Aunque buena parte de su fama viene de un estilo esquemático y explicativo, con abundancia de cuadros de texto, flechas y esquemas, como una especie de powerpoint con buen gusto y que ha desarrollado con series como Ángel Sefija , Mauro Entrialgo es también un extraordinario contador de chistes. Tanto los que se desarrollan a una página, que beben de la escuela Bruguera de historietas breves y que ha aplicado en series tan populares como El demonio rojo o Tyrex , como los perdigonazos de una sola viñeta, a los que recurría a menudo en sus tiras de Plétora de piñatas e hizo en Interneteo y aparatuquis o en este Cómo caer mal a un artesano , recopilación de viñetas aparecidas en El Jueves .

MAURO EXTREMO

El término cuentachistes puede sonar peyorativo, pero no lo es en absoluto, y Mauro demuestra hasta qué punto resulta una tarea complicada. Un ritmo medidísimo y sintético, economía absoluta en la ilustración y el texto para que nada distraiga de los elementos básicos del chiste y, sin embargo, gusto por los matices que refuerzan el impacto: gestos sutiles, detalles expresivos, elementos mínimos de atrezzo. La prodigiosa capacidad de síntesis visual a la que ha llegado Mauro Entrialgo desde hace unos años encuentra el eco perfecto en viñetas que son todo punchline, a menudo con estructura clásica (pregunta-respuesta, formato de adivinanza, pequeñas clasificaciones) y que reconcilian al lector con la esencia del humor en estos tiempos en los que nos gusta tanto complicarnos la vida.

Pero Cómo caer mal a un artesano tiene además un valor añadido y es recuperar a un Mauro Entrialgo que nunca se ha terminado de ir del todo, pero que en sus últimos recopilatorios, por ejemplo (Atentos a sus pantallas, los sucesivos tomos de Ángel Sefija) se veía menos: el devoto del humor cafre y áspero, el que sigue desarrollando en la decana revista TMEO con uno de sus personajes más memorables y de más largo recorrido, Herminio Bolaextra. Los hábitos más rastreros del consumo de estupefacientes, la cara más sórdida de las relaciones íntimas, las puñaladas más traperas de las amistades cercanas, el lado más decadente de las redes sociales, el trabajo de oficina, el refranero popular: los aspectos más necios de nuestras vidas, en fin, reciben un buen baño de pragmatismo y gusto por el detalle miserable gracias a un Mauro especialmente borde y brillante. Los aficionados al Mauro Entrialgo más clásico, del defensor de la burrada porque sí (y por qué no), se sentirá como pez en el agua en Cómo caer mal a un artesano, del que el lector sale aturdido, pero como nuevo. Porque necesitamos más palizas dialécticas como esta. Necesitamos que se nos quite la tontería. 

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