La moda de las agendas anuales con sustancia es, como todas las modas, posiblemente fugaz, y solo sobrevivirán a ella los más capaces.

Estoy seguro de que Errata Naturae (acompañada de Blackie Books y otros pocos más) serán de los pocos que lo consigan. Como muestra, su propuesta de este año para figurar en listas de regalos de amigos invisibles y familiares aficionados a la lectura con sustancia: una agenda para 2016 con el evocador subtítulo de Anoche un libro salvó mi vida -frase que, mutada de un modo u otro, ha acompañado a tantas reivindicaciones generacionales desde el lejano 1982 y el Last night a DJ saved my life! de Indeep-.

Y de eso va el invento: de libros que, hipotéticamente, podrían salvar la vida del dueño de la agenda. No porque interpongan sus mil quinientas páginas entre una bala perdida y el pecho del propietario o porque oculten entre sus páginas un providencial cheque al portador que impida que un malvado banquero se quede con la hacienda de una familia de cuáqueros. Sino porque encierran en sus páginas enseñanzas, mensajes, salvavidas y consejos.

No hablamos (no exclusivamente, vamos) de libros con moraleja. Entre los 52 clásicos absolutos de la literatura universal que, semana a semana de 2016 va presentando la agenda, hay contundente iconoclastia como Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, Indicios terrestres de Marina Tsvietáieva, Ubik de Philip K. Dick o El año del pensamiento mágico de Joan Didion. Y también clásicos consagrados como La caida de la casa Usher de Edgar Allan Poe, Hojas de hierba de Walt Whitman o Retrato del artista adolescente de James Joyce. Por no hablar de clásicos ya decididamente hardcore como el Ecce Homo de Nietzsche, Meditaciones de Marco Aaurelio o Confesiones de Rousseau.

Todas las elecciones, acompañadas de ligerísimos pero muy inteligentes textos (una pena que no vayan firmados) avisando, casi advirtiendo, de por qué ese libro podría salvarte la vida, y contando por qué esa semana concreta del año y no otra fue importante para el autor escogido. La elección bibliográfica se completa con soberbios retratos de David Sánchez, el ilustrador fetiche e imagen de Errata Naturae.

Así que eso es la Agenda 2016 de la editorial: independientemente de que te pueda salvar una cita con el proctólogo (que el librito tiene todos los calendarios, cuadros y esquinas para notas que se le presuponen a una agenda) o una conversación en un ascensor (el libro arranca con cuadros sinópticos fascinantes sobre las drogas, hostales, bares, enfermedades y cementerios -entre otras cosas- de unos cuantos mitos literarios), te puede salvar la vida. Por supuesto, y el tono ligero de los textos subraya ese concepto, un libro quizás ya no salve la vida de nadie. En todo caso, somos nosotros quienes tenemos que salvar las de ellos. Pero aún puede cambiarla. Radicalmente y por completo. La agenda 2016 de Errata Naturae parece empeñada en ayudarte a encontrar ese volumen concreto y, solo por eso, merece acompañarte durante todo el año.

Luego, encima, te enteras de que Virginia Woolf tenía un mono doméstico y ya, miel sobre hojuelas.

ficha

Agenda 2016 – Anoche un libro me salvó la vida
Errata Naturae
2015

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