En España, los incendios de Sierra Bermeja en 2021 o el ocurrido recientemente en Tenerife parecen haberse comportado, según la comunidad científica, como incendios de sexta generación

A lo largo de este siglo ha aumentado de forma evidente la peligrosidad de los incendios. Cada vez son más grandes, aumentan su temporalidad a lo largo de todo el año y suponen una emergencia social en muchas ocasiones; dejando personas desplazadas, heridas o incluso, en el peor de los casos, pérdidas humanas. Frente a ello, la prevención a través de una visión integral es la mejor herramienta para la lucha contra los incendios forestales.

El agravamiento de los incendios se debe en gran medida a las consecuencias de la crisis climática, que ocasiona sequías persistentes, un aumento de las temperaturas, así como una disminución de los recursos hídricos del suelo en los bosques, haciendo que el riesgo de incendios extremos sea mayor. Todo ello unido al fuerte despoblamiento rural y el abandono de usos tradicionales, deriva en un paisaje homogéneo, sin gestionar, muy inflamable y donde la biodiversidad y los beneficios que ofrecen los ecosistemas están comprometidos.

No todos los grandes incendios son de sexta generación

Con respecto al término «incendios de sexta generación», se trata de una nueva generación de incendios que reúne las características de las anteriores, pero además liberan una cantidad de energía tan grande que son capaces de generar condiciones meteorológicas propias en la zona afectada, creando pirocúmulos que pueden llegar a colapsar y formar tormentas de fuego. Su comportamiento es explosivo, extremo e imprevisible, propagándose a gran velocidad, por lo que en muchos casos se convierten en incendios inapagables.

Aunque ocurren en una proporción muy baja, el riesgo de que los incendios evolucionen a este nivel existe, y cada vez es más común que los dispositivos de extinción observen cómo fuegos muy pequeños liberan energías descomunales, capaces de convertirse en incendios extremos, imposibles de apagar.

En España, los incendios de Sierra Bermeja en 2021 o el ocurrido recientemente en Tenerife parecen haberse comportado, según la comunidad científica, como incendios de sexta generación. A escala mundial, también lo hicieron los incendios de 2017 en Portugal y Chile, que dejaron daños catastróficos para el paisaje, la economía de estos países y la vida de sus poblaciones, los de Australia de 2020, o los ocurridos este mismo año en Canadá.

Gestión del territorio, clave para prevenir incendios inapagables

Las intensas olas de calor y las sequías, que producen un déficit hídrico en el suelo y la vegetación, unido a la gran acumulación de biomasa en los bosques, hacen que la situación sea cada vez más compleja, sin embargo, WWF España insiste en la prevención como principal solución para evitar este tipo de incendios. 

En el Informe de WWF España: «Incendios forestales 2023: Incendios extremos e inapagables», publicado el pasado mes de julio, se expone la necesidad urgente de crear una Estrategia Estatal de Prevención Integral de Incendios Forestales para prevenir este tipo de catástrofes y garantizar paisajes vivos, diversos, resistentes y resilientes.

Además, como se puso de manifiesto en el «Foro de Debate y propuestas de acción para la gestión de los grandes incendios forestales en España» organizado por la Fundación Pau Costa, en el que participó WWF, «es necesario generar herramientas que permitan comprender estos eventos extremos e imprevisibles y que los servicios de extinción puedan adaptarse a los nuevos escenarios de incendios».- Publicidad –

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