioso de la celebración. No necesariamente cuando toca inventarse un equivalente a las Navidades en un Universo en el que esto no tendría sentido -como pasaba con el Life Day del Holiday Special de La Guerra de las Galaxias– o aprovecharlo como excusa en una serie de acción para establecer correlatos.

Al fin y al cabo si quitamos la parte de la religión y la parte de los regalos aún nos quedan cosas como…  muñecos de nievelas decoraciones locas o el muérdago que facilita los besos de quienes se paran debajo. Por supuesto esto es solo parte de la forma de celebrarlo. Al fin y al cabo tenemos ejemplo de cómo los australianos, en plena temporada de calor veraniego, lo celebran con barbacoas y -siguiendo el ejemplo británico- competiciones deportivas. Mientras, los japoneses, son más de tomárselo como una divertida excentricidad occidental con finalidades comerciales.

Una navidad americana: Los especiales navideños

Si de algo han hecho gala los americanos, además de su capacidad para introducir la Navidad en sus series, es de crear especiales televisivos. El primero de los cuales fue más un collage que un especial. Se trata del conocido inicialmente como «From All of Us to All of You» que en el entonces programa semanas «Walt Disney presenta» ofreció una mirada a las fiestas invernales a partir de segmentos de cortos y películas de la productora usando a Pepito Grillo como presentador. Suficiente éxito como para seguir emitiéndolo -con periódicas actualizaciones- durante años, hasta principios de los ochenta en que se emitió por última vez en la televisión americana ya con el título final de «A Disney Channel Christmas», aunque luego saldría en VHS como «Jiminy Cricket’s Christmas». Curiosamente la cosa no queda ahí puesto que se vendió a varios países y de entre ellos en Suecia se convirtió en toda una tradición de Nochebuena. No está mal para un primer intento.

El primer especial animado creado expresamente para la televisión llegaría en 1962 con «Mr. Magoo’s Christmas Carol» al que seguiría al año siguiente el primer especial con actores reales, «Dinner for one», interpretado por actores ingleses pero -inesperadamente- no emitido allí con el mismo entusiasmo que en otros países, que lograron convertirlo en el programa más repetido de la historia de la televisión (al menos hasta que el Libro Guinness retiró la categoría en 1995). La creación de telefilmes con temática navideña será algo de lo que hablaremos en otra ocasión.

Sería en 1964 cuando llega el primer gran clásico, esta vez en stop-motion, «Rudolph the Red-Nosed Reindeer», obra de Rankin/Bass y en buena forma aún pese a sus más de 50 años. Un éxito total que conocería dos secuelas -«Rudolph’s Shiny New Year» (1976) y «Rudolph and Frosty’s Christmas in July» (1979)- además de un intento de remake, «Rudolph the Red-Nosed Reindeer: The Movie» (1998), que es fundamentalmente intento.

Lo que daría paso al año siguiente a «A Charlie Brown Christmas» (1965), un enorme éxito quizá por tratarse de uno de los especiales más deprimentes que se pueda uno encontrar. Uno que, además, trataba directamente con el tema de la religión, la pérdida de valores de la sociedad y el exceso de comercialización de las fiestas. En lo que solo puede definirse como un ejemplo irónico teniendo en cuenta que fue una operación esponsorizada -hasta el punto de encargarlo y pagar para que se emitiera- por Coca Cola que llevaba a incluir la marca en la historiaalgo que con el tiempo eliminarían discretamente. Su historia solo mejora desde ahí puesto que la animación fue deliberadamente barata y la música llegaba a no encajar en ocasiones. Pese a lo cuál público y crítica lo amaron tanto que el canal pronto encargó nuevos especiales de los personajes e incluso ganó un Emmy a Mejor programa infantil. Un éxito total que no solo se ha venido repitiendo desde entonces sino que intentó ser prolongado con el cambio de milenio por si sonaba de nuevo la flauta. Sin embargo ninguno de los intentos -«It’s Christmastime Again, Charlie Brown» (1992), «Charlie Brown’s Christmas Tales» (2002), «I Want a Dog for Christmas, Charlie Brown» (2003) – pudieron acercarse siquiera. El estilo se intentó replicar también en otras historias ajenas a la creación de Schulz como la historia navideña «Yes, Virginia, There Is a Santa Claus» (1974) que fue animada con un estilo similar.

