Manglares del lago Sentarum en Borneo Occidental, Indonesia. Foto: CIFOR/Yayan Indriatmoko

Los manglares son ecosistemas singulares que se encuentran en el límite entre la tierra y el mar. Estos hábitats extraordinarios contribuyen al bienestar, a la seguridad alimentaria y a la protección de las comunidades costeras de todo el mundo. Mantienen una rica biodiversidad y proporcionan un valioso entorno de cría para peces y crustáceos. Además, los manglares actúan como una forma de defensa costera natural contra las mareas de tormenta, los tsunamis, el aumento del nivel del mar y la erosión. Sus suelos son sumideros de carbono altamente eficaces, reteniendo grandes cantidades en su interior.

Sin embargo, estos ecosistemas están desapareciendo de tres a cinco veces más rápido que las pérdidas generales de bosques en el mundo, con graves impactos ecológicos y socioeconómicos. Las estimaciones actuales indican que la extensión de los manglares se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años.

En palabras de Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, «los manglares están en peligro. Se ha calculado que más de tres cuartas partes de los manglares del mundo están amenazados y, con ellos, todos los organismos acuáticos y terrestres que dependen de ellos”. Por este motivo, explicó, que el organismo decidió actuar para protegerlos, así como a otros valiosos ecosistemas, mediante sus geoparques, sus sitios del Patrimonio Mundial y sus reservas de biosfera. 

Incomprendidos e infravalorados

Por su parte, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que estos ecosistemas son a menudo «incomprendidos e infravalorados», pues estos bosques costeros se perciben a veces como «zonas sucias» o «muertas», un terreno baldío que podría talarse en favor de playas de arena, complejos turísticos ostentosos u otras urbanizaciones.

Esta percepción no podría estar más lejos de la realidad. Los manglares son los únicos árboles que prosperan en aguas saladas y mejoran la calidad del agua filtrando nutrientes y sedimentos. También están llenos de vida: más de 1500 especies de plantas y animales, según el PNUMA, dependen de los manglares. Entre ellas, peces y aves que utilizan las aguas poco profundas bajo los manglares como viveros. Las investigaciones indican ahora que también son fundamentales para mamíferos más grandes, como monos, perezosos, tigres, hienas y perros salvajes africanos.

El PNUMA subraya que proteger estos hábitats y restaurar los dañados también ayuda a combatir el cambio climático, ya que almacenan una media de 1000 toneladas de carbono por hectárea en su biomasa y suelos subyacentes.

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