¿Crees que España está ingobernable? Peor lo tuvo el Senado galáctico hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana.

Sé que para muchos de vosotros no existen los episodios I al III de Star Wars. Nuestro amigo Juan Gómez Jurado lo dejó claro en uno de sus inmortales necios. Sin embargo, es justo decir que fueron el House of Cards de la saga galáctica. Sólo que sin interés, sin tensión narrativa, sin Kevin Spacey y sin la barbacoa de Freddy. 

En todo caso, vamos a repasar algunos puntos sobre la situación política a lo largo del universo de Star Wars y decidir si, en comparación, España está peor.

El Universo de Star Wars es una recreación del alzamiento de la Alemania nazi. No hay que ser muy avispado para darse cuenta. El casco de Darth Vader es una versión del de los soldados nazis. Y el concepto de los Strormtroopers está heredado de los sturmtruppen alemanes, soldados especialistas. Su falta de puntería habitual, sin embargo, probablemente esté heredada de la serie cómica del dibujante italiano Bonvi, también llamada Sturmtruppen. ¿Cómo diablos consiguió dibujar una historia sobre nazis simpáticos durante tantos años? Esa es pregunta para otro momento.

Los episodios del I al III son curiosos, porque narran el cambio político de una república razonablemente bien instalada y próspera y su transformación en un Imperio galáctico. ¿Cómo sucede?

Básicamente, lo consigue el senador Palpatine, que con unas maniobras políticas dignas de un estadista de cuatro años consigue no sólo que le nombren canciller supremo, sino instaurar la figura del Imperio. ¿Cómo? Básicamente utilizando como peones a los socios de la Federación de Comercio (que son al menos igual de idiotas que los políticos del Senado) y enfrentando a un montón de gente en apariencia encantadora y próspera. 

Uno de los motivos por los que me parecieron flojas estas películas fue porque la trama política era sobreexpositiva y no se basaba en conceptos realistas. La Alemania nazi nunca habría surgido en un entorno de razonable crecimiento económico. Sin la derrota en la Primera Guerra Mundial y las humillantes exigencias del Tratado de Versalles de 1919, los alemanes no habrían comprado el discurso de Hítler. Si George Lucas hubiese querido vendernos una República amenazada de Imperio, tendría que haberla hecho mucho más conflictiva. Un entorno con grandes edificios y logros técnicos, sí. Pero también con pobreza, desahucios, diferencias sociales como las que plasma Neil Blomkamp en sus películas de scifi Distrito 9, Elysium o ChappieUna situación más parecida a la española.

Después de años de crisis, una juventud desesperanzada y tasas de paro insostenibles, en la República sería mucho más viable el ascenso de un líder populista con afición por planetas con historias autoritarias que supiese ganarse al pueblo descontento transmitiendo una imagen de nuevos inicios. También podemos imaginar a un líder anciano restringiendo los derechos de sus conciudadanos para evitar que la inestabilidad política amenace la gobernabilidad. Coge el ejemplo que más te guste, pero ya nos entendemos.

(Actualización) Un avispado comentarista rescata la teoría de que el ascenso de Palpatine es el de César Augusto. Pero no compro. Sin duda Lucas intentó que lo pareciera, pero no creo que sea justo comparar un imperio con otro. Los nazis y el Imperio Galáctico practicaron el genocidio con mucha más liberalidad…

A partir de aquí, algunos spoilers de El despertar de la Fuerza

En la nueva entrega de Star Wars, JJ Abrams no sólo no ha renunciado a la parte política de la saga, sino que ha declarado abiertamente sus objetivos: La Primera Orden es como el resultado de que los nazis instalados en Argentina se reagrupasen y volviesen a liarla. Es plausible, teniendo en cuenta que sus gigantescas bases móviles (los destructores imperiales) son mucho más móviles que el aparato bélico germano. Como Daenerys, esta vez en lugar de confiar en clones han creado un ejército de Inmaculados, soldados criados para la batalla y para el servicio imperial. Rey se empeña tanto en llamar a Finn amigo que a lo mejor sabe más que nosotros sobre alguna carencia que pueda tener el muchacho.

Eso no quiere decir que la Primera Orden no haya sufrido pérdidas o que esté a la altura del Imperio. En Jakku vemos los resultados de una batalla que ha dejado para chatarra numerosos destructores imperiales. Pero estos nazis reagrupados han tenido tiempo de buscar bases y volver a ponerse en marcha con una nueva hornada de soldados. El general Hux es demasiado joven, si nos acordamos de Gran Moff Tarkin, interpretado por Peter Cushing. Pero también lo es Kylo Ren. Son las nuevas generaciones del Imperio, un grupo de cachorros neonazis que quieren restaurar la «grandeza» de su aparato militar totalitario. En la Resistencia dicen que es para complacer a los planetas fabricantes de componentes de la Estrella de la Muerte, que financian sin duda a la Primera Orden. Seguramente habrá habido dudas sobre los sobresueldos cobrados por los líderes de la organización, pero Snoke seguro que le dijo a su extesorero que usase la Fuerza. Y sólo aparece en pantalla con una versión galáctica del plasma, ¿coincidencia?

El panorama de la nueva entrega recuerda, curiosamente a la Guerra Civil Española, con una Primera Orden que actúa como una junta militar apoyada por el aparato religioso (los caballeros de Ren), que intenta terminar por la fuerza con una República legalmente constituida y con una Resistencia que aquí hacen las veces de mikeletes o gudaris. Dales dos películas más, te montan una transición y te convierten a Finn en un sanguinario terrorista del Comando Endor que ya no sabe por lo que lucha.

Lo más curioso es que otro camino interesante habría sido buscar una Primera Orden mucho más descentralizada y jugar con el fanatismo religioso. ¿Estrellas de la Muerte? Eso es TAN de siglo XX. La idea de unos caballeros de Ren que no sabes por dónde te van a venir, auténticos fanáticos y sin respeto por sus vidas ni por las ajenas hubiera sido interesante. Algo de eso hay, si pensamos en lo nihilista que es Kylo Ren, el que lo hayan lavado el cerebro para abandonar a su familia y su fijación por un líder espiritual que le manipula. Pero hubiera sido interesante un entorno en el que la Resistencia no supiese ni dónde atacar porque el enemigo está en todas partes.

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