La inflación vuelve a registrar cifras cercanas al -1% a pesar de la mejora de los factores coyunturales. Los mercados ven indicios de posibles caídas en el petróleo, lo que estancaría nuevamente el IPC durante los próximos meses. Los expertos achacan la deflación técnica a la falta de conexión entre la recuperación y la economía real.

El IPC del mes de junio refleja una nueva caída del -0,8% en tasa interanual, algo más moderada que el -1% de mayo, pero insuficiente frente al 0,1% de inflación europea. La ligera mejora de este mes se debe a un menor descenso del precio de los productos energéticos (-11,7%) -combustibles y carburantes (-11,2%), electricidad (-13,5%)-, motivado por la estabilidad de los precios del petróleo en el último mes (en torno a los 50 dólares).

Sin embargo, la mejora en el mercado energético no se ha transmitido al índice de precios español, que continúa creciendo por debajo de la media y mantendrá esta tendencia de cara a los próximos meses.

«La inflación no se mueve del terreno negativo a pesar de la subida del petróleo y de la electricidad, si seguimos igual a pesar de los factores conyunturales hay algo que revisar. En el mercado ya hay señales y pautas de que los precios del petróleo pueden volver a caer a los 40 o treinta y pico dólares por barril, lo que garantiza una inflación próxima al -1% para los próximos meses. No se han tomado medidas para prever esto», señala a SABEMOS Jaime Diez, analista de XTB.

Las principales partidas del índice corroboran la opinión del experto: la inflación de la alimentación se situó en junio en el 1,4%, dos décimas inferior a la del mes anterior, la inflación subyacente -excluye los elementos más volátiles del IPC, alimentación fresca y energía- se moderó en junio una décima, hasta el 0,6%, como consecuencia de la desaceleración de los precios de los alimentos elaborados (1%, una décima menos que el mes anterior), de los bienes industriales no energéticos (BINE, 0,3%, una décima menos que en mayo) y de los servicios (0,7%, tasa una décima inferior a la del mes previo).

España se encuentra en un periodo de deflación técnica, tras varios ejercicios consecutivos en negativo, pero los analistas no creen que exista una deflación real debido a la fortaleza de la demanda interna.

«La deflación es un fenómeno psicológico, sería real si los consumidores no compraran porque creen que mañana estará más barato, pero en este caso no consumen porque no pueden. Además el mercado se encuentra en una fase depresiva en la que las expectativas son muy negativas», añade.

El análisis de los datos refleja que ni la segunda vuelta de las elecciones ni el ‘Brexit’ han influido de manera determinante en el descenso de la inflación. Si se descarta el componente político, la vertiente económica se convierte en el principal foco de todas las miradas. Unas expectativas infladas en torno a la recuperación y la falta de correlación con la economía real podrían ser las causas principales del estancamiento.

«La recuperación no ha llegado de manera clara a todos los estratos y se ha quedado más en apuntes macroeconómicos. La deflación está pasando de ser algo coyuntural a algo estructural, los bajos salarios en España y las condiciones en el empleo están generando el estancamiento en el consumo. Si la nueva normalidad es cobrar 800 euros al mes y tener trabajos temporales es normal que la gente limite sus gastos. Hasta que esto no mejore no veremos caídas en los índices de ahorro porque los individuos son prudentes ante la incertidumbre económica. La inflación se recuperará en términos interanuales cuando nos acostumbremos a este escenario», puntualiza el experto.

Respecto a las declaraciones del ministro de Economía, Luis De Guindos, en las que achaca el desviamiento del déficit a la baja inflación -0,7 puntos del total de 0,9 puntos- y a las malas previsiones de Bruselas, tanto las expectativas nacionales como comunitarias han quedado lejos de la realidad infladas por una recuperación que «no ha llegado a todos los niveles».

«Todos han publicado gráficos y datos que se equivocaban entre las expectativas y lo que realmente ha pasado. Teníamos demasiadas esperanzas en una recuperación que no ha llegado a todos los niveles. La inflación tiene repercusión en el PIB, pero es un error achacar el desvío de déficit a causas externas. En Europa hay gobiernos estables que sí están cumpliendo estos objetivos».

Tampoco a nivel europeo los objetivos de inflación son del todo realistas, actualmente se encuentra en el 0,1% en lugar del 2% esperado tras las políticas expansivas del BCE.

«El Banco Central se ha movilizado pero no han sabido aprovechar el desplome de los activos energéticos y la bajada de los tipos. La política monetaria está fallando porque no llega a la economía real, no es un problema de oferta sino de demanda», concluye.

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