El 20 de noviembre de 1975 falleció en Madrid un “autócrata taciturno de rostro mediocre”, un “general provocador, jefe de una insurrección militar victoriosa, un dictador todopoderoso”, el hombre que “gobernó España con mano autoritaria durante 39 años”, el “último y más exitoso dictador fascista de Europa”, un hombre cuya muerte “ponía fin a 36 años de régimen dictatorial”. Éstos son algunos de los términos con que la prensa internacional informó de la muerte Franco, de la que se cumplen cuarenta años. La prensa española, obviamente, no se pudo permitir tantas libertades.

William Chislett, redactor del prestigiosísimo diario británico The Times, era por aquellas fechas uno de los pocos corresponsales internacionales en aquel “país europeo de segunda” llamado España, según recuerda él mismo (la expresión peyorativa no es de Chislett, quien se limita a constatar una opinión muy extendida por entonces incluso en la propia España). Las principales agencias de noticias (Reuters, Associated Press y UPI) tenían oficinas en Madrid, pero sólo unos pocos medios importantes (The New York Times, Time, The Daily Telegraph, Frankfurter Allgemeine Zeitung, De Telegraaf y la BBC) disponían de corresponsales fijos, y el resto se conformaban con contratar a periodistas freelance.

La situación cambió repentinamente con las noticias sobre el agravamiento de la salud de Franco. Ante lo que se presentaba como un punto de inflexión histórico, diarios prestigiosos como Financial Times, The Guardian y Los Angeles Times, además del propio The Times, decidieron enviar a Madrid a algunas de sus “primeras espadas”, como era el caso de Chislett, quien llegó al país en el verano de 1974, cuando el dictador sufrió una primera crisis grave de salud que hizo temer muy seriamente por su vida. Desde agosto de 1975, Chislett trabajó en The Times como asistente de Harry Debelius, corresponsal del diario y de otros medios, como Voice of America, ITN y BBC, en una oficina instalada en un edificio del diario verpertino Informaciones.

 

 

Como recuerda Chislett, los corresponsales internacionales, por muy democráticos que fueran sus países de origen, se vieron obligados a trabajar en las circunstancias propias de una dictadura que consideraba a la prensa “un instrumento al servicio de la política del Estado”. Los periodistas extranjeros eran libres de escribir lo que quisieran, pero sus informaciones debían pasar obligatoriamente por el Ministerio de Información, al que se debían remitir todas las copias de las publicaciones extranjeras en el momento mismo en que llegaban al aeropuerto de Barajas, antes de autorizar (o no) su venta en los kioscos españoles o de obstaculizar, en el mejor de los casos, su distribución en España.

A causa de ello, varios medios (The Times, Le Monde, Süddeutsche Zeitung y Frankfurter Allgemeine, sobre todo) se vieron especialmente afectados por estas restricciones, por lo que sus corresponsales optaron por «publicar al final de cada mes el número de días en los que se había prohibido la distribución de sus publicaciones». «Esta decisión desagradó enormemente al Gobierno, que pretendía que en el extranjero se creyera que en España podía distribuirse la prensa extranjera sin restricciones», recuerda el corresponsal británico.

La prensa francesa

Pese a todo, la prensa internacional cumplió sobradamente, durante aquellas fechas, sus responsabilidades inherentes a una libertad de expresión que, obviamente, no tenían los periodistas españoles.

Uno de los países que más interés mostraron por las noticias procedentes de España fue, por motivos comprensibles, Francia. Desde el mismo momento en que se anunció la primera hospitalización de Franco, en julio de 1974, la prensa gala se volcó con un tema que, como no podía ser de otra forma, encauzó como el primer paso para el fin del franquismo. En el caso de las radios francesas, las cosas se complicaron a causa de un problema «logístico»: la noticia de la muerte les pilló en plena huelga, y no pudieron informar de ella a tiempo.

 

Portada del Libération, con una caricatura de Franco encarnado en un tapón de champán muy significativa

 

Las noticias procedentes de España se sucedieron a toda prisa entre octubre y noviembre de 1975. El 1 de noviembre, el célebre caricaturista Plantu, del diario liberal Le Monde, representó al dictador con un pijama a rayas y leyendo en la cama un periódico en el que aparecía el titular Nécrologie de Franco. Por esas mismas fechas, el rotativo de la “derecha republicana”, Le Figaro, titulaba a dos columnas: “La enfermedad del Caudillo. Imperativo político y ética médica”.