A partir de aquí vino una colección de cadenas y empresas intentando repetir o reencontra la fórmula del éxito. Adaptaciones del Dr. Seuss – «How the Grinch Stole Christmas!» (1966) -, aproximaciones por el lado religioso – «The Little Drummer Boy» (1968)-, intentos de Rankin/Bass de continuar con la fórmula del éxito -«Frosty the Snowman» (1969), «Frosty’s Winter Wonderland» (1976) -, acercamientos con Santa en el centro -«Santa Claus Is Comin’ to Town» (1970)- e incluso alienígenas canadienses – «A Cosmic Christmas» (1977) -, además de los intentos de «Barrio Sésamo» por lograr su propio clásico a lo alrgo de las décadas – «Christmas Eve On Sesame Street» (1978), «A Special Sesame Street Christmas» (1978), «Elmo Saves Christmas» (1996), «A Sesame Street Christmas Carol» (2006), «Elmo’s Christmas Countdown «(2007)…

Con la llegada de los ochenta las cosas cambiarían un poco, daba igual que el año anterior comenzara con éxito la carrera de especiales navideños de John Denver gracias a «John Denver and The Muppets: A Christmas Together» (1979) tras el discreto éxito de «Rocky Mountain Christmas» (1975) -aunque también diera algún empujón a Henson que en 1986 realizaría «The Christmas Toy» – en los ochenta todo era parte de una cadena y si algo se vendía se podían sacar especiales, fuera de «Los Pitufos» -«The Smurfs Christmas Special» (1982) y «‘Tis The Season To Be Smurfy» (1987)- o de cualquier otro personaje que se nos pudiera ocurrir como «A Garfield Christmas» (1987), «The Pee-Wee’s Playhouse Christmas Special» (1988) o una de las cimas del espanto televisivo en forma de especial de temporada: «He-Man and She-Ra: A Christmas Special.» (1985), una creación realmente compleja por lo que significa: la primera reunión en los medios de las dos franquicias jugueteras primas-hermanas, uno de los más recordados momentos de despendole al intentar justificar la existencia de la Navidad en Eternia y Etheria y, por supuesto, ver a Skeletor bajo el influjo del espíritu navideño. Quizá y por tanto el mejor resumen posible de la década.

Que tampoco es que lo que estaba por venir fuera a mejorarlo mucho, claro. «Barney» -el dinosaurio morado- tendría su propia sartenada de especiales – «Waiting for Santa» (1990), «Barney’s Night Before Christmas» (1999), «Barney’s Christmas Star» (2002), «A Very Merry Christmas» (2011)- y algunas cosas… nunca cambiarían – «Inspector Gadget Saves Christmas» (1991), «Sonic Christmas Blast» (1996), sí, ese Sonic, el erizo azul- junto con una serie de especiales extra-baratos aprovechando la proliferación de canales  -«The Christmas Tree» (1991), «The Moo Family Holiday Hoedown» (1992), «Nick & Noel «(1993)- . Que no es que no hubiera algún especial destable, claro. Por ejemplo en Cartoon Network fueron capaces de montar «The Town Santa Forgot» (1993), especial que intenta de nuevo enseñar a los niños a no ser codiciosos. O la serie de creaciones que tuvieron por centro a los renos como «Olive the Other Reindeer» (1999), «Grandma Got Run Over by a Reindeer» (2000) o la británica «Robbie the Reindeer in Hooves of Fire» (1999) -aunque de ellos hablaremos luego-.

Por supuesto esto no detuvo las adaptaciones navideñas con personajes populares: «Christmas Who?» (2000) de Bob Esponja, que luego tendría también «It’s a Spongebob Christmas!» (2012),  «The Powerpuff Girls: ‘Twas The Fight Before Christmas» (2003), «Shrek The Halls» (2007), «Phineas And Ferb Christmas Vacation!» (2009), «Scooby-Doo! Haunted Holiday» (2012), «Toy Story That Time Forgot» (2014)… Mención aparte merecen los líos argumentales en los que se meten en ocasiones para justificar estos especiales sea por su ‘pertenencia’ a otra cultura como  «Kung Fu Panda Holiday Special» (2010) que tiene que tirar del Festival de Invierno, o por fechas como  «A Mammoth Christmas» (2011) con los personajes de Ice Age metiéndose en un enorme lío con su propia continuidad, algo que no debería sorprendernos tanto teniendo en cuenta que también «Los Picapiedra» han tenido unas cuantas aproximaciones – «A Flintstone Christmas» (1977), «A Flintstone Family Christmas» (1993), «A Flintstone Christmas Carol» (1994) -. Aunque quizá se lleven la palma los Mighty Morphin’ Power Rangers que no solo han tenido varios especiales a lo largo de sus distintas encarnaciones como  «I’m Dreaming of a White Ranger» (1995) sino que logra tener incluso especiales producidos e interpretados por los actores pero que la propia franquicia coloca fuera de su ‘canon’ oficial, concretamente «Alpha’s Magical Christmas«, debido probablemente al mismo efecto rebote que sufrió Star Wars.

