La serie de Netflix Jessica Jones ha debutado en todo el mundo con una puntuación media de los críticos del 96% , y de 8,8 sobre 10 entre los usuarios de la enciclopedia del cine IMDB. Aunque no conozcamos nunca las cifras de audiencia, Jessica Jones ha entrado por la puerta grande.

La serie es, en muchos aspectos, un calco de la magnífica serie de comics Alias, del sello Marvel Max, dibujada por Michael Gaydos y escrita por Michael Bendis. Tanto es así, que el arte de los créditos es una bendita copia de las magníficas portadas de David Mack, que en los créditos aparece referido en primera posición a la hora de dar las «gracias especiales».

¿Algunas cosas muy buenas? La ambientación, similar en muchos aspectos a la de Daredevil, es más que correcta y da vida perfectamente a la Cocina del Infierno en la que también se mueven Daredevil y Luke Cage. Por supuesto, los amantes de los tebeos disfrutamos de cosas que se escapan al resto. Alerta de spoilers del primer episodio para el resto del texto: el sexo entre Cage y Jones, con ambos temerosos de no romper al otro, es hilarante. Dicho esto, es un chiste totalmente inaccesible para todos aquellos que aborden la serie por primera vez. También está muy bien pensada la ambientación musical de Sean Callery, con un jazz clásico de detectives que te hace pensar en un halcón maltés con cascos Sennheiser. Callery tocaba jazz en los nightclubs antes de trabajar en series como 24 o Elementary. Y aquí se nota más que nunca.

Si tengo que poner una pega a la serie, no es propia, sino de una espectadora que no conocía la serie y que, pese a entender las líneas generales del relato, lo ha visto confuso en ocasiones. El uso del púrpura, por ejemplo, para ir introduciendo al personaje que interpretará David Tennant, es inteligente, y seguro que en un segundo visionado queda muy bien. Pero al principio, si no estás metido ya en la historia y en los personajes, pasa bastante desapercibido. También hay cosas raras de continuidad («¿Qué es una script girl?»). He repasado la escena en la que Jessica rescata a Hope en el hotel un par de veces y, sí, Jessica coge el bolso morado. Pero ¡es Jessica quien lo llena de ropa! ¿No ha visto la pistola que estaba ahí guardada? También existe la posibilidad de que en algún momento la rubia encaje la pistola en el bolso, para después matar a sus padres, pero la situación es rara. No me imagino la orden que tendría que haber dado Kilgrave: «No te muevas, pero si te llevan por la fuerza, aprovecha algún descuido de la protagonista para coger una pistola sin que te vea. Luego, cuando te entregue a tus padres, dispáralos de forma que ella no pueda detenerte». Como plan, es un desafío a la navaja de Occam, debo reconocerlo.

En todo caso, eso no quita que la esencia del personaje se mantenga intacta. Incluso han cambiado a Carol Danvers por una famosa locutora de radio (¡Trish Talk!) para no perder esa relación. Desde luego, introducen de forma gradual y muy brillante el hecho ineludible de que la protagonista se ha visto sometida, violada y vejada por uno de los supervillanos más chungos que hemos visto nunca, que por sus gustos cutrongos bien podría ser un cuñado de David Marjaliza. Un tipo que, pudiendo obligar a la gente a cumplir su voluntad, hace cosas de viejo verde cochinote. Se intuyen algunas cosas de su modus operandi, como una predilección por dominar a mujeres relativamente dotadas, lo que supongo que llevará a los guionistas a desarrollar algún tipo de fuerte complejo de inferioridad frente a las mujeres fuertes. Todo muy prometedor, desde luego, y una gran ocasión para que David Tennant, que tiene su gran ocasión para hacer dos cosas que todo buen actor desea: desencasillarse (para mí siempre será el mejor Doctor Who) y encarnar a un villano memorable. 

Agradezco a la serie mantener el lazo con Marvel pero de forma sutil. Si en Daredevil había un gancho con la reconstrucción inmobiliaria de Nueva York tras los eventos de Los Vengadores, aquí se limitan a establecer vagamente que estamos en un mundo en el que los superhéroes existen. «No me escondo, la gente prefiere pensar que tú estás loco a que yo puedo levantar un coche», dice Jessica en uno de los pocos momentos ‘súper’ de la cosa. 

Mike Colter, a quien muchos hemos aprendido a querer en The Good Wife como Lemond Bishop, es un GRAN Luke Cage. Al menos es tan guapo como Cage cree ser, que ya está bien. 

Krysten Ritter, la propia Jones, está genial en el papel. Pero claro, ¿quién mejor para interpretar a una borracha con problemas de síndrome de estrés postraumático que a la novia de Jesse Pinkman? Gracias al cielo, los televisores no incorporan olores, porque la ducha no parece el sitio predilecto de esta muchacha, que va con la misma ropa durante buena parte del episodio. La superheroína homeless se lava como los gatos. 

Puntos especiales para Carrie Ann-Moss. Hemos llegado a un punto en el que están tan normalizadas las parejas gays en el cine que podemos plantearnos una lesbiana pintalabios que engaña a su pareja más mayor con una niñata de la oficina. O eso parece en el primer episodio, al menos.

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