Los sindicatos, activistas y pueblos originarios denuncian cómo la deforestación, los proyectos de minería a gran escala y los gigantescos monocultivos amenazan directamente sus territorios, a las comunidades rurales

Las regiones tropicales y subtropicales de todo el planeta están sufriendo una devastación sin precedentes. Desde Indonesia a Brasil, se repite una deforestación que acaba con la vida de miles de especies, viola los derechos humanos de las poblaciones locales, acapara tierras y calienta el planeta.

En un gran número de casos el denominador común es el avance de la agroindustria, que convierte bosques y otros biomas en grandes plantaciones de monocultivos para la exportación a mercados internacionales. Es lo que ocurre en Indonesia con la producción masiva de palma, y el caso de Brasil con la expansión de la soja en la selva tropical de la Amazonia o la sabana de El Cerrado.

En este contexto y en el marco de la campaña «Otoño de Resistencias», que ya ha acogido a activistas de Ecuador y de EEUU, del 2 al 12 de noviembre, Ecologistas en Acción acompañará a dos delegaciones procedentes de Indonesia y Brasil que buscan visibilizar los impactos ambientales y sociales causados por la producción de palma y soja. Por ello, su visita se centra en «la necesidad de eliminar los biocombustibles de primera generación, aumentar la ambición del recién aprobado Reglamento de la UE sobre deforestación importada, y rechazar acuerdos comerciales dañinos como UE-Mercosur».

Deforestación en Indonesia, palma y biocombustibles

Indonesia ha perdido la cuarta parte de sus bosques en los últimos 25 años. A pesar de que en los últimos tiempos la tasa de deforestación del país ha disminuido, la principal causa sigue siendo las grandes explotaciones de aceite de palma, que se destina a mercados globales principalmente para producir biocombustibles.

En 2019 más del 50 % de las importaciones de palma de la UE se destinaron a fabricar este tipo de combustible. Ese mismo año, España se situó a la cabeza de la lista como el mayor importador de aceite de palma procedente de Indonesia y el mayor productor de biocombustibles a base de palma de toda la UE (ya que cuenta con una de las mayores industrias de refinería de aceites vegetales).

También en 2019 la palma fue catalogada por parte de la Comisión Europea como materia prima de “alto riesgo de causar cambios indirectos en el uso de la tierra” (ILUC, por sus siglas en inglés), debido a las emisiones que genera la destrucción de ecosistemas ricos en carbono para cultivar palma en su lugar. A consecuencia de ello, se ha triplicado el crecimiento del sector de los biocombustibles a base de aceite de soja desde 2005. Una materia prima catalogada como de “bajo riesgo de ILUC”, a pesar de tener unas características y causar unos impactos muy similares a la palma. Por este motivo, la campaña de activistas también busca incidir en la necesidad de catalogar la soja como de “alto riesgo de ILUC” en la revisión del Acto Delegado 2019/807 prevista para este año.

Voluntad política para implementar el Reglamento de deforestación importada

La gira también llamará la atención sobre la implementación del Reglamento de la UE sobre deforestación, que entró en vigor el 29 de junio de 2023. Se exigirá al Gobierno español que asuma sus obligaciones y que ponga en marchas medidas tales como:  designar, antes del 30 de diciembre de 2023, una o varias autoridades competentes responsables del cumplimiento de las obligaciones derivadas del Reglamento; garantizar la independencia de la autoridad competente para aplicar el Reglamento y que no dependa de la voluntad política de partidos o ministros concretos;  proporcionar a la autoridad competente los recursos adecuados para supervisar y controlar la exposición significativa de España a las importaciones directas de productos sujetos al Reglamento.

Los testimonios de los activistas de Brasil durante la gira servirán para fundamentar la necesidad de ampliar el ámbito de la ley e incluir en su radio de acción las “otras tierras boscosas” como El Cerrado.

Acuerdos comerciales que agravan la emergencia climática y  las desigualdades sociales

Otro de los elementos que las delegaciones pondrán sobre la mesa son las consecuencias de los acuerdos de comercio e inversiones que la UE negocia actualmente con el bloque Mercosur e Indonesia. De llegar a ratificarse, el acuerdo UE-Mercosur sería «uno de los mayores acuerdos comerciales del mundo, con graves impactos ambientales y climáticos, deforestación, incendios y pérdida de biodiversidad».

Solo en el caso de Brasil, la firma del acuerdo comercial UE-Mercosur «supondría un acicate para la deforestación, siendo los cambios de usos de la tierra por motivo de la agroindustria, responsables de casi la mitad (49 %) de las emisiones de dicho país». Además de la extensión de los monocultivos y el acaparamiento de tierras, este acuerdo «fomentaría los proyectos de minería a gran escala, agravando el desplazamiento de las comunidades y los conflictos violentos (en 2022 casi un millón de personas sufrieron conflictos rurales violentos en Brasil».

Los sindicatos, activistas y pueblos originarios denuncian cómo la deforestación, los proyectos de minería a gran escala y los gigantescos monocultivos amenazan directamente sus territorios, a las comunidades rurales y a las trabajadoras y trabajadores de toda la región, «perpetuando un sistema neocolonial de acaparamiento de bienes en el que el bloque latinoamericano queda relegado a la provisión de bienes primarios».

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