Una plaga, una trágica y peligrosa plaga. Eso es el populismo de corte trumpista que se extiende por todo el mundo. En Europa, por ejemplo, tiene el incremento de que mantiene tonos cercanos al neofascismo y a la ultraderecha. La política dominicana, a lo largo de su historia, se ha mantenido siempre al margen de las luchas ideológicas tradicionales. Sin embargo, como ocurre con el sargazo, ese tipo de populismo ha llegado a República Dominicana y, al parecer, es contagioso entre los líderes políticos.

Los abrumadores resultados de las elecciones municipales y la contundente exposición de la realidad realizada por el presidente Luis Abinader en su discurso de rendición de cuentas ha colocado a los líderes de la oposición en un escenario en el que ya sólo les quedan los argumentos populistas o las teorías de la conspiración.

Para justificar su rotundo fracaso electoral, el partido de Leonel Fernández, a través de su coordinador general de campaña, Rubén Maldonado, no dudó en lanzar acusaciones de que se utilizaron drogas como elemento de compra de votos. Decir esto, además de ser injurioso, resulta absurdo teniendo en cuenta que el actual gobierno dominicano ha incautado en cuatro años más droga que en las últimas dos décadas juntas. Este hecho provocó la felicitación de los organismos internacionales, en general, y del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en particular.

Por otro lado, el candidato del PLD, Abel Martínez, tras sufrir una derrota sin paliativos en las municipales, no dudó en acudir a la anécdota para transformarla en crisis nacional. Este es un método habitual de las formaciones populistas de todo el mundo: llevar lo particular a lo global.

Sin embargo, eso no funciona cuando hay elementos reales que demuestran que las ensoñaciones no son cosa del discurso de Abinader, sino de los argumentos vacíos de una oposición que sabe que ha sido despreciada por la ciudadanía y que cuenta con la absoluta desconfianza de los organismos, los gobiernos internacionales y los mercados globales.

Afirmar, como osó a hacer Martínez, que «ojalá viviéramos en el país que Luis presenta». No, señor candidato del PLD, el pueblo dominicano ya está viviendo en un país que crece económicamente como nunca en la historia, en un país que ha logrado un peso en la diplomacia mundial como nunca en la historia, en un país en el que se han incrementado los salarios en más de un 40% o que casi ha duplicado en apenas 4 años la renta per cápita. Abel Martínez, al igual que Leonel Fernández, vive en el negacionismo, algo muy propio de los populistas de corte trumpista. Es preocupante la constante negación de la evidencia de que el Foro de Davos, el FMI, la OCDE, las agencias calificadoras de rating o el Banco Mundial han avalado el cambio que Abinader ha generado en República Dominicana.

Al igual que hicieron Donald Trump o Jair Bolsonaro tras perder las elecciones, tanto Fuerza del Pueblo como el PLD se dedicaron a acusar de gravísimas irregularidades electorales. Sin embargo, los observadores internacionales que estuvieron en los comicios municipales del pasado 18 de febrero afirman todo lo contrario. Personalidades como el expresidente colombiano Andrés Pastrana o el expresidente ecuatoriano Jamil Mahuad destacaron que no hubo irregularidades en las elecciones.

Entonces, ¿se puede confiar en quienes pretenden asaltar el poder por medio de la demagogia, el populismo, la mentira y la manipulación? El pueblo dominicano sabe quién es quién y en quien van a seguir confiando para que dirija sus destinos en los próximos 4 años.

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