El pasado martes, el presidente de la República DominicanaLuis Abinader, ofreció a su pueblo su discurso de rendición de cuentas y demostró con cifras y datos oficiales, ratificados por los más importantes organismos internacionales, que ha cumplido con sus promesas. Además, fue la constatación de que el cambio es un hecho y que República Dominicana es un país que ha mejorado infinitamente, todo ello en un escenario global adverso.

Sin embargo, la oposición ha intentado buscar errores para descalificar la realidad. Es decir, han buscado argumentos para hacer creer al pueblo dominicano que el cielo no es azul. El negacionismo de los hechos que aplica en el PLD y en Fuerza del Pueblo es muy preocupante, sobre todo después del baño de realidad que recibieron en los comicios municipales.

Leonel Fernández tuvo la osadía de decirle a Abinader que se dejara «de fábulas, que hable menos y que haga más por todos los dominicanos». Este es el discurso de la desesperación. Se manipulan datos con la única intención de llevar lo anecdótico o el caso particular a la generalización de que esa es la realidad de todo el país cuando los datos afirman lo contrario. Lo próximo, ¿qué será, que Leonel o Abel se declaren terraplanistas?

Hay que ser muy osado para contraponer una visión de la realidad absolutamente manipulada y distorsionada como la que plantean los partidos de la oposición dominicana. El problema es que se piensan que la gente les cree sólo porque acude mucha gente a sus caravanas o sus actos de campaña. Leonel, por ejemplo, lleva con la matraca de los 2 millones de afiliados desde que abandonó el PLD para presentarse a las elecciones presidenciales de 2020. Ahora, de cara a los comicios de mayo, sigue erre que erre con esos cálculos. Sin embargo, cuando llega el tiempo de la verdad, los 2 millones no aparecen por ningún sitio. No hay más que comprobar los resultados de las municipales, en las que un partido en descomposición, como es el PLD, le ha sobrepasado en apoyo popular.

Tanto Leonel Fernández como Abel Martínez tuvieron que hacer de tripas corazón el pasado martes. Por eso, sus reacciones al discurso del presidente Abinader han sido tan pueriles y tan vacías de contenido efectivo.

Ese es el problema que tienen los partidos opositores. No tienen futuro. Son perdedores porque los datos reales, las cifras oficiales del actual gobierno dominicano son incontestables y, por si fuera poco, cuentan con el aval absoluto de gobiernos, organismos y organizaciones internacionales.

Ni Leonel Fernández ni el PLD han afrontado responsabilidades de gobiernos en condiciones globales tan adversas como a las que se ha tenido que enfrentar el presidente Abinader. Ni el PLD ni Leonel han tenido que gestionar una pandemia mundial, liderar una recuperación económica en un entorno global en el que muchos mercados permanecían cerrados, afrontar las consecuencias globales de un conflicto en Europa que afectó directamente al mercado energético.

Cuando el PLD y Leonel tuvieron épocas en las hubo crisis económicas globales, la economía dominicana se hundió, se generaron gravísimos problemas a la hora de financiarse en los mercados de deuda porque las calificadoras desconfiaban totalmente de que República Dominicana pudiese devolver el dinero prestado.

Sin embargo, ni Leonel Fernández ni Abel Martínez pueden construir un relato basado en la mentira y la manipulación. Las políticas de Abinader han generado hitos históricos jamás vistos e, incluso, que organismos como el FMI hayan afirmado que República Dominicana está preparada ya para dar el siguiente paso y convertirse en una economía avanzada. Ese reconocimiento es clave para la generación de mayor bienestar social a todo el pueblo dominicano.

En consecuencia, lo que se demuestra es que lo único que pretenden es asaltar el poder y apalancarse en el Palacio Nacional para llevar al país a un pasado en el que la única ley que regía era la de la corrupción y la del tráfico de influencias. Leonel tenía el país de tal manera que en informes confidenciales del Departamento de Estado de los Estados Unidos se ponían en máxima alerta por la firma de acuerdos con Venezuela en un momento en el que el gobierno de Leonel «se enfrentaba una crisis energética y graves presiones financieras mientras negociaba un acuerdo con el FMI».

Los propios servicios de inteligencia estadounidenses, junto con los cables confidenciales que se enviaban a Washington, señalaban que «Chávez ejerce influencia indeseable sobre el presidente [Leonel] Fernández y dañará los intereses de Estados Unidos en República Dominicana».

Mientras el presidente Abinader ha conseguido unas relaciones con el socio principal de la región, Leonel, en sus años de gobierno, encendió todas las alarmas. Hechos frente a dádivas, datos frente a manipulación, aval internacional frente a proteccionismo aislacionista. No hay más, la realidad es la que es y no hay vuelta de hoja.

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