Es digna de celebración la reciente fiebre por el mangaka Junji Ito que se está viviendo en los últimos meses en nuestro país. Por aquí solo se habían leído sus dos obras maestras Tomie y Uzumaki , y hacía tiempo que andaban descatalogadas. ECC Ediciones ha ido recuperando algunas de las obras que permanecían inéditas, como Gyo , Fragmentos del Mal o este tomo unitario, Black Paradox . Todas ellas giran obsesivamente (en espiral, que diría un fan de su obra) sobre las múltiples formas que toma la muerte y nuestra relación corpórea con ella. A la manera de autores de terror occidentales (las visiones de Ito tiene más que ver con escritores como HP Lovecraft o cineastas como David Cronenberg que con los recurrentes Suehiro Maruo o Hideshi Hino -a los que se cita continuamente, más que nada, porque son de los escasos mangakas de terror que han sido publicados en España-).

En Black Paradox, Junji Ito parte de uno de sus habituales conceptos con alto potencial morboso (en este caso muy arraigado en la cultura tradicional japonesa: el suicidio ritual) y presenta a un grupo de personas que se conocen a través de Internet para suicidarse juntos. Pero la aparición de unos misteriosos dobles de todos ellos y la apertura de un portal dimensional (a través de vías tan sugerentes como el píloro o un horrendo eccema facial) del que extraen unas valiosas y misteriosas piedras dan un giro a las morbosas pretensiones iniciales… abriendo puertas infinitamente más siniestras.

Junji Ito se revela en Black Paradox mucho más negro y oscuro de lo habitual (¡incluso para él!): sus protagonistas están, como siempre, superados por un horror imposible de describir, pero además son unos canallas ambiciosos, vanidosos y repulsivos. Entre toques de humor esquinado e imágenes impactantes y que sentimos alienígenas y cercanas al mismo tiempo, Junji Ito plantea una teoría inquietante: lo peor de que haya cosas que no entendemos y que nos pueden agredir y transformar de formas inimaginables es que en la mayoría de los casos somos nosotros y nuestras necias pretensiones de trascendencia los que las despiertan. Una forma muy, muy retorcida de suicidarse.

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