En este momento, hay pocos grupos españoles en activo comparables en carisma, veteranía y repertorio con Ilegales. Siniestro Total, quizás. Curiosa pero significativamente, ambos combos se resisten a apearse de los escenarios, y siguen tocando sin (apenas) descanso.

En el caso de Ilegales, es sencillo: canciones como Europa ha muerto o Tiempos nuevos, tiempos salvajes son hoy más actuales y necesarias que nunca, e himnos como Destruye suenan más modernos y fieros de lo que podría permitirse cualquier grupo de imberbes.

Sin embargo, Ilegales llegan de un descanso. Cinco años en los que Jorge Ilegal y compañía se han entregado a proyectos paralelos como Jorge Ilegal y los magníficos, y que han arrancado con un disco estupendo, La vida es fuego, y con este concierto el pasado viernes en el Teatro Barceló de Madrid.

No debe haber sido fácil: hace unas semanas falleció inesperadamente el bajista Alejandro Blanco, y ha sido sustituido, con el mejor de los criterios posibles, por Willy Vijande, bajista original del grupo y ausente de la formación desde hacía 23 años. Jorge Martínez, indiscutible (como para discutírselo) líder del grupo, acusó la ausencia mostrándose menos verborreico y muy momentáneamente algo más disperso que en otras ocasiones, pero el conjunto fue ciertamente irreprochable. O como Jorge Ilegal ha dicho en más de una ocasión, “Abatidos pero erguidos”.

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Ilegales desgranó un repertorio sin tacha: clásicos indiscutibles como Hola mamoncete, Hacer mucho ruido, Bestia bestia, Chicos pálidos para la máquina o La chica del club de golf se dieron la mano con hits menores y que pocas veces se han disfrutado en directo, como la tremenda El número de la bestia, la casi popera Un invasor en la capital, la flamante Sin remedio o la vetusta No me gusta el trabajo. Una fugaz bajada de intensidad a mitad de concierto no impidió que el grupo descargara toda la potencia necesaria en cañonazos como Dextroanfetamina, El demonio o Soy un macarra.

La velada adquirió un extraño tinte oscuro cuando Ilegales enhebraron, con toda la intención del mundo, Todos están muertos, Si la muerte me mira de frente, Europa ha muerto y Saber vivir, cuyo estribillo “Saber vivir es ir hacia la muerte, alegre y despreocupado, como si fueses a la muerte de otro” se convirtió en perfecto lema para la noche y para el futuro de la banda: van a estar tocando hasta el fin de los tiempos.

La buena noticia es que conciertos como éste nos dejan con la energía suficiente como para acompañarles el tiempo que haga falta.

FICHA

Concierto Ilegales
Teatro Barceló – Madrid
23-04-2016

Imagen | ‘Mi vida entre las hormigas’

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