Un comando yihadista –al parecer de Al Qaeda, grupo directamente competidor del Estado Islámico en la lucha por la primacía de los atentados contra occidente- se ha apoderado de un hotel en Bamako, capital de Malí, y mantiene casi un centenar de rehenes en su poder.

Fuerzas especiales de ese Estado fallido, asesoradas, según fuentes sobre el terreno, por militares franceses, están a punto de asaltarlo. Testigos presenciales de los acontecimientos se muestran pesimistas sobre el desenlace, que podría conducir a una nueva masacre en una semana trágica protagonizada por los pretendidos “guerreros santos” dentro de lo que pinta como una ofensiva general contra el mundo occidental, que no encuentra un camino adecuado para defenderse.

Malí es, precisamente, el escenario elegido por Mariano Rajoy para ofrecer ayer el relevo de Francia por España y evitar así involucrarse en el escenario de Siria, que aparecía como el más conflictivo en el ataque general que el «califa” al-Bagdadí y sus patrocinadores del Golfo           –príncipes de los Emiratos y de Arabia Saudí, según evidencias que pocos discuten- parecen haber decidido para estas fechas, próximas a la Navidad, la fecha más relevante para los –para ellos- abominables “cruzados”.

Fuentes de la calle Génova, sede del PP, se han lamentado con amargura de la “mala suerte” del Presidente del Gobierno español. “Es casi increíble –declaró una de ellas a SABEMOS, pidiendo anonimato-, pero lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, cuando Rajoy dice algo sube el pan”. La cuestión es –añadió- “¿qué haremos ahora si Francia toma la oferta al pie de la letra y exige el cumplimiento de lo ofrecido? ¿Qué fuerzas suficientemente fogueadas o entrenadas podemos enviar allí capaces de enfrentarse a situaciones extremas de ese tipo?”

La respuesta es clara para expertos en asuntos militares: ninguna. Y, sobre todo, prácticamente imposible hacerlo sin pagar un precio de sangre y vidas. Lo que, en vísperas de unas elecciones generales claves para el futuro de nuestro país, difícilmente puede asumir el Gobierno. Así parece haberlo entendido La Moncloa, pero tardíamente. La vicepresidenta Sáez de Santamaría ha llegado a negar tal oferta. Muchas horas después de que todos los medios la recogieran y el ministro de Exteriores, Margallo, la confirmara.

Aprovechando la oportunidad, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ya ha manifestado su oposición a que Malí sea un escenario en el que el Gobierno pueda comprometer una colaboración armada. Se prevé una oposición en cascada de todas las organizaciones de izquierda.

Las mismas fuentes de la sede del PP mencionadas expresaron su convicción de que Madrid sabrá zafarse de un compromiso inmediato, argumentando las extremas dificultades que encontraría en organizar una fuerza de intervención sólida y apta para enfrentarse a una situación que, de pronto, aparece como “incontrolable”.

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