Ejemplos todos que acabarían cerrando un círculo cuando una serie centrada en parodiar este tipo de dibujos como «The Venture Bros» realizaran su aproximación al episodio navideño con «A Very Venture Christmas», con Krampus de por medio. Y es que lo habitual de este tipo de programas y su adaptación en cualquier serie para infantes con éxito llevó a otras parodias de los mismos en programas como la sátira canadiense «The True Meaning of Christmas Specials» (2002)el incluso más magnífico y brillante «A Colbert Christmas: The Greatest Gift Of All. Contains both actual religious issues, and killer bears.» (2008) que lograba ser a la vez tanto una parodia como un excepcional especial navideño con su álbum asociado y todo. Un auténtico triunfo que estaría lejos de poderse replicar como demuestra «A Very Murray Christmas» (2015), demasiado interesado en representar la parte más deprimente de las fiestas -con enorme éxito, por otro lado- como para lograr un especial al uso o una distracción alegre. lo que, al final, podría resumir a al perfección la experiencia de los americanos con este tipo de producciones.

Una navidad británica: Sus tradiciones

Los británicos tienen otro estilo, quizá porque frente a los americanos, que inician con Acción de Gracias las festividades, ellos centran en Nochebuena y Navidad sus festividades, algo que les lleva a un añadido inesperado en forma del Boxing Day, el 26 de diciembre, que suelen llenar de eventos deportivos con el regreso de competiciones o eventos especiales en otros campos, del fútbol al cricket, todo parece preparado para el deporte. Y no solo el deporte, también la televisión juega el espacio esperable con especiales humorísticos y de variedades como era costumbre desde hace décadas. Pero no solo eso.

La tradicional corta duración en episodios de las series británicas facilita el uso de los Especiales como episodios extra que se pueden programar en esos momentos concretos del año en los que, por extraño que parezca, lograrán magníficos resultados de audiencia, quizá por esa misma corta duración o por la tradición de que algunas de las mejores creaciones sean estos capítulos fuera de una perodicidad. Quizá el mejor ejemplo sea el «El viaje de los condenados» (2007), especial de la británica «Doctor Who» que es el capítulo más visto desde su recuperación en 2005 -incluso con los fastos del 50 aniversario- y que contando también los clásicos no encontraría un antecedente hasta 1979. Quizá fuera la presencia de Kyle Minogue, quizá el éxito de la serie y el cambio de acompañantes, o que la producción se sentía por fin tan cómica que incluso se bromeaba con un Londres vacío en la festividad ante las distintas atrocidades -cometidas en anteriores especiales- que parecían azotar ese día la ciudad. 

No solo eso, también pueden ser usados como finales de serie, maximizando su carácter provocador como suedió con la segunda temporada de Misfits o tomando una tradición no tan transitada como la Fiesta de Navidad de la Empresa y llevándola a unas cotas de vergüenza ajena que produjera hasta dolor mirar como hizo con enorme maestría el The Office original.

En ocasiones logran el más difícil todavía y los especiales son de series que, directamente, no tienen serie regular. Sea porque los ingleses programan de esa manera y nadie tiene realmente claro cuando saldrá la próxima serie de, digamos, Jonathan Creek o porque como The Royle Family una cosa es que la serie terminara en 2000 y otra que de 2006 a 2010 no pudieran hacer especiales anuales navideños. Los especiales pueden aprovechar las fechas o usarlas de fondo, pueden hacer como Black Mirror y tenerlo como mera excusa o realizar la titanada de Blackadder y subvertir algo tan manoseado como «Un cuento de Navidad» en uno de sus episodios no solo más propios de la serie sino más fiel a lo que parodian mediante inversión. 

Pese a lo cual las grandes vencedoras de la audiencia suelen ser las telenovelas que son capaces de ser incluso más duras que las americanas. Raro es que «EastEnders» o «Coronation Street» no arruinen la vida a algunos de sus protagonistas para celebrar el día. 

Eso no quita para que, por supuesto, haya especiales infantiles y juveniles al estilo de los americanos. Algunos cortos de Aardman, quienes ya realizaron animaciones para la BBC anteriormente -algo que les llevaría también a trabajar para Nintendo creando cortos navideños, por cierto-  o diversas adaptaciones del trabajo de Julia Donaldson y Axel Scheffler como El grúfalo (2009), La hija del grúfalo (2011), ¡Cómo mola tu escoba! (2012) y este mismo año Stick Man (2015). Aunque el primer éxito sería el de The Snowman, creado en 1982 siguiendo las enseñanzas americanas y desde entonces periódicamente emitido por distintas cadenas. 

