La emergencia sanitaria de la COVID-19 ha tenido fuertes repercusiones en todos los ámbitos. Durante estos meses han sido muchas las iniciativas privadas que han surgido para apoyar a las personas más vulnerables, pero sin lugar a dudas, han sido las entidades sin ánimo de lucro las que han tenido y tienen un papel protagonista.

A principios de la pandemia, el director general de la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), Miguel Fernández, era claro en su mensaje: “Estamos ante una situación sin precedentes para los bancos de alimentos, que afecta a la sociedad en su conjunto, pero que tiene una incidencia aún mayor entre la población con menos recursos. Hemos tenido que suspender todas las operaciones presenciales de recogida de alimentos y se han dejado de recibir otras donaciones tradicionales”.

Desde FESBAL y a través de la campaña ‘Ayúdanos a combatir el COVID-19’ han ayudado a más de 10 millones de personas.

Incremento de ayuda

Cáritas y Cruz Roja, dos de las entidades sociales por excelencia de nuestro país, han visto cómo las peticiones de ayuda se han disparado durante la pandemia.

Cáritas Diocesana de Madrid ha visto triplicada sus solicitudes desde que arrancó la COVID-19. De las solicitudes recibidas, el 40% proviene de personas que nunca habían recurrido a Cáritas, siendo el 85% de las peticiones para cubrir necesidades básicas como alimentación, gastos de vivienda y medicamentos.

Si bien las ONG han recibido una avalancha de peticiones, lo cierto es que durante la crisis sanitaria han visto como sus ingresos se reducían y era necesario reorientar los fondos para cubrir estas peticiones básicas.

Según recoge el informe presentado por la Asociación Española de Fundraising (AEFr) ‘Impacto COVID-19 en entidades no lucrativas’, el 70% de estas entidades en España prevé que sus ingresos se reduzcan tras la crisis originada por el coronavirus.

El informe, en el que también ha participado la Fundación Lealtad, advierte de que el 33% de las entidades ha incrementado el número de beneficiarios y, por tanto, los gastos de su actividad.

“El fundraising como fuente de financiación ha permitido que un 72% de las organizaciones contara con un fondo de reserva para afrontar los próximos meses de confinamiento, aunque la financiación queda condicionada por la situación socioeconómica de cada momento”, señalan desde la AEFr.

El apoyo por medio de donaciones privadas y el aumento de socios son dos de las fuentes de financiación que permitirán a las ONG continuar con su actividad apoyando a aquellos que más lo necesitan y que más se han visto afectados por la pandemia.

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