Ambos periódicos siguieron la enfermedad de Franco con especial interés, como recoge Lily González Urdaneta en un excelente artículo, y el 21 de noviembre, un días después de que se produjera «el hecho biológico» (eufemismo pergeñado por el régimen para referirse a la muerte del dictador), tanto Le Monde como Le Figaro abrieron exactamente con el mismo titular: “Le général Franco est  mort”.

Le Monde tituló a cinco columnas e informó de que el dictador sería enterrado “al lado de José Antonio Primo de Rivera”. En la primera página, el diario, que definía al fallecido como un “autócrata taciturno de rostro mediocre, el arquetipo del monstruo frío”, incluía una reseña, titulada “La extrema derecha moviliza a sus tropas”, en el que explicaba que Franco había muerto como un monarca absoluto, rodeado de sus cortesanos y con el estatus de jefe de Estado hasta el último momento. Con su muerte “es toda una historia que se derrumba, toda una fachada fragmentada que se cae en mil pedazos”.

Por su parte, Le Figaro se refirió a Franco como el “hombre de la Cruzada” y lo definió como “general provocador, jefe de una insurrección militar victoriosa, un dictador todopoderoso, cómplice y aliado de los peores enemigos de Francia”.

Ese recuerdo del pasado más lejano fue ilustrado también por otro gran caricaturista de Le Monde, Konk, quien representó a San Pedro sosteniendo tres llaves y frente a él a un ángel que hacía el saludo nazi y sostenía en su mano derecha un libro titulado Gott Mis Uns (Dios con nosotros, en alemán), a modo de testamento espiritual de Franco.

Le Monde también dedicó un recuerdo, con cifras, al millón de personas muertas durante la guerra civil, a los 500.000 exiliados y 300.000 presos políticos registrados durante la dictadura (sin incluir a los, al menos, 50.000 fusilados que se estiman para el periodo de posguerra, ya durante la «paz») y al “medio millón de republicanos vencidos” que acabaron en “tres prisiones y quince campos de concentración en Francia”, en una clara condena al comportamiento del Gobierno francés con los refugiados españoles.

Los dos citados diarios dispensaron una atención muy amplia no sólo a la muerte de Franco, sino a todo el proceso de Transición. Entre noviembre de 1975 y diciembre de 1978 (aprobación de la actual Constitución), Le Monde dedicó más de 850 noticias y 56 titulares al proceso político en España, unas cifras sólo superadas por los medios británicos.

La prensa británica

En efecto, los periódicos del Reino Unido (recogidos por la estudiosa Rebeca Viguera Ruiz) siguieron con enorme atención todo lo que sucedió en España en ese periodo, en especial The Times, que, con 1.261, fue el diario que más noticias publicó sobre nuestro país en el periodo de tres años antes citado.

Con dos corresponsales de la talla del fallecido Harry Debelius (quien llevaba veinte años en España y al que el ABC llegó a acusar de participar en “una campaña de propaganda contra la unidad de España” por unas informaciones sobre el País Vasco) y el ya citado William Chislett, el gran pionero de la prensa británica informó de la muerte del dictador con el titular “El general Franco hace un llamamiento en su lecho de muerto a sus enemigos para que le perdonen”.

Tras explicar con detalle los términos del testamento leído en directo por el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, el rotativo destacaba la sensación de calma que reinaba en Madrid: “Aparte del hecho de que la mayoría de la población del centro de la ciudad carga al menos con un periódico, poco hay que indique que Franco ha dejado de existir hoy”.

 

Artículos de Chislett en ‘The Times’

 

No obstante, según The Times, la percepción internacional fue muy distinta: “La mayor parte del mundo ve en la muerte de Franco una oportunidad para instaurar un régimen democrático en Madrid”. “Olof Palme, primer ministro sueco, quien recientemente describió a Franco como un ‘asesino sangriento’, ha dicho hoy que su muerte siembra la esperanza de que se den los pasos necesarios para que el pueblo español tenga la oportunidad de construir una sociedad basada en la libertad, la justicia social y la democracia”. “Franco gobernó como si la política fuera una rama de la ciencia militar”, añadía el diario londinense en el obituario dedicado al dictador.