Si bien lo más popular en lo que a entretenimiento infantil navideño británico se refiere son las Pantomimas o Pantos, recreaciónes de cuentos o historias clásicas casi siempre con un punto rupturista como de programa humorístico de variedades antes que la arlequinada anteriormente heredera. Tradicionalmente un espectáculo al que acudir antes de que una emisión, la inclusión de famosos en distintas etapas de su desgracia es un aliciente para que alguna cadena trate de hacerle un hueco en ocasiones. Quizá ahora con la creación y adaptación de obras infantiles y juveniles como telefilmes -como ha pasado con los libros de David Walliams, por ejemplo- estén en retroceso, pero siguen presentes en directo y en el imaginario británico.

Aunque la tradición más extendida es, como no podría ser de otro modo en una monarquía, la emisión del Discurso de la Reina cuyo nombre oficial es Royal Christmas Message y que lo más interesante que tiene no es tanto la emisión en sí y los múltiples intentos de interpretación cabalística de los granes medios tanto como el hecho de que el Channel 4 se atreviera en 1993 a contraprogramarla. En un intento realmente inesperado pensaron en hacer un «The Alternative Queen’s Message» por el gran escritor y notable homosexual Quentin Crisp que pretendía no solo realizar un tonto juego de palabras sino, sobre todo, ofrecer otra opinión distinta. Algo que funcionó tan bien que pronto se convirtio en una alternativa real y, en ocasiones, controvertida, puesto que lo mismo le tocaba a un humorista (Marge y Lisa Simpson en 2004 o Sacha Baron Cohen haciendo de Ali G en 1999, por poner un par) como a famosos de diferentes procedencias (Brigitte Bardot en 1995, Sharon Osbourne en 2002, Jamie Oliver en 2005) o a agentes sociales más importantes con algo que contar y que suelen ser los que más controversia causan por encima de los ocasionales invitados de la telerealidad:  El Reverendo Jesse Jackson en 1994, una superviviente del 11 S en 2001, el Major Andrew Stockton, militar británico que perdió un brazo en Afganistán, en 2007 o los dos grandes bombazos, en 2008 el presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad, en 2013 Edward Snowden. Gente con algo que decir incluso para los que no estamos de acuerdo con sus posturas. Este año ha sido de nuevo acusado de excesivo morbo al darle la oportunidad de hablar a Abdullah Kurdi, refugiado Sirio y padre de Aylan Kurdi, el niño de tres años cuya foto muerto en una playa se convirtió en motivo de discusión y controversia. 

En resumen, un punto intermedio para celebrar las fiestas entre lo que hay en Estados Unidos y lo que se estila en el resto de Europa.

Una navidad a la Española: Variedades

Nosotros, mientras tanto, carecemos de originalidad. Algunas películas como Plácido tienen siempre un lugar en estas fechas, igual que algún especial de Raphael y diversas creaciones musicales estilo galas de Jose Luis Moreno. Si bien hay que agradecer a esta época iniciar -y popularizar- los «Cachitos de Hierro y Cromo» como innovación musical. Al menos desde que desapareció la «Telepasión«. 

Podemos olvidarnos de especiales infantiles, aunque continúan los programas de «Lo mejor del año» y algún especial humorístico. En general, y como en tantas otras cosas, queda mucho por hacer en la televisión española para que tengamos una creaciones propias a la altura de las extranjeras. Quizá si algún día hicieran especiales del «Ministerio del Tiempo«…

La televisión, por tanto.

Como vemos lo más importante acaba siendo no solo la creación sino, ante todo, la idea de crear unas tradiciones. Los especiales navideños, la repetición de animaciones propias de la época o las mismas caras dando las Campanadas acaban creando esa sensación, pero están muy lejos de agotar las posibilidades aunque muy cerca de causar unos lugares comunes que de puro sencillos sirvan a los más vagos para no tener que pensárselo mucho. Y eso teniendo en cuenta que entre especiales musicales, creaciones infantiles y juveniles, programas de humor y posibilidades para las creaciones de series dramáticas. Es decir, es mucho lo que puede ofrecer la televisión en Navidad. 

Yo, por mi parte, lo que puedo ofrecer es igual de clásico y sobado: ¡Felices fiestas y que a todos nos vaya mejor el próximo año!

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