La reducción de las raciones alimentarias de emergencia distribuidas por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de cerca del 30%, desde noviembre de 2023, está afectando a decenas de miles de familias refugiadas saharauis que habitan los campamentos de Tinduf (Argelia) y que dependen casi exclusivamente de estas raciones para su subsistencia, ante la falta de alternativas sostenibles en una zona árida y desértica con condiciones climáticas extremas.
Recientemente, el Consorcio de ONG que apoya a la población refugiada desde hace casi cincuenta años, alertaba sobre el continuo deterioro de la situación humanitaria, que afecta directamente a más de 173.600 personas.
La pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania han causado la inflación de los productos de alimentación en el mercado internacional, dejando a los actores humanitarios incapaces de responder adecuadamente a las necesidades esenciales de los grupos más vulnerables.
Mujeres embarazadas y población infantil se llevan, una vez más, la peor parte
Las últimas encuestas realizadas por el PMA y ACNUR sobre la situación nutricional en los campamentos, han mostrado un empeoramiento de los indicadores nutricionales, en particular las tasas de anemia entre las mujeres embarazadas y lactantes y el retraso del crecimiento entre la población infantil, menor de cinco años, amenazados los progresos realizados hasta 2020.
La incertidumbre sobre las ayudas alimentarias a partir de junio de 2024 preocupa especialmente a la población saharaui refugiada y a las ONG que trabajan en el terreno.
Menos financiación
Además, la multiplicación de las crisis en el mundo ha afectado también a la financiación de los programas por parte de las agencias humanitarias, con una reducción de alrededor del 20% de ACNUR en todos los sectores básicos, como la salud, el agua o la educación.
El consorcio de ONG ha reiterado el llamamiento realizado en 2022 a la comunidad internacional, partes interesadas, donantes y agencias de cooperación, para que respondan de forma coordinada y significativa a la emergencia alimentaria de la población refugiada saharaui, «para movilizar recursos y hacer más visible esta crisis humanitaria, prolongada y olvidada por los medios de comunicación».