Establecido ya en su mercado originario de Estados Unidos gracias al éxito de series como «Orange is the new black» o su adaptación de «House of Cards», Netflix ha dado ya el siguiente paso en su propósito de integración mundial con creaciones locales como su novedad de esta semana, «Narcos».

El 28 de agosto se estrena «Narcos«, la nueva producción propia de Netflix y una de las más importantes que ha hecho en los últimos años. Lo es porque marca el primer intento serio de crear una serie de producción propia fuera de Estados Unidos. Creada por Chris Brancato («La primera oleada») con Eric Newman y Carlo Bernard y dirigida por José Padilha («Tropas de Élite»), el tema central de la serie es Pablo Escobar y el Cártel de Medellin, su ascenso al poder contado desde el punto de vista de uno de los agentes de la DEA que le persiguieron. La novedad es que es una serie creada y producida desde sus filiales de Latino América, rodada fundamentalmente en español, y que se ofrecerá con subtítulos en inglés para el mercado estadounidense.

 

 

No solo el equipo de rodaje es mayoritariamente sudamericano, también se ha buscado que lo sean los actores. Al margen de Boyd Holbrook, en su papel del agente de la DEA Steve Murphy, el resto lo son. Lo es Stephanie Sigman, en un papel inspirado en el de la periodista y amante de Escobar Virginia Vallejo, y lo son sobre todo los dos grandes protagonistas de la ficción: Pedro Pascal («Juego de Tronos») que interpreta a Javier Peña, oficial de la agencia antidrogas mexicana instrumental en la caída de Escobar, y un grandísimo Wagner Moura («Tropas de élite») en el papel principal de Pablo Escobar. La serie, con suficiente violencia y dramatismo como para convertirse en un referente internacional, tiene todo lo necesario para convertirse en otro de los grandes éxitos de la compañía.

Precisamente por eso mismo es importante. Un éxito de suscriptores y crítica demostraría que la estrategia de producción de proyectos propios en los territorios en los que se instala es no solo una buena manera de realizar relaciones públicas con los países y mantener contentas a las autoridades o de ofrecer un producto cercano e interesante en exclusiva, también un buen negocio para la empresa. E incluso una pieza clave para su implantación y desarrollo en esos mercados, en tanto que la producción de proyectos ha ido cayendo en muchos de esos mercados en los que les interesa implantarse. Algo que Netflix sabe y que explica los tanteos previos.

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Cuando Netflix decidió en 2006 producir sus nuevas películas o cuando en 2007 comprendió que, más allá del alquiler de películas físicas, su negocio se expandiría más y mejor ofreciendo también ‘streaming’ -el famoso ‘Video on Demand’-, la intención siempre fue crecer para mejor. De ahí que en 2012 decidiera retomar la idea de producir contenido propio, pero no solo para cine (después de haberlo aparcado unos años ante el malestar de las otras productoras) sino para televisión. Y precisamente lo harían con un programa extranjero.

«Lilyhammer» sería una producción con la noruega NRK en la que Netflix tendría los derechos de emisión en Estados Unidos. La serie, que acabaría durando tres temporadas, mezclaría de nuevo mafia esta vez en una trama de protección de testigos en la que un gángster newyorkino es enviado a un pequeño pueblecito noruego a esconderse de los miembros de la familia a la que traicionó. De nuevo un protagonista estadounidense en una obra producida con gente del país de origen a ambos lados de la cámara. Solo que aquí no era propiamente una creación de Netflix sino, más bien, una co-creación para tantear el terreno. De ahí que precisamente en el país en el que se había rodado no tengan los derechos. 

El éxito de la prueba sirvió para facilitar la expansión vivida en 2013 con la emisión de «House of cards», «Hemlock Grove» y «Orange is the new black». Y también para que probaran cómo era producir en un país extranjero, algo que no tardarían en volver a intentar bien con producciones de especiales de stand-up similares a los que realiza en Estados Unidos, como los dedicados a Danilo Gentili («Politicamente Incorreto»), Marco Zenni («So Ria!») y Fabio Lins («Atira Sarro»). 

Aunque no será «Narcos» la primera serie creada en exclusiva para un mercado no estadounidense. Ese honor le corresponde a la también producción mexicana «Club de cuervos«. Estrenada a principios de agosto, se trata de una comedia con trasfondo dramático sobre un club de fútbol de mediana importancia que es la principal atracción de una modesta localidad y sobre la dividida y enfrentada familia propietaria. Un primer acercamiento cómico que ha tenido una buena acogida y ha servido para preparar el terreno de su desembarco en el drama.

En próximos episodios

Como no podía ser menos, e igual que ocurrió en 2013, Netflix no ha parado con sus producciones incluso antes de saber cuánto éxito tendría. De modo que ya tiene confirmadas dos producciones fuera de Estados Unidos más para los próximos años. Una de ellas seguirá con el mercado de América del Sur aunque se rodará en esta ocasión en portugués pues se trata de una producción para Brasil. «3%» es una historia futurista centrada en una de las ahora habituales distopías en el que la brecha entre ricos y pobres es un barranco especialmente escarpado y solo una pequeña cantidad de gente puede acceder a la mejor parte de la civilización.

Por contra su primer acercamiento europeo volverá a tener el lado más oscuro de la política como punto central. Y un nombre perfectamente reconocible como gancho, el de Gerard Depardieu. Él será el protagonista de «Marseille», a la que han definido como una versión francesa si no de «House of Cards» sí al menos de «Boss», la historia de un político que ve cómo un aspirante en ascenso trata de lograr el puesto desde el que lleva años ejerciendo el poder y realizando todo tipo de trapos más o menos turbios. Lo más importante es que será el inicio de otra línea de producción, esta vez la europea, grabada en este caso en francés. Y que puede ser el inicio de otras producciones en los diversos países en los que se está implantando.

No se vayan todavía

Por supuesto hay mucha gente que está esperando a ver si los planes de Netflix funcionan. No solo creativos que esperan vender sus propias series, porque aunque de momento lo que hemos visto ha sido la creación de originales queda la duda de si serían capaz de seguir los pasos de su incursión en el mercado americano y realizar no solo nuevas series, especiales de comedia, documentales e incluso pequeños proyectos de películas, sino si serían capaces además de ‘salvar’ o ‘rescatar’ series. Recordemos que otro de sus primeros bombazos fue el regreso de «Arrested Development» tras siete años cancelada. A partir de ahí se convertiría en otra de sus señas, repetirían en comedia con «Trailer Park Boys» o con el próximo regreso de «Padres forzosos», también recogerían algunas expulsadas de sus canales, series recién canceladas como «The Killing» o el próximo estreno de «Longmire». E incluso se atreverían con la animación recuperando la última temporada de «Star Wars: The Clone Wars» tras la compra de Lucasfilms por Disney. Queda por tanto en el aire la posibilidad de que decida hacer lo propio con producciones de países latinoamericanos o europeos. 

Queda por ver si con su llegada a España este otoño también los espectadores y la industria de aquí nos beneficiamos de esta agenda expansiva, algo que queda aún muy lejos no solo por las claras diferencias de implantación según países sino por las dudas que aún rodean a su llegada. O si animará a sus competidores -quizá no Filmin pero al menos sí Movistar– a desarrollar su propio contenido exclusivo. De momento lo único que sabemos es que no es una prioridad pero, al menos, no es algo que descarten

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