 

 

William Chislett

 

El resto de la prensa británica se mostró mucho más beligerante. Es el caso de The Sun, que no dedicó la portada a la muerte de Franco pero sí se refirió a ella en segunda página con un contundente titular: ”The last fascist”. “El Generalísimo Francisco Franco fue el último y más victorioso dictador fascista de Europa. Había triunfado porque había sobrevivido. Hasta ayer”.

Otro diario de tono habitualmente sensacionalista, The Daily Mail, publicó un “Réquiem por el Fascismo”. El texto es demoledor: “Para nosotros, su muerte contiene un significado simbólico inquebrantable. Se ha dado definitivamente el portazo a una terrible época en la historia humana. La edad del Fascismo ha terminado. El último de estos hombrecillos con botas militares ha dejado de existir, esos repulsivos y cómicos hombrecillos que devastaron la mitad de un siglo. Sólo permanece Charles Chaplin para danzar sobre sus tumbas”.

El Daily Mirror acudió a la ironía más fina. El titular en portada era, sencillamente: “Miss España pone fin a su gran ascenso”. Miss España (Olga Fernández Pérez, de 18 años) había decidido abandonar voluntariamente el concurso de Miss Mundo para asistir a los funerales por Franco. Esa fue la noticia de portada. En las páginas interiores, un pie de foto común ilustraba las imágenes de Franco y de los príncipes Juan Carlos y Sofía: “Último decreto del dictador muerto: ¡PERDONADME!”.

 

Viñeta publicada por The Sun el 25 de noviembre de 1975

 

 «Después de 21 años de espera… yo, Juan Carlos… tengo el placer de anunciarles un momento triste para todos nosotros». Viñeta de John Kent en el ‘Daily Mail’, publicada casi un mes antes de la muerte de Franco

 

La televisión pública británica, la BBC, fue más escueta en su información. Tras destacar que Franco había gobernado “con mano autoritaria durante 39 años (incluyendo, por tanto, los tres de la Guerra Civil)” y hacer mención al testamento leído por Arias Navarro, concluía con un párrafo muy expresivo: “El general Franco lideró victoriosamente a los ejércitos nacionalistas contra los leales durante la Guerra Civil en los años treinta, con el apoyo de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini”.

La URSS

Uno de los países cuya prensa reaccionó con mayor rapidez a la muerte de Franco fue, curiosamente, la Unión Soviética, cuyas restricciones a la libertad de información poco tenían que envidiar a las españolas. Tal como indicó por entonces Efe, tanto la agencia de noticias Tass como Radio Moscú recogieron la noticia casi inmediatamente, limitándose a añadir que, de acuerdo con la Ley de Sucesión, el Príncipe Juan Carlos de Borbón sería el sucesor del dictador a título de Rey.

No obstante,  unos días más tarde, tal como recoge un cable de la Oficina de Asuntos Euroasiáticos del Departamento de Estado norteamericano (difundido por el portal Wikileaks), el diario oficial Pravda advirtió de que la “oligarquía reaccionaria” haría todo lo posible para preservar el franquismo sin Franco, pero “la clase trabajadora, los trabajadores, todas las fuerzas democráticas del país” intentarían, firmemente, impulsar los cambios políticos.

The Intenational Herald Tribune y el remate de Charlie Hebdo

Al otro lado del “Charco”, el poderoso The International Herald Tribune (cuyos integrantes, The New York Times y The Washington Post, dedicaron conjuntamente, entre noviembre de 1975 y diciembre de 1978, más de un millar de noticias a España) informó de que, «con la muerte del general Franco a los 82 años se pone fin a 36 años de régimen dictatorial» y se crean las condiciones para que que España, «con calma», inicie «una nueva era con el Príncipe Juan Carlos, su primer rey desde 1931”. Tras informar de los detalles más evidentes (las circunstancias de la muerte, el testamento), el rotativo norteamericano añadió que Juan Carlos tomaría «el nombre de Rey Juan Carlos I, dado que su padre, Don Juan, conde de Barcelona, se ha negado a renunciar a sus aspiraciones al trono”.

 

 

Como era previsible, el semanario humorístico francés Charlie Hebdo también vivió intensamente las fechas previas a la muerte de Franco, al que dedicó unas cuantas portadas muy a su estilo que nos permiten concluir este breve e incompleto repaso.

 

 

Imágenes | williamchislett.com blogs.ua.es/cartones memoriarepressiofranquista.blogspot

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