La elección de Isabel Bonig esta semana como nueva Presidenta del PPCV ha sido interpretada por muchos analistas como un nombramiento de transición de cara a una renovación mucho más profunda de los populares valencianos una vez pasen las generales de noviembre.

Sin embargo Bonig, una experta en ascender sin armar ruido, parece dispuesta a combatir las predicciones asumiendo no sólo la presidencia del partido sino también la portavocía en Les Corts Valencianes. A la espera de los resultados de noviembre, que son quienes marcarán el futuro político del PP, solo hay una verdad confirmada: los populares han apostado por endurecer su discurso en Valencia.

A la hora de buscar un nuevo líder cada una de las agrupaciones provinciales del partido, como suele suceder en estos casos, tenía candidatos bien colocados. Alicante tenía a José Císcar, el último Vicepresidente de los populares en Les Corts, Conseller de Presidencia y portavoz del gobierno autonómico durante más de dos años; Valencia contaba con María José Català, Consellera de Educación y portavoz del Consell durante el último año de legislatura, y Castellón a Isabel Bonig, Consellera de Infraestructuras y Territorio. Císcar contaba a su favor con ser uno de los hombres fuertes del gobierno de Fabra, y uno de los rostros asociados a la regeneración política del PP valenciano; María José Català podía presumir de los valores jóvenes del partido—nació en 1981 y ya tiene la experiencia de haber llevado una de las carteras de mayor importancia para la ciudadanía— así como la exposición pública de haber sido la portavoz del gobierno durante el año electoral; mientras que Isabel Bonig sólo contaba con el aval de su labor al frente de una conselleria que llevaba las competencias de urbanismo, de escaso peso en el actual ciclo económico. Sin embargo Bonig tenía un arma a su favor, ella había sido durante cuatro años la voz del discurso más duro del PP, lo que le ha permitido ir ganando cada vez más influencia entre las bases del partido.

Como cualquier acontecimiento complejo la elección final de Isabel Bonig cono presidenta de los populares valencianos puede explicarse desde diferentes factores. Por ejemplo Císcar, aunque tenía las cualidades objetivas para ser candidato, nunca fue una opción real tras haber tenido que sacrificarse para alcanzar un pacto con Ciudadanos que les permitiera retener la diputación de Alicante —de hecho Císcar se ha convertido en un importante apoyo de Bonig a la hora de lograr su ascensión— o puede hablarse de que la necesidad de luchar por el mismo electorado que Ciudadanos ha acabado perjudicando a Català, puesto que el discurso más severo de Bonig permite diferenciar el producto político del PP del centrismo que usan por bandera los partidarios de Albert Rivera. Pero lo cierto, en todo caso, es que el PP de Castellón, la misma agrupación que para contar con un candidato a la presidencia necesitó que dimitiera un Presidente electo y que dijeran no varias personas a sustituirles; la que durante mucho tiempo estuvo marginada por los informativos de Canal 9 por estar dominada por Carlos Fabra, ha impuesto a su candidata y se perfila como la nueva fuerza de un partido al que apenas le quedan figuras que poner en primera línea.

Bonig el brazo fuerte del ala derecha del PP

El gran arma de Isabel Bonig es su capacidad para ser subestimada por sus rivales políticos. Llegó a la Conselleria de Urbanismo con el único de aval de haber sido alcaldesa de La Vall d’Uixó, municipio de algo más de 30.000 habitantes. Esa inexperiencia en la gestión llevó a más de un político, y a muchos periodistas, a pensar que en esa legislatura urbanismo iba a ser una conselleria irrelevante dirigida por una política de perfil bajo. Cuatro años después Bonig desacreditaba públicamente a Alberto Fabra obligándole a cambiar sus órdenes de voto en la investidura de Ximo Puig.

¿Cómo se produjo este cambio? Primero por la capacidad de Bonig de ganarse la confianza de fuertes aliados. Fue Francisco Camps quien eligió a Bonig como Consellera y quien la nombró Coordinadora del PPCV, sin embargo la caída del ex-President no supuso ninguna merma de poder para ella, más bien la contrario. Bonig ha logrado granjearse el apoyo de Rita Barberà, quien se cuenta con ser ahora mismo su principal valedora en Madrid, y de José Císcar, un poderoso aliado en el hemiciclo valenciano. Segundo por su discurso agresivo que cala con las bases. La actual presidenta del PPCV no duda en declararse “admiradora de Thatcher”, tilda de “catalanistas” que quieren unir Valencia con Cataluña a sus rivales políticos, rebate las acusaciones de corrupción con referencias a los escándalos de Andalucía o Cataluña o hablando de “campaña de descrédito hacia la Comunidad por parte de la oposición”, que además considera “un hecho objetivo”.

Aunque todo en el PP está sujeto al escenario que dejen los resultados de las elecciones nacionales de noviembre, Bonig no quiere ser un “papado corto” dentro del PP Valenciano. El primer paso ha sido reservarse para sí misma el puesto de portavoz en Les Corts, lo que le garantiza una mayor exposición pública ante el electorado. Esto unido a su capacidad para sumar apoyos de pesos pesados del partido, y sus cada vez más directos llamamientos a acabar con la designación directa de cargos en el PP, “nos tenemos que plantear que se puede discrepar desde la lealtad a un proyecto, no pasa nada. Si pensamos todos lo mismo esto recuerda a Rusia”, aseguraba en una entrevista, hace temerario pensar en ella como una mera comparsa en el partido. Sería repetir el error que cometieron muchos aquel 2011 cuando Bonig llegó a las puertas de la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente para hacerse cargo de la política de urbanismo.

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